MARX AGUIRRE OCHOA. La intensa generación de dióxido de carbono y la progresiva acumulación de este compuesto en la atmósfera están perturbando los patrones climáticos. Los hechos son evidentes y preocupantes. En los polos se ha constatado el derretimiento de los glaciares, afectando patrones de comportamiento de las especies y las cadenas alimenticias. Olas de calor, tormentas, sequías, huracanes, inundaciones, derretimiento de glaciares, tolvaneras, ríos, lagos y lagunas desapareciendo y secándose entre otros muchos más desastres. Por estos días el cambio climático y una surtida lista de fenómenos asociados no dejan indiferente a nadie. El cambio climático no es una ficción, es una realidad que se está gestando a cada momento debido al patrón de consumo energético que privilegia los combustibles fósiles, petróleo, carbón y gas, en vez de recurrir a otras alternativas de energías renovables y sustentables. El actual modelo de consumo energético, basado en la quema de combustibles fósiles, es insostenible por una razón básica: los yacimientos de esos combustibles se están agotando, ocasionado graves trastornos ambientales, de los cuales ya se comienzan a tener severas repercusiones en todo el planeta. El cambio climático aumentará e intensificará catástrofes como inundaciones, desertificación, deshielos y aumento del nivel de los océanos; muchos ecosistemas cambiarían radicalmente; la alteración de los patrones climáticos traerá una crisis en la producción de alimentos, y por ende un desencadenamiento de problemas sociales; se da ya una migración de millones de refugiados ambientales por los impactos económicos en numerosas regiones y sus consecuentes crisis económicas y sociales, el suministro de agua potable se verá afectado considerablemente, las enfermedades se expandirán. Se estima que los mayores impactos recaerán sobre las naciones menos desarrolladas. Estos efectos ya están teniendo repercusiones en la seguridad alimentaria mundial y en las miles de muertes a causa de tormentas y huracanes en el planeta. De mantenerse la tendencia actual, a lo largo de este siglo podrían devenir cambios a una velocidad superior a la ocurrida en los últimos 10 mil años. Los impactos más fuertes se presentarían en las regiones polares y en los países menos desarrollados, como México, debido a su vulnerabilidad. Un objetivo a mediano plazo debería estar basado en políticas y metas comunes y mecanismos de responsabilidad pública, pero de la más amplia participación de la población, exigiendo responsabilidades diferenciadas de las grandes potencias contaminadoras y de los países del tercer mundo, que no pueden ni deben cubrir los mismos costos. Al parecer todas las advertencias del cambio climático, de la degradación de la tierra, pasa desaperciba por la sociedad, solo parece un “boom mercadológico”, en el que realmente no se ha tomado conciencia a fondo, la pregunta inicia: ¿Qué medidas reales se están tomando para la adaptación ante el cambio climático?, ¿cual ha sido el granito de arena que la sociedad esta poniendo?, ¿Cómo estamos creando conciencia en las nuevas generaciones?, ¿Nuestros hijos están valorando el porvenir que viene?, realmente la reflexión va en ese sentido. Las campañas publicitarias, solo ponen al orden del día la información de la degradación del planeta, sin embargo, poco se hace o nada, ni la sociedad civil, ni los gobiernos. Las consecuencias de nuestras acciones presentes sobre los futuros cambios climáticos poseen largos tiempos de espera. Lo que hagamos ahora solamente tendrá un impacto limitado sobre el clima de los próximos 40 ó 50 años. Por otra parte, las medidas que se adopten en los próximos 10 ó 20 años influirán profundamente sobre el clima de la segunda mitad del siglo actual y del siguiente. Si bien es cierto que nadie puede predecir con total certeza las consecuencias del cambio climático. Sí que contamos con suficientes conocimientos para percatarnos de los riesgos. La puesta en práctica de firmes medidas para reducir las emisiones deberá entenderse como una inversión, un costo incurrido ahora y en las próximas décadas para evitar el riesgo de consecuencias muy graves en el futuro. Un granito de arena de todos, hará una mar de resultados positivos para los que vienen. La educación será primordial en la generación de verdaderas conciencias y cambios de hábitos de vida que hagan de una sociedad mundial más sustentable.