Marx Aguirre Ochoa Los procesos de desarrollo están generando cambios importantes en su comprensión y en las estrategias de impulso. El concepto mismo de desarrollo, como en su tiempo el concepto de progreso, está entendiéndose de modo distinto al comportamiento del producto interno bruto o la relación de costo beneficio. Lo mismo ocurre con los enfoques sobre los centros de decisión y los métodos de promoción y la realización de acciones consecuentes. El viejo dilema entre planificaciones centralizadas y libertad empresarial, finalmente quedó resuelto con el reconocimiento y capacidad de las empresas para decidir su operación y crecimiento. Sin embargo, en un país de tradición centralista, aún a nombre de la libertad de empresa, es posible que, por inercia, se continúe excluyendo de las decisiones fundamentales, tanto lo local como lo regional, pensando por estos niveles para elegir entre lo trascendente y lo secundario. Lo importante de lo prioritario. La tradición regional y local en México es escasa. Normalmente había que esperar que desde el centro se dijera el qué, por qué, para qué y el cuándo. La experiencia de desarrollo regional más notable, está referida a las cuencas hidrológicas, entre los que destacan, en el caso michoacano, la Comisión del Tepalcatepec y después la Comisión del Río Balsas. Otros esfuerzos de desarrollo regional están relacionados con los polos de desarrollo, según el ejemplo del Puerto Comercial de Lázaro Cárdenas, mostrando la facilidad con que un “polo” de este tipo, puede convertirse en un “Conclave” de “modernidad y desarrollo económico”, aun cuando los efectos detonantes para las zonas de influencia sean muy mínimos. Bien está haciendo el gobierno del estado en insistir en la viabilidad de la opción regional y local, en sus múltiples posibilidades y ventajas comparativas. El aprovechamiento de los recursos y las energías alcanza mayores niveles en la generación de riqueza, cuando lo local y regional deciden por sí mismos lo que es necesario hacer. Michoacán es diverso en sus recursos naturales y pluricultural en el hacer y pensar de los michoacanos. Por eso las decisiones horizontales son inconvenientes, en tanto no se puede tratar igual a los diversos. Mucho más si a esta diversidad se agregan las desigualdades de todo tipo y que se sintetizan en deficiente calidad de vida y acceso a las oportunidades de la existencia. Los objetivos, estrategias y medios, tendrían que establecer las prioridades que permitan otorgar rumbo al desarrollo de Michoacán, particularmente en relación con el empleo que es el fundamento de toda prosperidad. ¿Qué es lo que puede hacer el Gobierno? Y ¿qué es lo que correspondería a cada sector de la sociedad michoacana? Más allá de quién debiera o no hacerlo, el hecho es que hay propuestas sobre la mesa. Estos son los tiempos de las grandes definiciones para el estado, son los momentos de diseño, a partir de lo hecho, lo no hecho y lo mal hecho, para elaborar propuestas y compromisos, sin la menor duda de los fines y los medios con los cuales los michoacanos comprometan su voluntad. Es significativo que las organizaciones empresariales, comiencen a utilizar el concepto de desarrollo regional, comprometiéndose con la realización de proyectos específicos en esa escala. Todo ello muestra la necesidad de que en Michoacán haya políticas públicas y programas destinados al desarrollo local y regional. Los beneficiarios de las políticas para el desarrollo local y regional, tendrían que trascender el ámbito de las personas físicas y morales, para ubicarse precisamente en las localidades y regiones del estado. Sin duda, el desarrollo económico y social del estado, no podrá llevarse a cabo con éxito a menos que incluye políticas públicas de orden local y regional, considerando las diferencias, necesidades y problemáticas en específico de cada región, con trazos particulares.