Proyecto Secreto Mateo Calvillo Paz Cuando vivía en Estrasburgo, Sandoz, fabricante de medicamentos vertió sus aguas residuales en el Rhin. Todo ser viviente murió, el hermoso río, con sus aguas blanquecinas y frías estaba muerto. Causaba un dolor profundo hasta las lágrimas. Es la sensación de cadáver que deja el lago precioso de Zirahuén. El lago está envenenado, los hombres del aguacate, oro verde y otros cultivos le vierten veneno, Es posible que las aguas sigan ahí, pero muertas. Sus aguas de azul mar toman un tono mortal amarillento. Se organiza un movimiento social poderoso para rescatarlo. Hay varios obstáculos y riesgos. La sociedad corrupta que busca intereses bastardos de riqueza desmedida y placer pasando por encima de la hermosura y el bien superior del hombre y de la creación. No se puede esperar altura de fines, generosidad, pureza y heroísmo, defensa de una causa noble para rescatar el lago. Es la clase corrupta que tiene la creación así. La solución es clara y alcanzable pero la corrupción generalizada y enquistada la hace lejana y dudosa. La corrupción es una enfermedad que trae tantos males y nos tiene postrados. Mientras el ser humano no se cure de ese cáncer no se puede esperar el triunfo del bien, de los más altos valores. Otro obstáculo es la clase dirigente del dinero y del poder. Para ellos hay dos mundos que no se comunican, el mundo de la ficción y los discursos y el mundo de los hechos dolorosos que se imponen al individuo. El primero es el mundo de la palabra. Muchos gobernantes, desde la presidencia, se creen que son dioses y que tienen palabra poderosa que crea lo que nombra. Basta que digan que lo van a arreglar todo y que giran instrucciones para que el problema desparezca. Así, según ellos, tienen un país sin problemas ni sufrimientos. El peligro es que la población se deje arrastrar. En el caso de Zirahuén, a pesar de las afirmaciones exageradas y engañosas de los dirigentes, todo quedará por hacer. Habrá que esperar que las cosas cambien, que se detenga el uso de fertilizantes químicos y que se purifiquen y vuelvan a su estado natural las aguas maravillosas. El caso parece perdido por la pérdida de los más altos valores ante el dinero insaciable, por tantas personas sin calidad humana, incapaces de ceder en sus intereses mezquinos, sin respeto a las personas, sin sentido de la armonía de la naturaleza y del bien común de los hombres. La situación actual, es lamentable. Sin embargo, el ser humano tiene una energía espiritual invencible, participa del poder divino y es capaz de cambiar situaciones imposibles. Podemos alcanzar metas que parecen lejanas e imposibles. Es necesario una conversión de i80 grados, que los dirigentes sean virtuosos, actúen con verdad, busquen el bien común. Que olviden su ego, sean humildes, solidarios con los más pobres y andrajosos. Que dejen de soñar que todo lo hacen bien y que con su palabra crean el mejor de los mundos. Que trabajen hombro con hombro con los humildes, que empuñen la pala y se comprometan en salvar el lago, los montes y el planeta. De lo contrario, con todo su dinero, les caerá la desgracia cuando llegue el holocausto. Hay que tomar medidas difíciles, que exigen sacrificio, desprendimiento, cooperación, que permiten avances lentos, pequeños pero reales., Hay que involucrar a los dueños primeros del lago, los moradores originarios. El obstáculo es su falta de educación, de cultura, su cortedad de visiones y su lentitud para convencerse y sacar su desprendimiento y generosidad. Hay que convencer a los ricos que verán amenazados sus intereses, que son esclavos del demonio del dinero, incapaces de moverse un ápice y renunciar a sus sueños millonarios. Necesitan convertirse para dejar de contaminar y emplear fertilizantes orgánicos. Hay que convertir a los servidores públicos para que sirvan al pueblo pobre, se desvivan por preservar sus tesoros. Que se olviden de enriquecerse y saciar sus sed de poder y gloria. El triunfo es posible con la ayuda de Dios. El hombre tiene un potencial divino de hacer mundos nuevos.