Construir la nación sobre la verdad y el bien

Un gobierno es honesto y sincero cuando tiene sentido crítico de su actuación. Es maduro cuando acepta sus hierros y acciones perversas. Es urgente que hicimos el sentido autocrítico en la gestión pública.

PROYECTO SECRETO

Mateo Calvillo Paz

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La verdad y el bien son valores universales, que no prescriben sólo sobre ellos se construye un México de derecho y paz.

Los seres inanimados se rigen por las leyes físicas, los seres vivos por las leyes biológicas, los animales por los instintos, los humanos que son inteligentes y libres se rigen por valores y principios: la verdad y el bien. El orden del universo y la sociedad descansan sobre un ser que creó el universo y lo sostiene con su infinito poder, Dios. Grupos de personas le dan otro nombre.

Sin la menor duda queremos un México de progreso, bienestar, orden público, unidad y armonía, paz. No odiamos a nadie por ideologías o intereses egoístas.

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Defendemos este México contra todas las fuerzas que lo quieren someter a una ideología, movimiento mundial, intereses de grupos dominantes que buscan bienes sectarios.

Defendemos la civilización mexicana con sus raíces indígenas y occidentales: sus instituciones democráticas, su cultura, su democracia y las grandes conquistas sociopolíticas, fruto de una lucha histórica, histórica difícil y dolorosa hasta la muerte sangrienta.

Todos los mexicanos necesitamos defender a México que es la patria, como una matriz, como una familia que busca el bien común que consiste en todos los bienes necesarios para que la persona, la familia y la sociedad alcancen el destino definitivo que Dios, creador les ha fijado.

El ser humano y la sociedad, desde la familia hasta la sociedad de las relaciones deben reconocer que no son Dios, que no todo lo que hacen está bien, que en la acción humana se infiltran el error en el plano intelectual y el crimen-pecado. No todo lo que hace el individuo y la autoridad es bueno: hay que reconocer el error y la maldad y las pulsiones de muerte, en la expresión de Freud, vivas y operantes en el corazón humano.

En la clase política y en las autoridades es necesario un sentido crítico y un examen de conciencia sobre la actuación propia. Es sabio y muy humano reconocer los los errores y pecados, aciertos, decisiones sabias y obras benéficas y aceptar, algo tan humano como son las faltas en lo operativo y en lo moral.

Un gobierno es honesto y sincero cuando tiene sentido crítico de su actuación. Es maduro cuando acepta sus hierros y acciones perversas. Es urgente que hicimos el sentido autocrítico en la gestión pública.

En toda gestión de la cosa pública y servicio al pueblo, se da esta realidad imperfecta y limitada. Hay quienes no la aceptan y caen en el maniqueísmo: ven todo luminoso y virtuoso en la propia gestión y todo está negro y malvado en los adversarios que están en el conservadurismo, que son perversos y culpables de todos los males de la nación. Son errores que se cometen habitualmente en la nación.

La luz de Dios

Nadie está sobre la verdad y el Bien moral ambos valores son salvaguardados por un código de ética que expresa la ley natural, la ley divina que rige al mundo como un cosmos, un todo ordenado y no un caos de choques y destrucción fatal.

Expresión de este orden es el Estado de derecho. Éste se rige por la ley que es una expresión del derecho que aplican la justicia, valor absoluto. Su aplicación es universal y no negociable para favorecer a personas y grupos.

Es un valor fundamental, sostén del orden nuevo. El divino Mesías que se hizo hombre para restaurar el universo resquebrajado y extraviado por el pecado, rebeldía satánica, vino a traer la justicia y el derecho en el mundo nuevo.

Los sofistas es una especie muy antigua de hombres. En la Grecia de sabios y filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles, entre muchísimos otros, hacen Escuela los Sofistas. Son muy hábiles, tienen afirmaciones falsas que tienen apariencia de verdad, finalmente son mentirosos.

 Construyen con el error y la mentira y crean una narrativa amañada: juegan con las categorías de la lógica aristotélica. Pueden parecer sinceros y verdaderos, mienten con astucia.

Los demagogos son una mezcolanza de todas estas maneras de mentir. Una modalidad son los populistas que inventan una retórica subjetiva, contraria la realidad. Hacen afirmaciones que le agradan el pueblo para sacar provecho propio.

 La descripción de una investigadora estudiosa y conocedora de la retórica populista, Jennifer Mercieca nos ilustra. Ella afirma: “un político se vuelve un demagogo peligroso cuando usa el lenguaje para 1) rechazar un compromiso con las reglas de la competencia democrática; 2) negarles legitimidad a los oponentes políticos; 3) tolerar o promover la violencia y 4) mostrar que está dispuesto a reducir las libertades de opositores medios” (citado por Luis Antonio Espino, López Obrador: el poder del discurso populista, p 208).

Los fariseos, su pecado no es del orden lógico sino del orden moral, tienen autoridad sobre el pueblo y tienen intereses creados, particulares y mezquinos. Los intereses del grupo están sobre los intereses del pueblo, de la nación.

Los falsos mesías. Hay personas entre los políticos que se creen “iluminados”, uno de ellos era George Bush, se cree el mesías (falso) que tiene una misión divina. Tienen el fenómeno psicópata de ideas mesiánicas. Hay un grupo poderosísimo que se llama a sí mismo los Illuminati. Son muy peligrosos. sufren de ideas patológicas, se creen el tlatoani, que pertenecen a una esfera sobrenatural.

Esto explica que se sitúen por encima de la verdad y del bien, que ellos pueden decidir lo que es bueno y lo que es malo. Así quien afirma que “meter la Guardia Nacional a la Sedena no es militarización”. Afirmación contra toda verdad. Cambian los hechos reales, las situaciones por decreto. Se creen por encima del orden moral, usan su palabra para cambiar la realidad problemática y resolver los problemas, obviamente no pasa nada. Niegan sus pecados y crímenes y pretenden hacerlo todo bien.                   

La mentira dura muy poco, se descubre el mentiroso. Desafortunadamente, nos están acostumbrando a una cultura de mentira. Es descomposición social, ya nadie cree en nada.

Nos hace falta volver a Jesucristo que vino al mundo para ser testigo de la verdad, que por la verdad derramó su sangre en la cruz, a manos de las autoridades corruptas de su pueblo. El inició el cambio hacia el mundo nuevo.