Mateo Calvillo Paz Es el grito de un presidente casi eufórico en el informe presidencial de su tercer año de gestión. Es un buen eslogan que se repite en los spots de propaganda de Andrés Manuel. El país que que pinta en su informe es el mejor de los países posibles, como el mundo que veía Hernani de Víctor Hugo siguiendo el optimismo exagerado del filósofo Leibnitz. El Informe fue una bella pieza de oratoria bien lograda y promocionada. El tono y el estilo del informe son de propaganda y no de información veraz y objetiva. Es un tono y una proliferación de resultados alegres, común a los servidores públicos, a los presidentes. Hay matices pretenciosos y vanidosos de personas, tal vez pagadas de sí mismas, de seres de una raza superior, de extraterrestres que no cometen errores ni crímenes, que sólo anuncian éxitos, que no aceptan que tienen fracasos. Es un contenido por encima de la realidad de los seres humanos. Es muy bella su descripción, de un país soñado, maravilloso, de un optimismo exagerado, pero no existe en los hechos. Es el país ficticio como los “otros datos” que tiene Andrés Manuel y que no puede mostrar porque no existen. Sólo existe en su retórica, política y falaz. Muchas personas reflexivas y sensatas se quedaron fuera de sí al escuchar un discurso de política y propaganda, que debiera reflejar la realidad pero que no refleja la situación de un país muy rico en recursos, muy mal dirigido y que vive una situación de contingencias en todos los renglones prácticamente. Sienten que hay un esfuerzo de parecer objetivo y sincero. Supuestamente es el informe del estado de cosas que guarda la nación en los hechos y no en la falacia y enajenación del informante. El tono es convincente, envolvente, seductor, fingido, astuto, como la serpiente que adormece por palabra a su presa. Muchos sienten que hace falta franqueza y sinceridad que ponga de manifiesto las verdaderas intenciones de la clase dominante. Es muy triste la realidad de muertos y empobrecidos por una gestión irresponsable de la pandemia, fracasos en economía y producción, carencia de medicamentos, Estado fallido, inseguridad. Etc. El informe es una síntesis y selección de la gestión que ha sido preponderantemente información. Es el primer capítulo del libro ‘A mitad del camino’. Ha sido acogido por los simpatizantes como un texto sagrado, el mejor de informe de todos los tiempos. Los mexicanos que no son de este grupo señalan la falta de honestidad, objetividad y veracidad en el evento republicano. El informe es un acto republicano, esencial en toda democracia. Pero debe ser un acto humilde, asumiendo una realidad triste y dura que hay que enfrentar en el resto del sexenio. No debe ser un acto teatral, meramente formal, debe impulsar la gestión de la cosa pública para salir de la corrupción y perversión, ineptitud y torpezas. Debe ser una promoción del pueblo, hasta los últimos ciudadanos, no para que reciban regalitos sino para que se comprometan en los esfuerzos para sacar el buey de la barranca los dos a y profunda. El ser humano es la cumbre de la creación, la criatura más perfecta, está dotado de inteligencia y voluntad, se da cuenta de lo que hace, reflexiona sobre sus hechos, actúa con libertad. Es “arquitecto de su propio destino” como lo señala poéticamente Amado Nervo. Es el constructor de una nación grande y progresista. Al mexicano no hay que darle regalitos y mantenerlo en la dependencia y ociosidad, hay que enrolarlo en el grupo de esforzados, genios y héroes, en la marcha triunfal para construir el México que soñamos. El ser humano es grande como un hijo de Dios, no se guía por instintos como los brutos o por leyes mecánicas como los objetos materiales, se dirige por valores y principios que lo orientan. Las personas que reflexionan a veces se expresan en el sentido de que Andrés Manuel sabe que no dice la verdad. A veces piensan que el presidente ya cayó en su juego mental político y toma sus mentiras por la realidad. ¿Es la enajenación que el Ejecutivo atribuye a sus adversarios? Hay que aplaudir la pieza retórica, la habilidad para hacer creer a la gente. Pero hay que ver la realidad que es dura, cruel y fatal. Siendo honestos, sin afán de ofender a nadie y buscando el bien de tantos mexicanos que sufren, debemos ser personas adultas, con uso de razón y lucidez para ver una realidad de fracasos, dolor y muerte. En la plaza del pueblo los niños ven el espectáculo de los magos y se dejan transportar en el ilusionismo y no distinguen la realidad de los trucos de magia. Los adultos ven la realidad de la gente, sus problemas y trabajos. ¿Estamos frente a un mandatario honesto, serio, de excelencia o frente a un mago ilusionista que gusta a la gente y hace aparecer maravillas?