MATEO CALVILLO PAZ Es una indignación muy profunda mezclada con un sentido de impotencia: nos imponen reformas que van contra nuestros intereses y derechos para responder al capricho de un solo hombre. Es el autoritarismo de los regímenes tiránicos, como hemos visto muchos, de lado comunista y de las dictaduras de extrema derecha. Los modelos están a la vista, Venezuela, Nicaragua a quienes el gobierno mexicano arropa los crímenes contra la democracia y la represión contra personas, grupos e instituciones de la oposición. Están detrás el Grupo de Sao Paolo con sus ideologías y los lastres de los regímenes de izquierda y también con su parte de verdad y de bien. Es algo que no queremos porque atenta contra la democracia, responde al capricho de una persona conforme su ideología, imaginación y deseos de una persona ególatra que no tiene la corrupción del dinero, tal vez, pero sí la del poder y pérdida del sentido común y de la coherencia. El discurso oficial no concuerda con los hechos, es una ficción, está lleno de falacias, de sofismas, sus afirmaciones son engañosas, son un juego de construcciones hábiles que dicen mentiras bajo la apariencia de verdades. Se contradicen: se acabó la borregada de los neoliberales afirma AM, pero los hechos muestran lo contrario, todos los senadores de MO--NA aprueban la reforma de la militarización sin cambiar una sola coma. Según el informe del cuarto año de gobierno todo ha sido perfecto en su gestión, pero es falacia, los muertos y desaparecidos, el desastre en la salud, la fuga de capitales, el desamparo de los pobres que permite a los criminales matar, la estrategia fallida grita lo contrario. Hay aciertos y logros porque el mal no es perfecto, guarda un lunar de bien. Un problema grave en una democracia es que no se respete la división de poderes y el Ejecutivo someta al Legislativo a través de sus hordas y al Judicial por prepotencia, favores recibidos o por filias. El presidente tiene dotes oratorias y convierte las palabras no sólo en elementos de persuasión si en verdaderas armas con los que ataca, esto permanentemente, a todo aquel que no es incondicional y sumiso al poder ejecutivo. ¡Cómo aguanta tanto la gente! Se preguntan muchos que piensan. Los pobres sufren en silencio, son pacíficos y tranquilos, al menos hacia fuera resignados. Las enfermedades, la desatención en los hospitales, la falta de recursos sí los torturan, pero tienen una capacidad sorprendente de sufrir y esperar. La luz de Dios En realidad, amamos a México y queremos evitarle el engaño, el fracaso, la destrucción antes de que nos alcance el infierno. Nos pronunciamos contra los atentados contra la democracia, están acabando con las conquistas que nos costaron revoluciones, sufrimiento y vidas humanas. Hay que defender los organismos autónomos, fideicomisos, el respeto a la Constitución. Nos revelamos contra la enajenación, que una mente enfermiza que no enfrenta la realidad, que se evade y que imagina e inventa un país de ficción, que existe en su imaginación y que quiere imponer en su propaganda, en su narrativa, pero que es una evasión, que le hace perder contacto con los problemas y necesidades, con la realidad del país y de las personas de carne y hueso. Que no pretendan crear un México feliz con las falacias retóricas y con dogmas huecos, con palabra vana sin poder creador, como la palabra de Dios. Las personas humildes no son estúpidas, no se chupan el dedo, son sencillas, bondadosas, a veces los maltratos de sus papás y sus mayores y la prepotencia y abuso de los poderosos las han hecho bondadosas y sumisas, pero son inteligentes y sabias y perciben la realidad, sólo que muchas veces son calladas, con cierto temor e inseguridad al expresar sus ideas y sentimientos. Los poderosos son ventajosos y abusan de ellas con los pseudo proyectos y las quimeras fantasiosas para sanar la corrupción atávica, el descontento y atraso social que los mismos poderosos han provocado y ahora pretenden borrar sin saber cómo, sin creerlo ellos mismos. En México hay personas muy preparadas, con una gran visión de las cosas que tienen ideas y proyectos de Transformación. Éstas son satanizadas por el poder autoritario cerrado, necio y ciego del hombre y su movimiento. Para sacar a México de la situación desastrosa y descomposición social se necesita el aporte de todos los mexicanos de todos los colores políticos, compartir las ideas y unir los esfuerzos. Si el poder es de autoritario y cerrado bloquea muchas luces y oportunidades y se hace responsable del fracaso de la gestión, de los sexenios perdidos, de los retrocesos y de la miseria y sufrimiento de las mayorías. Sólo uniendo el esfuerzo de todos los mexicanos podemos sacar adelante la situación, muy pesada para todos. Para vencer la crisis política tan grande y que nos arrastra a la descomposición social, el presidente debe ser de lo más humilde, quitar el YO del centro de sus preocupaciones. La soberbia, el delirio de grandeza es una trampa para el buen presidente. Debe olvidarse de sí mismo y de sus hordas para buscar real, sinceramente sólo el bien de los pobres mexicanos.