Mateo Calvillo La aparición de la vida humana es un prodigio de poder, hermosura, sabiduría, como una creación de un universo nuevo. Es como una gesta, un portento. Es como un misterio más del universo y sucede en lo secreto, en el corazón de la noche y del misterio, en el Santuario secreto de la madre. Es esta maravilla que comienza como un óvulo fecundado, donde se encuentra ya la vida humana compleja y rica como un universo, como una noche de espacios inconmensurables y de galaxias. Ahí está presente el hombre, la mujer, obra maestra y cumbre de toda la creación que llamó a la existencia la sabiduría y el omni poder del Creador. Hay poderes ocultos, tremendos que quieren destruir y hay agentes que les hacen el juego que quieren arrancar, esa vida en sus inicios. Seducen a muchos incautos que muestran gran ligereza de principios. En la Suprema Corte de Justicia de la Nación despenalizan la práctica del aborto para todo el país después de que en que Coahuila se había presentado dado una controversia constitucional para despenalizar el aborto. Hay hombres y mujeres adultos, algunos que aprueban y aplauden esta despenalización por razones prácticas, de comodidad y conveniencia para llevar una vida sin ninguna traba y sin las consecuencias de un placer instintivo, de actos irresponsables, sin hacer un uso digno y pleno de la sexualidad de la persona humana Hay que llamar las cosas por su nombre ¿Qué es el aborto? Con eufemismos se le llama interrupción del embarazo, se quiere hacer creer que haya y sólo un cuerpo de mujer y que ella puede mutilar. Ni es parte de su cuerpo ni tiene derecho mutilar. Se trata de la muerte de un ser humano no nacido, recién concebido, hijo de la asesina, inocente e indefenso. El óvulo fecundado es un ser humano, desde el primer instante de la concepción. Tiene todo su ser programado hasta el color de los ojos. Ningún ser vivo cambia de especie en su evolución. En medio de la pandemia del COVID 19, mortífera e indomable, cuando los criminales multiplican los asesinatos en pleno día y con total impunidad, hay quienes ponen en el escenario la matanza de los hijos no nacidos. A las lluvias torrenciales, al ataque invisible y omnipresente del sars cov 2, viene a sumarse el caudal de la sangre humana derramada de los no-natos. Los eufemismos los llaman producto del embarazo. La luz de lo alto El hombre no es un bruto que obra por capricho y camina a ciegas, es criatura de Dios le dio un destino eterno y definitivo y lo puso en un orden moral, un cosmos. Debe apoyarse en la sabiduría, valores universales y principios fundamentales que lo guían como ser inteligente y libre, con un destino eterno. Puede sacudirse la ley de Dios, pero va a la destrucción. Hay principios de ley natural que son primitivos en su reconocimiento y valor. “No matarás” es un imperativo de esta índole. Jesucristo lo recuerda en la Nueva Ley del Sermón de la Montaña. Debemos buscar el bien verdadero de la humanidad, aunque no sea lo más fácil y atractivo y conforme a la moda. No podemos caer en medidas pragmáticas, miopes, engañosas, que se volverán contra la especie humana. No podemos promover la vida placentera y fácil que se busca por caminos viciados, perversos, auspiciados por poderosos enemigos de la humanidad. Esos placeres decepcionan, dejan en la sede e insatisfacción. Esta ley aprobada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación está contra el derecho primero de un individuo es la vida. Está contra la justicia de una persona no nacida, indefensa, inocente que tiene en vigor todos sus derechos que deben ser reconocidos en la fase de la gestación. Aquí aparece claro el papel de quien tiene la misión natural y divina de proteger a su hijo en los meses de gestación, la figura, que debe ser sublime, de la madre. Hay que buscar con conocimiento de causa y sensatez el bien de la humanidad, no podemos tomar opciones que se revertirán con la sociedad. El orden moral es el marco de una sociedad sana, feliz, del verdadero progreso y de la felicidad verdadera. Es importante llamar las cosas por su nombre. El aborto es la muerte de un hombre no-nacido. Es un ser que siente y sufre. Cuando llega la enfermera con el bisturí, la criatura se revuelve y se refugia en el fondo del útero, presa de pánico y estupor. El ser humano pierde su orientación en la vida como criatura racional, que recibió la vida de Dios y nadie se la puede quitar. Ha perdido la referencia a un orden moral inscrito en sus entrañas por el Creador sabio y bueno. El universo no es un caos, entregado al capricho de los seres humanos. Hay un orden, que no garantiza como roca de claridad y fortaleza es Dios. Sólo el recibe el bien y el mal. Los hombres y mujeres hablan con soberbia, pretenden definir el bien y el mal, prerrogativa del ser supremo y Creador, se creen dioses, Dios es ridículo. Así pontifican algunos locutores en los noticieros, colocándose sobre el bien y el mal. Aprueban la legalización de un crimen de lesa humanidad, la aplauden. Esos aduladores pretenden exaltar a la mujer, pero la convierten en infanticida, asesina que priva a su hijo del primer derecho a la vida.