MATEO CALVILLO PAZ Se asesina en torno a nosotros, nadie nos protege. Hay que gritar esta realidad. Inexistente en la narrativa del gobierno. Vista panorámica Nos preocupa que los mexicanos vivan en la inseguridad y mueran, necesitamos luchar por la vida y la tranquilidad. El número de 100,000 desaparecidos, se refiere a los reportados. En la realidad supera los 500,000 según cálculos serios y razonables. Mueren muchos criminales. Las refriegas y las balaceras son, más bien, entre grupos criminales, por el control de las plazas. Pero también mueren muchos inocentes: las dos periodistas del Estado de Veracruz, la abogada y activista defensora de los derechos de las mujeres en Puebla Cecilia Monzón. Los crímenes contra ciudadanos inocentes están a la orden del día. Así podemos admirarnos de que no hayamos sido tocados en lo vivo. Conozco muchas viudas y muchos niños huérfanos porque sus papás han sido asesinados dejando el dolor indescriptible y el desamparo existencial. El dolor alcanza a las familias, en las ciudades y los pueblos el luto nos alcanza por todos lados. Un humilde campesino, comisariado ejidal de un rancho, se reporta como desaparecido. En la ciudad de México, se reporta ahora que han sido asesinadas tres personas. Un empresario en Jalisco se reporta como desaparecido. Usted, amigo lector, cara amigable lectriz, sin duda sabe de muchos otros casos. La nota roja en los noticieros es inagotable. Todos los días se informas de muchos crímenes a lo largo y a lo ancho de los estados. El hecho se banaliza, se informa del número de decesos como de cifras, no como de personas humanas, de valor único y destino trascendente. ¿Quién protege la vida del ciudadano? Los entendidos como el experimentado Hipólito Mora, fundador de los autodefensas y muchos otros entendidos señalan que la Guardia Nacional y las policías tienen orden de no enfrentar a los criminales para evitar muertos. ¿En qué farsa estamos? Por esa falta de gobierno, la muerte de los inocentes se dispara. En el palenque oculto de Zinapécuaro, llegó un grupo de criminales y abrió fuego contra la gente. Se manejó la cifra de 20 muertos. Oí a un testigo q estuvo ahí y que escapó de milagro: eran muchos los muertos en la morgue, el habla de por lo menos 60 muertos. La luz de lo alto Vivimos en una sociedad de personas inteligentes, de la especie del homo sapiens. Vivimos reflexionando con nuestra inteligencia. Pero necesitamos un pensamiento de altura o profundidad, no todo es juego y vacilada. Necesitamos desplegar nuestra capacidad intelectual para constituirnos en una República de sabios, de genios. Es necesario conocer a la persona más allá de su superficie de pláticas informales, de trato rutinario, de vaciladas y puntadas. Debemos valorar a la persona a través de la observación y reflexión para estar seguros de lo que vale: su sistema de valores, cosmovisión; su código de ética. A partir de sus actitudes y actos debemos conocer su estatura moral: sus virtudes que son garantía de actos honestos para construir la vida personal y social. Hay que conocer al Presidente. Hay que llegar al suelo firme limpiando la superficie de tierra y basura, hay que sopesar cuánto vale cada palabra, su narrativa, ir al piso sólido de los principios y los valores trascendentes, fundamento de la convivencia social. Hay una urgencia muy grande: que la gente no se trague, como imberbe, la figura del presidente y su gestión. Cada ciudadano necesita ser crítico y tomar su distancia, si se incurre en la condenación de parte del presidente, ni modo. La descalificación no es buena sólo por el hecho de venir del presidente que no es un ser único, superior a todos los mexicanos y a la ley, que es un individuo con buenas intenciones, pero expuesto al error y el fracaso, como todo mundo. Las declaraciones oficiales: tenemos paz social, ya no hay corrupción, deben verificar en la realidad su verdad o su mentira. La gran transformación es sólo una bandera de campaña y una afirmación retórico- política vana, un sueño guajiro sin sustento en la realidad. El primer deber del primer deber de un gobierno, más específicamente de un presidente, es proteger a los ciudadanos, hasta el último de ellos. No está protegiendo la vida de los mexicanos. Un deber equiparable del mismo es la aplicación de la ley, la sanción de las conductas criminales. ¿Qué pasa cuando un presidente afirma que su deber es protegera los criminales, “porque son seres humanos” y no hace justicia, no aplica la ley a los criminales? Hay una inversión de valores, es el mundo de cabeza. Esta inversión de valores es gravísima en la confusión de la autoridad, en los efectos de la gestión pública. Pero señala una situación todavía más grave: ¿el presidente anda mal en su narrativa y declaraciones, se maneja así sólo en su retórica? ¿Es cuestión sólo de discurso en el que finalmente él mismo no cree? ¿O está dando pruebas de un desquiciamiento de toda la persona, de su pensamiento lógico y de su salud de la mente y de toda la persona? Mientras comentamos esto, el Poder de las Tinieblas no descansa, sigue planeando sus golpes mortales desde la sombra presto a dar el golpe y matar.