Mateo Calvillo paz La democracia puede morir ante una dictadura autoritaria asesina de la libertad y la tranquilidad y paz. Es el infierno. La conducta y la actitud de Alito nos han sumido en la incertidumbre y gran preocupación. Sus afirmaciones de buscar cumplir sólo con su deber político, su profesión de lealtad para buscar el bien de México en la verdad, la justicia. Parecen retórica perversa y falsa. Por otra parte, sus traiciones a la alianza Va por México no lo hacen confiable, han demolido su imagen y ha perdido toda credibilidad. La alianza de facto, ‘Primor’, da una muy grave preocupación por la democracia y por el bien de México. La democracia se juega su sobrevivencia en temas como la reforma electoral, está en juego el bien de México, el futuro de la nación en la paz y la seguridad de los mexicanos. Un pueblo grande en su historia, cultura y gente debe tener dignidad y defender sus conquistas frente a un solo ciudadano y su movimiento, deben preservar su régimen de libertad de México frente a un poderoso y un movimiento autoritario y amenazas de dictadura. Estamos ante un daño trascendente y total que mina la vida de México y la empuja a la destrucción, al fracaso, a la opresión como en Cuba, Venezuela. Son movimientos históricos con los cuales no se juega, hay que evitar un desastre sociopolítico, sus daños de consecuencias universales e imprevisibles, absolutamente lamentables. Las iniciativas y actos de gobierno deben transitar dentro del código de ética, en el marco de los valores universales e inmutables: la verdad y no el capricho del gran jefe y sus hordas. No podemos avanzar negando la realidad y la situación crítica, enajenados y hechizados, mareados y envueltos en un discurso populista. Hay que asumir de frente la verdad de los hechos, no evadirse en los “otros datos”. Arreglar la situación por decreto es un absurdo que ofende al sentido común y lo percibe el más humilde de los mexicanos cuando no está ideologizado o fanatizado. La palabra del presidente no tiene poder creador, es hueca y vana como la de cualquier mexicano, si no tiene la verdad y es conforme a la ley de Dios y al código de ética que hace de nuestra historia una civilización. El voto de todos o de la mayoría no crea la verdad, pueden seguir línea y estar totalmente equivocados. Ha sucedido incontables veces, puede ir en contradicciones descaradas civiles como la presencia del ejército en las calles. AM la condenó ferozmente cuando era oposición y ahora la defiende igualmente a su conveniencia. La corruptibilidad del ejército ni la naturaleza del crimen organizado han cambiado sólo la opinión del primer mandatario (servidor) de México. Debe tenerse en cuenta los valores de la cultura mexicana, honda y pura, sabia con principios que no prescriben. A lo largo de la historia y en la experiencia vemos la actuación de personas e instituciones, son capaces de crimen, son criminales potenciales. No se puede decretar, por ocurrencia presidencial de aquí en adelante son buenos., si vemos que no reconocen y renuncian al mal. La experiencia está dando pruebas de lo contrario, los mexicanos, concretamente los militares, están expuestos a cometer graves y tristes crímenes que con frecuencia logran ocultar. En el fondo, defendemos la democracia contra la dictadura. Debemos rescatar los valores de la democracia. Retomamos la sabiduría de milenios que recoge la Iglesia Católica en su doctrina social. La gestión del bien común y la acción política tiene sus bases inconmovibles no sólo como “el resultado de un respeto formal por las reglas, sino que es el fruto de la aceptación convencida de los valores que inspiran los procedimientos democráticos: la dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos del hombre, la asunción del bien común como fin y criterio regulador de la vida política (Doctrina Social de la Iglesia). Un valor inmenso, fundamental, inconmovible es la verdad que obliga a todos, siempre. Es universal e inmutable, no prescribe.” La doctrina social individúa uno de los mayores riesgos para la democracia en el relativismo ético que induce a considerar como inexistente un criterio objetivo y universal para establecer el fundamento y la correlación de los valores”. No se puede fundar la verdad y la construcción de México sobre el capricho, la ceguera y la ocurrencia del presidente, “lo que diga mi dedito”. En esta perspectiva no es posible “aceptar que la verdad sea determinada por la mayoría o que sea variable según los diversos equilibrios políticos”. Entiéndanlo, legisladores, cuando votan las iniciativas. si todos los congresos estatales votan a favor de la iniciativa presidencial, quiere decir que votan por el proyecto ideologizado de una persona y no por la verdad y el bien de México. Hay que levantar la voz y sostenerla hasta que desaparezca la situación de crimen y atropello contra la Constitución, la democracia y las libertades de México. Se trata de señalar los errores y los vicios, serenamente con un gran respeto y un verdadero amor por la nación mexicana. Hay que avocarse a los verdaderos grandes problemas: los ataques a la libertad, la contingencia climática… Tenemos la roca firme en la sabiduría del maestro que proclama: “la verdad nos hará libres” y derramó su sangre para acabar con la corrupción de los poderosos.