Rafael Alfaro Izarraraz El 9 de agosto fue asesinado el candidato presidencial Fernando Villavicencio, quien competía por el Movimiento Construye. Era diputado en la Asamblea Nacional y figura visible de una coalición conformada por la Alianza Honestidad que estuvo conformada por el Partido Socialista Ecuatoriano y el Movimiento Concertación. Las primeras noticias acerca de su asesinato apuntan a que el magnicidio fue parte de la acción de grupos criminales ecuatorianos vinculados a mafias mexicanas. Aunque, digámoslo claro, el contexto dice que los beneficiarios de la muerte de Villavicencio pueden ser el crimen organizado, pero en el fondo los verdaderos ganadores son las élites ecuatorianas que no quieren el regreso de la Revolución Ciudadana, de Rafael Correa. Durante 10 años, de 2007 hasta 2017, Ecuador vivió una etapa estelar de su historia, luego de la instauración de la Revolución Ciudadana, encabezada por Correa, quien gobernó el país a través de Alianza País. En 2006 gana la presidencia y, como sabemos, una decisión equivocada en cuanto quién sería quien los sustituiría como mandatario ecuatoriano, terminó siendo traicionado por Lenin Moreno quien fue electo como presidente. Desde todos los ámbitos las élites han querido evitar la influencia de la Revolución Ciudadana. De hecho, el año pasado, el gobierno ecuatoriano de Guillermo Lasso intentó socavar la influencia del correísmo y llegó al punto de solicitar su “regreso” a Ecuador para cumplir con una pena de cárcel de ochos años a los que fue sentenciado por la “justicia” ecuatoriana. Esta situación no procedió porque el gobierno belga le concedió el estatus de asilado político. Villavicencio, durante el gobierno de Rafael Correa, jugó el papel del opositor que viene del pueblo, identificado con la izquierda e, inclusive, de segmentos de la población indígena que en Ecuador es muy importante políticamente. Fue, en los hechos, parte de las estrategias de las élites locales por debilitar al gobierno de Rafael Correa y su Revolución Ciudadana. Ser ciudadano es igual a gozar de una igualdad social básica entre ellos. Este concepto es un término que pertenece a la filosofía liberal pero que fue retomado por Correa y lo ha resignificado, por lo que, para naciones como Ecuador, ha representado todo un acontecimiento rupturista con respecto a los proyectos neoliberales y tradicionales de la vida política local. El principio que lo guía es emancipador de la sociedad ya que bajo la guía del Estado popular anticorporativo se busca una “igualdad básica”. Ser ciudadano es igual a gozar de una igualdad social básica. Todo lo contrario del neoliberalismo que hizo todo lo contrario: despojar a la sociedad de sus conquistas. Por supuesto que no ha sido fácil su instrumentación y como todo proceso novedoso está sujeto a errores inevitables en una nueva experiencia (Ver una dura crítica al correísmo: Ortiz Lemos, Andrés. (2014). Sociedad civil y Revolución Ciudadana en Ecuador. Revista mexicana de sociología, 76(4), 583-612) Ya habrá un momento en que ahondaremos sobre la Revolución Ciudadana y a fondo este tema. Lo que aquí nos interesa de momento es ofrecer evidencias de juicio para valorar lo que está detrás del asesinato de Fernando Villavicencio. Como candidato Villavicencio no representó a una figura cuyo discurso haya impactado a la población ecuatoriana, por lo menos para la primera vuelta que se llevará a cabo este próximo fin de semana, el 20 de agosto. Se encontraba lejano de la contendiente mejor perfilada que es Luisa González, la aspirante presidencial vinculada al ex mandatario Rafael Correa que, por cierto, se encuentra exiliado en Bélgica desde 2017. González, de momento, va a la cabeza de las preferencias electorales, lo que tiene nerviosas a las élites y que no quieren el regreso del correísmo. Un suceso que de manera contundente fija políticamente a Villavicencio es la emisión de su voto en la Asamblea Nacional en contra de la destitución del presidente Lasso por malversación de seis millones de dólares. Más tarde Lasso disolvió la Asamblea Nacional y adelantó la elección presidencial para 2023. El lema de la campaña electoral por la presidencia de Villavicencio fue “Tiempo de valientes”. Sus ejes políticos se concentran en la lucha contra la corrupción, el crimen organizado y el empleo. De manera particular, ha planteado la creación de centros penitenciarios de alta seguridad para los grupos criminales, aludiendo a que para esta lucha tomará en consideración el apoyo de fuerzas externas, y los únicos dispuestos a este tipo de “ayuda sobre pedido” son los EU. Villavicencio había acusado de que el Estado ecuatoriano se había convertido en un narcoestado, debido a la presencia de carteles mexicanos como el Jalisco Nueva Generación y el de Sinaloa, además de mafias albanesas. Villavicencio denunció que había sido amenazado por quienes dirigen las mafias locales vinculados a los grupos criminales mexicanos. En la difusión de la información se destaca y tiende a representar, aparte de los grupos criminales, las diferencias entre Correa y Villavicencio, que se dieron en el pasado. Lo que está muy claro, más allá de estas divergencias pasadas, es que se trata de amedrentar al pueblo y bajar de las encuestas a Luisa González, candidata del correísmo. Después de Villavicencio, el líder de la agrupación Revolución Ciudadana, Pedro Briones, también fue asesinado en un claro mensaje de las élites locales directamente dirigidos al correísmo. Usan al crimen político y al crimen organizado como pretexto de la violencia cuando son ellas las beneficiadas. Fuentes: Amorebieta y Vera, María Laura. (2017). Memoria histórica y Revolución Ciudadana en el bicentenario ecuatoriano. Revista mexicana de sociología, 79(4), 875-903. Ortiz Lemos, Andrés. (2014). Sociedad civil y Revolución Ciudadana en Ecuador. Revista mexicana de sociología, 76(4), 583-612)