Luis Sigfrido Gómez Campos La defensa que Julio César Chávez hace de su amigo Rafa Márquez me recuerda el chiste de aquel al que le dice su mamá: “pero hijo… que ganas con tomar”, y el hijo le responde, “nada mamá, no lo hago por negocio”. Así, el pugilista sinaloense dice: “Estoy convencido de que Rafael Márquez no tiene nada que ver con lo que se le acusa, lo conozco, es muy buen amigo y estoy con él”. Ni el hecho de que el exboxeador esté muy convencido de la inocencia de Rafa; ni que lo conozca muy bien; ni que sea el mejor de sus amigos (ni que lo estuvieran acusando de ser mal amigo); ni su solícita solidaridad tienen algo que ver con la culpabilidad o inocencia del capitán de nuestra selección nacional. Rafa Márquez debería decirle: “no me defiendas compadre”, porque Don Julio César Chávez no ha sido una personalidad de reconocida solvencia moral. De todos es sabido que el pugilista se junta con personas de dudosa reputación. Él mismo ha dicho: “He tenido amigos y sigo teniendo amigos (narcos), pero una cosa es que sean amigos y otra que haga negocios con ellos”. Por eso, y sólo por eso, una recomendación de este amigo para estos casos en vez de ayudar, perjudica. Sin embargo, no obstante todo lo manifestado y lo que se ha dicho en los medios informativos, convierte necesariamente al futbolista en un delincuente. Sí, está bajo sospecha en el departamento del Tesoro de los Estados Unidos, y ellos pueden ponerlo en una lista, quitarle la visa para ingresar a su país y prohibirle a sus paisanos y empresas que tengan relaciones comerciales con el futbolista, y además quizá puedan retenerle algún dinerillo que tenga en algunos bancos de su país, pero eso pone en tela de juicio el modelo norteamericano de justicia que ellos se han encargado de presumir como el mejor. Dicen que en su país nadie es culpable hasta que se le demuestra lo contrario, y aquí, en este espinoso asunto se evidencia que todo su sistema de justicia no es más que una soberana mentira cuando se trata de aplicarla contra las minorías étnicas y los que ellos consideran enemigos de su país. Rafa Márquez no ha sido juzgado ni oído ni vencido en juicio para imponerle estas sanciones y las que se le están aplicando en nuestro país por parte de las autoridades mexicanas, y eso atenta contra el principio de presunción de inocencia del que tanta alharaca se ha hecho en la implementación del nuevo sistema de justicia penal. Aparecer en una lista negra del Departamento del Tesoro del vecino país del norte no debería servir para estigmatizar a nadie, debería servirnos de base y ejemplo para realizar nuestras propias listas negras y comenzar un verdadero trabajo profesional de nuestro sistema de justicia; pero no necesitamos que los gringos, con sus obscuros intereses y presiones, nos dicten lo que deberíamos hacer en todos los campos de nuestra política internacional, de nuestra forma de realizar las investigaciones y cómo deberíamos combatir a los que les llevan las drogas que ellos consumen. Vamos, hasta nos quieren dictar la absurda orden de que les construyamos un muro, y si declaramos que nunca pagaríamos tal desatino, nos quieren dictar lo que deberíamos decir: que no andemos divulgando al mundo que nosotros no vamos a pagar nada. Que nos pongan en su lista negra debería ser sólo un indicio para que nosotros indagáramos sin prejuicios. Y si tienen alguna colaboración en cuanto a la procuración de justicia, que la hagan, pero en los términos y condiciones de los tratados internacionales suscritos por nuestros países para tal efecto, pero filtrarlo por los medios de información es perverso porque todos sabemos que los gringos no hacen nada de manera gratuita, todo tiene un fin oculto, “piensa mal y acertarás”, esa es la divisa que deberíamos tener siempre presente en nuestras relaciones de mala vecindad. Para no ir muy lejos, en primer término la información del Departamento del Tesoro no es infalible. El periódico El Universal acaba de publicar una nota de un empresario mexicano, Filemón García, que vivió el calvario de haber estado en esa famosa lista negra. “En 2012 fue acusado de formar parte de la red de lavado de dinero de los Zetas. Dos años después, la procuraduría General de la República (PGR) lo exoneró del delito. En 2016 la Oficina de Control de Activos Extranjeros de Estados Unidos (OFAC) lo sacó de su lista y hoy en día tiene liberadas sus cuentas y está a punto de recuperar su visa como inversionista para entrar a Estados Unidos”. Don Filemón García tuvo que cargar con el desprestigio social y profesional de haber sido acusado injustamente, además de tener que demostrar ante todas las autoridades su inocencia, para que a final de cuentas le dijeran nomás: “sí, usted perdone, pero es que como usted apareció en la lista”. El caso de Julión Álvarez no es distinto, el hecho de que a muchos no nos guste lo que canta y cómo canta; y que se haya casado con la prometida de Valentín Elizalde, asesinado presuntamente por un grupo delictivo, no lo hace culpable. Independientemente de las responsabilidades que resulten de estos hechos, resulta muy sospechoso que cuando el gobierno mexicano realiza aclaraciones precisas que ponen en entredicho la palabra del nefasto presidente gringo, incluyan en una lista negra a un personaje que se acaba de retratar con el presidente mexicano en el Cañón del Sumidero. Piensa mal y acertarás.