“El infierno no está en el remordimiento, está en el corazón vacío”Khalil Gibrán Una vez más constatamos que, en esta ciudad “Usted puede hacer lo que quiera, porque al fin NADIE LE DICE NADA” ante la falta de autoridad pues no queda más que denunciar, y es que son pocas las cosas que causan asombro, pero tener un criadero de pollos en una de las colonias más céntricas de Morelia como lo es la Chapultepec Sur, es de verdad asombroso; los vecinos se despiertan desde las 5 de la mañana con el pío pío mañanero, pues una empresa que vende pollos decidió que las granjas en el campo estaban muy alejadas de la ciudad y por qué no, mejor tenerlas aquí cerquita, total, la gasolina está cara y aquí pues TODO SE PUEDE. ¿Con quién levantar esta queja? ¿A quién acudir? Ya no solo es el despertar con el cantar del gallo, es la peste, las heces fecales y los insectos que empiezan a pulular en la zona, sobre la calle 13 de Septiembre casi esquina con Batalla de la Angostura, ¿Existirá algún permiso con el que se amparen? ¿Y ahora, quién podrá ayudarnos? Mientras llamamos al Chapulín Colorado o a algún escudero ciudadano, seguiremos indagando en este asunto. “Tolerancia cero en multas viales” así fueron las declaraciones del presidente municipal hacia las preguntas de los ciudadanos sobre la nueva modalidad (ya no tan nueva) de presentarse a pagar una multa ante un juez de lo civil. Esta práctica ciudadana es una forma de participación reciente que, parece ser funciona de otra manera, ante la mala conducta que tenemos todos (o la mayoría) por cometer alguna infracción de tránsito. En principio, si a usted lo infraccionaron, no puede mandar a nadie a pagar su multa, el acreedor debe presentarse con su INE en las oficinas del Juzgado cívico municipal que están en la antigua central de autobuses, en la calle de Eduardo Ruiz. El trato es muy amable, y después de darle una ficha, lo invitan a pasar a una sala de audiencias, muy parecida a las que hemos visto en los programas de televisión estadounidenses, con banquitas tipo iglesia y aire acondicionado, en donde un juez de lo civil manda llamar a cada uno de los infractores, frente al estrado, de uno por uno, y públicamente los conmina a evitar ser infraccionados. Ahí uno se entera de todos los casos: si alguien se ha estacionado donde no debe en repetidas ocasiones, si alguien se pasó el alto o si estorbó el paso de las rampas para discapacitados. Entre las objeciones al juez se encuentran que las calles están mal señaladas, que la pintura ya no se ve en las banquetas y que, por tanto, no se sabe si se puede o no estacionar, si se pasan los semáforos en las noches por la falta de alumbrado y la inseguridad que se siente en la mayoría de las calles de Morelia al no haber suficientes patrullas ni cámaras de seguridad, o si el infraccionado es un turista quien no sabía que una calle era de un solo sentido, en fin… a todas las observaciones el juez solo contesta que hay que revisar el reglamento de tránsito y que, para no causar daños a un tercero los conmina a obedecer los señalamientos; nadie se escapa de pagar la multa, saliendo de la sala, directo a la caja a pagar. En una media hora (que es lo que, en promedio, dura el numerito) uno sale regañado, expuesto ante otros infractores y con $547.00 pesos menos en la cartera, pero con la convicción de que, ahora sí será un mejor conductor. Buena lección para el ciudadano y más buena la recaudación para el municipio, pues la caja tiene una fila constante de infractores. tocamal@yahoo.com