"De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo. Solo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria" Jorge Luis Borges Señor Toca-Mal, la memoria humana no siempre retiene tanta información como nos gustaría, en especial, cuando se trata del contenido en forma de libro, serie o película. Es inquietante notar que algunos recuerdos desaparecen poco después de haberlos adquiridos. En especial, aquellos que se relacionan más con conocimientos e información, que con experiencia. La información entra en nuestro cerebro a través de nuestros sentidos, pasa por nuestra memoria sensorial, la memoria a corto plazo y termina en la memoria de trabajo. Ebbinghaus, psicólogo, descubrió que la información se olvida rápidamente: aproximadamente el 56% en una hora, el 66% en un día y el 75% después de más de seis días. Si no le damos a nuestro cerebro una buena razón para integrar la información en nuestra memoria a largo plazo, se desvanece. Si deseamos recordar, tenemos que parar de vez en cuando y pensar en aquello que leemos, repetirlo, resumirlo, identificar patrones. Buscar relaciones con ideas que ya conocemos. Asociarlo con recuerdos poderosos, asociarlo con las emociones. En mi círculo de lectura encontré un razonamiento de autor desconocido: "He leído muchos libros, pero me he olvidado de la mayoría. Pero entonces, ¿Cuál es el propósito de la lectura?". Esta fue la pregunta que le hizo un alumno a su Maestro, el cual no respondió en ese momento. Sin embargo, después de algunos días, mientras él y el joven alumno estaban sentados cerca de un río, dijo que tenía sed y le pidió al alumno que le trajera un poco de agua con un colador viejo y sucio que había en el suelo. El alumno se sobresaltó, porque sabía que era un pedido sin lógica. Sin embargo, no pudo contradecir al Maestro y, habiendo tomado el cedazo, comenzó a realizar esta absurda tarea. Cada vez que sumergía el colador en el río para traer un poco de agua para llevar a su Maestro. ni siquiera podía dar un paso hacia él, ya que no quedaba ni una gota en el colador. Lo intentó y lo intentó decenas de veces, pero, por mucho que trató de correr más rápido desde la orilla hasta su maestro, el agua siguió pasando por todos los agujeros del tamiz y se perdió en el camino. Agotado, se sentó junto al maestro y dijo: "No puedo conseguir agua con ese colador. Perdóneme Maestro, es imposible y he fallado en mi tarea", "No -respondió el Maestro sonriendo- no has fallado. Mira el colador, ahora brilla, está limpio, está como nuevo. El agua que se filtra por sus agujeros, la ha limpiado". "Y cuando lees libros -prosiguió el maestro-, eres como un colador y ellos son como el agua de río. No importa si, o no, puedas guardar en tu memoria toda el agua que dejas fluir en tí, porque los libros, sin embargo, con sus ideas, emociones, sentimientos, conocimientos, la verdad que encontrarás en las páginas, limpiarán tu mente y espíritu, y te convertirán en una persona mejor y renovada. Este es el propósito de la lectura". Saludos, Dr. Efraín Regalado Sánchez. tocamal@yahoo.com