Usted puede hacer lo que quiera

El conocimiento se construye desde la primera infancia y acompaña al proceso de desarrollo de la persona, influyendo en su comportamiento y capacidad para resolver problemas.

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“Existen tres clases de ignorancia: no saber lo que debería saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debería saberse”

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La Rochefoucauld

“Existe un solo bien, llamado conocimiento, y un solo mal, llamado ignorancia”, lo dijo Sócrates. La Ignorancia es la carencia de conocimiento o información, tanto a nivel general como específico. El término proviene del latín que significa “no conocer”. Puede tener connotación despectiva, cuando se señala a otra persona con intención de descalificar sus afirmaciones u opiniones en torno a un determinado tema.

La ignorancia sobre temas específicos es una cuestión común; desde el punto de vista positivo puede entenderse como la puerta hacia el conocimiento: “Lo poco que sé, se lo debo a mi ignorancia”. Así mismo Albert Einstein mencionó: “Todos somos ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas”. El conocimiento es la acción y efecto de conocer, es decir, de adquirir información valiosa para comprender la realidad por medio de la razón, el entendimiento y la inteligencia; o sea, lo que resulta de un proceso de aprendizaje.

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El conocimiento se construye desde la primera infancia y acompaña al proceso de desarrollo de la persona, influyendo en su comportamiento y capacidad para resolver problemas. La ignorancia supina es un tipo de ignorancia relativa a asuntos básicos de la vida; se dice que deriva de la negligencia de una persona a aprender o inquirir (indagar) conocimientos esenciales de aquello que debería saber. Ejemplo, una enfermera que no sabe inyectar.

Hoy el derecho a la educación y el acceso libre al conocimiento y a la información veraz está relacionado como uno de los Derechos Humanos. William James Durand (1885-1981), filósofo, escritor e historiador estadounidense, conocido por sus obras Historia de la filosofía e Historia de la civilización, entre otras, mencionó que la educación es un descubrimiento progresivo de nuestra propia ignorancia y el conocimiento es el ojo del deseo y puede convertirse en el piloto del alma.

Robert N. Proctor, estadounidense, primer historiador de la ciencia en testificar contra la industria del tabaco ante los tribunales, recuperó el término “Agnotología” acuñado por un lingüista en 1992 a partir del vocablo agnosis (“no saber”), y escribió una obra ya clásica, Agnotología: la producción de la ignorancia. Aunque Sócrates sentó las bases de la Agnotología al decir “Solo sé que no sé nada”, sólo recientemente se ha tomado nota de la magnitud de lo que nos falta por saber. Brian Tracy, canadiense, orador motivacional y escritor de desarrollo personal, escribe que, “aquellas personas que desarrollan la capacidad de adquirir continuamente nuevas y mejores formas de conocimiento que puedan aplicar a su trabajo y a sus vidas, serán los motores y agitadores en nuestra sociedad para el futuro indefinido. Descubrí que podía aprender todo lo que necesitaba saber para tener éxito en cualquier cosa que realmente me importa. El conocimiento hizo posible las cosas”. 

Dr. Efraín Regalado Sánchez, saludos.

tocamal@yahoo.com