Ada Estela Vargas Cabrero La ciudad de Morelia tiene tan destrozados los pavimentos de las calles que le han dado el nombre de “Bachilandia” y aunque el ayuntamiento actual manifiesta el deseo de mejorarlas a través de obras, es tan grande el daño que se notan poco y aparte, surgen nuevos desastres en calles que la pasada administración “arregló” a costos elevadísimos como la calzada Juárez, que tiene muchas grietas y postes que sirven de grandes estorbos y provocan desajustes en quienes manejan. Las noticias en periódicos, radio o televisión y en las redes sociales informan de graves accidentes con pérdidas de vidas o mutilaciones y de dinero ni se diga. Eso es en carreteras y en la red urbana pero llama la atención que no hay campañas bien planificadas al respecto. A esto contribuye sin querer, la obra de reencarpetamiento o nuevo pavimento y el estorbo natural que producen. Muchas personas han perdido la vida, algún miembro del cuerpo, la movilidad, y dinero debido a esto. A pesar de que los viajeros frecuentes conocen los sitios peligrosos de las carreteras, se siguen dando y no han puesto remedio las autoridades. La cantidad de vehículos circulantes en la ciudad es muy elevada y recuérdese que las calles son estrechas a lo que se une la falta de estacionamientos en el centro histórico ocupando la banqueta y dejando indefensos a los transeúntes. A ello se añade el paso de un tren totalmente obsoleto cuyas maniobras han costado vidas y vehículos. En Carrillo, Villalongín, monumento a Cárdenas, Camelinas, glorieta de la subida a Santa María, avenida Periodismo, por l estadio de futbol, etc. es peligrosísimo circular. A ello se añaden las marchas, tomas y plantones que provocan acres comentarios de los visitantes, que preguntan extrañados cuándo se trabaja y cuánto. Las horas de entrada y salida de escuelas en cualquier nivel son un dolor de cabeza y si fuera bueno el transporte público, la gente lo tomaría pero no. Las combis van sin cristales o con ellos inmóviles pues ni se cierran ni e abren y los pisos tienen agujeros. Como dijo Toñí cuando vino de España…-¡Oye!...¿Dónde ponen el trasero para sentarse, si le quitaron la mitad a las tablas que sirven de asientos?...Qué vergüenza. La novedad es que entró el servicio de UBER pero la gente no sabe cómo contactarlo, duda de su efectividad y no quiere creer las cosas. Por lo que respecta a los taxis, en Morelia prestan servicio de regular a excelente según la línea que ocupe. Se les sugiere atentamente a las autoridades competentes, tomar cartas en el asunto y por lo menos, ordenar y educar a los particulares que manejan. Lo más desastroso de la ciudad es el transporte público: malo y caro. Vaya pues, querida Morelia, no mereces esto.