¿Y dónde está el PRI?

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

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Jaime Darío Oseguera Méndez

 

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Todavía no inicia el sexenio de la cuarta transformación y el PRI está ausente. Escondido. Tal vez encandilado por la abrumadora avalancha de votos que obtuvo MORENA, hoy que tanto se necesita un partido fuerte, serio, experimentado en la oposición, el Partido Revolucionario Institucional está ausente de la discusión pública en el país.

Me refiero por supuesto a sus dirigencias. Tanto la nacional como la estatal brillan por su pasmo e inacción. Timoratos, en su autismo pretenden que no pase nada con el hecho de que ellos no volteen a ver. Es una vergüenza que el PRI no tenga posicionamientos claros sobre lo que está pasando en México.

Ni los diputados locales o federales ni los dirigentes saben que hacer. Se escudan en el lugar común. Hablan de puras banalidades. Están en la fría superficie, mientras en el tejido social, de fondo se discuten los problemas del país.

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No hay por ejemplo un posicionamiento claro sobre el aeropuerto cancelado. Lo quieren porque sí, pero no hay argumentos que hagan valer por lo menos una justificación en lo que entierran al muerto. Lo quieren porque sí, porque el Presidente Peña Nieto lo dijo. No escuchamos un argumento serio convincente del priismo del Estado de México sobre la conveniencia del aeropuerto para el desarrollo de esa entidad. Tal vez no lo tienen, tal vez tampoco están tan de acuerdo con el proyecto. El silencio también es una respuesta.

Más allá del aeropuerto, el tema es la consulta. Escuché voces valientes pero aisladas de priistas que expresaron su punto de vista sobre este ejercicio lopezobradorista. Fue una chunga. Democracia chabacana, tropical, pero a fin de cuentas es un ejercicio de participación ciudadana del que no hay un posicionamiento claro del PRI. Como partido nacional debería estar latente en los temas políticos. No es así. El pasmo lleva a la inacción y tal parece que lo único que les interesa a los dirigentes es cuidar el muerto, pasearlo, para administrar su velorio y obtener los beneficios de la derrota.

Lo que no saben, porque no salen, es que abajo el PRI existe, se mueve, está vivo y con capacidades para ellos, los dirigentes, desconocidos. Abajo hay debate y la gente lo vive intensamente. En la colonia, el centro de trabajo, el café, la familia o los círculos culturales, el debate sobre el futuro del país es intenso y he escuchado defender con vehemencia a muchos priistas la posición que deberían tener los dirigentes.

El PRI es un partido socialdemócrata, que pone en el centro el valor de la igualdad social y la democracia como los fundamentales de su acción política. Como tal se opone a los radicalismos de derecha e izquierda. Es un partido plural, porque recibe en sus estructuras orgánicas a gente de diferentes actividades cotidianas que conforman el espectro de una sociedad diversa: lo mismo participan campesinos que empresario, jóvenes, profesionistas, obreros. Es un partido nacional, así que hay debate por el priismo en todo el país, aunque sus dirigentes no lo orienten, ni lo escuchen ni les importe. ¿Y si es tan bueno entonces por qué perdió? Porque la corrupción de sus gobiernos terminó sepultando los logros y beneficios que el PRI generó para el país. Porque la disputa de sus dirigentes es por las posiciones fáciles. Ganó la rapiña política y el desprestigio. A pesar de que hay gente que suda la camiseta y defiende su bandera al nivel de base, se impuso el hartazgo de las oficinas y funcionarios públicos que obtienen su cargo por el partido pero viven en una burbuja superficial, alejados de la gente.

¿Por qué la gente no votó por el PRI? El militante no se sintió representado. Se tuvo que traer a un candidato externo y la gente no se sintió identificada con sus dirigencias. El candidato por cierto es un hombre extraordinario, solo que llegó a destiempo, no pudo aterrizar con la base y lo arrasó la ola de descontento.

La corrupción y la impunidad sin duda fueron los ingredientes centrales de la derrota del PRI y justamente de esos temas no se dice nada. ¿Dónde está el PRI?¿Tiene que aceptar como “normal” el desprestigio de los gobiernos priistas? Las actuales dirigencias nacional y estatal, deberían tener un diagnóstico claro de lo que termina y hacer una crítica de fondo sobre la naturaleza de los gobiernos priistas. El fundamento de una acción política progresista es la autocrítica.

Pero no. Están intelectualmente impedidos. En Michoacán ni siquiera siendo oposición se habla de los errores del gobierno. Son aliados. Se ufanan de la complicidad. La dirigencia  persigue más a sus propios militantes, a sus críticos, antes que levantar algún señalamiento en contra de cualquier gobierno.

Los políticos más peligrosos no son aquellos que todo lo critican, sino los que todo lo adulan. En el PRI no debería haber tiempo para la zalamería ni la autocomplacencia.

México necesita un partido de verdadera oposición. De otra manera MORENA podría creer que tiene la capacidad de hacer y deshacer con todo lo que se le pone enfrente. Las ocurrencias no son buen aliado en la política. No se puede gobernar al impronto y aunque ganaron abrumadoramente, la mitad de los electores no votó por esa opción política. Pero el PRI no aparece. Sus dirigencias guardan un silencio sospechoso. Aparentemente los dirigentes están muy contentos  y conformes  con la virtual desaparición del PRI.

Pues no. Les tengo una noticia. Abajo, la militancia está viva. Resentida y dolida pero actuante. Se organizan para sus propias causas en los municipios y las colonias. Si no los defienden, van a intentar cooptarlos.  Muchos se van a ir, pero sin duda habrá muchos otros que querrán volver a izar las banderas de un partido que es más, mucho más de lo que son sus dirigentes y gobernantes. Ahí está el PRI, abajo. Arriba sólo está el cascarón.