Tijuana.- El profesor Christopher Faustin será el primero en recibir una de las 100 casas que se construyen en Tijuana en la villa denominada “Pequeña Haití Ciudad de Dios”, espacio que dará un hogar a 225 migrantes haitianos. Visiblemente emocionado al recibir la noticia, el migrante nacido en Haití y quien fuera profesor de inglés, francés y español, comentó que hacer su casa en esta frontera es una bendición “muy grande y emocionante” porque al fin va a tener un hogar para su familia. Enfatizó que aunque no había contemplado vivir en México, ahora ve un futuro prometedor para él, su esposa y su pequeña hija de dos años, ya que señaló, comenzará a buscar empleo ya sea dando clases o pintando carros, oficio que aprendió cuando vivió en Brasil. El pastor de la iglesia Embajadores de Cristo, Gustavo Banda, comentó que el proyecto “Pequeña Haití Ciudad de Dios”, surgió para darle un hogar a los haitianos y sus familias, los cuales tienen más de dos meses y medio hospedados en su iglesia. En la construcción, entre cemento, varilla, madera y triplay, mencionó que este complejo de viviendas se está llevando a cabo en la colonia Divina Providencia, en una zona marginada, al lado de aguas negras. Indicó que la primera etapa de la villa estará integrada por 22 casas las cuales se planean concluir antes de que finalice el primer semestre del año, ya que su meta final es construir 100 viviendas en total. Explicó que las primera 22 casas que medirán 16 por 20 pies y tendrán divisiones para una cocina pequeña, habitación y baño, estarán en un predio de mil 200 metros cuadrados, mientras que el resto serán levantadas en otro espacio que medirá cerca de cinco mil metros cuadrados. En este sentido, aseveró que estos terrenos donde se construirán las casas, fueron donados por una fundación privada, por lo que señaló, estos hogares serán edificados en madera con emplaste y contarán con los servicios básicos como es agua, drenaje y luz. Gustavo Banda mencionó que la villa, por el momento sólo será habitada por haitianos, ya que argumentó que no es fácil para estas personas vivir en otro país sin tener comida o trabajo fijo. Sin embargo, no descarta que si el proyecto recibe apoyo, también podrá ayudar a migrantes mexicanos, guatemaltecos, entre otros. Al respecto, Francisco Hernández, uno de los voluntarios que están construyendo las casas, dijo que apoya voluntariamente porque los migrantes haitianos son personas que necesitan mucha ayuda por las dificultades que tienen al venir de otro país. En cuanto a la vida que llevan los haitianos en esta frontera, detalló que desde las seis de la mañana, los migrantes salen de su albergue para dirigirse a trabajar en la construcción, limpieza de hoteles, lavado de autos y vendiendo en la avenida Revolución. Manifestó que muchos de los albergues desalojan a los haitianos cuando consiguen la forma de trabajar, pero que él considera que con ochocientos pesos a la semana es imposible pagar renta, transporte y mantener a su familia. Por ello, el pastor que tiene 20 años ayudando en el albergue, considera que teniendo una casa, el dinero que ganen los haitianos en su trabajo podrá servirles para comer, vestir y vivir en un entorno familiar.