Notimex / La Voz de Michoacán México, 18 Mar.- El ingeniero químico Mario Molina, quien mañana cumplirá 70 años de vida, destaca como uno de los especialistas más importantes del país, descubridor del agujero de ozono antártico y el único mexicano en recibir el Premio Nobel de Química. José Mario Molina Pasquel y Henríquez vino al mundo el 19 de marzo de 1943 en la Ciudad de México, en el seno de una familia liderada por el especialista en derecho y diplomático, Roberto Molina Pasquel. El pequeño Mario cursó sus primeros estudios en la capital del país y cuando cumplió 11 años fue enviado a Suiza a continuar su educación. De regreso a su país, en 1960, ingresó a la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde cursó la carrera de Ingeniería Química. De acuerdo con la biografía de Mario Molina publicada en el portal de Internet "tenoch.scimexico.com" tras su graduación, el químico decidió cursar un posgrado en la Universidad de Friburgo, Alemania, donde pasó cerca de dos años realizando investigaciones sobre cinética de polimerizaciones. En 1968, ingresó al programa de doctorado en fisicoquímica de la Universidad de Berkeley en California, Estados Unidos, donde se incorporó al grupo de investigación del Profesor George C. Pimentel. En los siguientes años Molina obtuvo el doctorado y permaneció un periodo más en Berkeley, donde en 1973 fue nombrado investigador asociado en la Universidad de California, Irvine, con el profesor F. Sherwood Rowland, y dos años más tarde miembro de esta institución educativa, puesto que le permitió desarrollar sus propias investigaciones. Posteriormente, decidió explorar la vida profesional extraacadémica, y se unió al Jet Propulsion Laboratory, en el grupo de Física y Química molecular. Sin embargo, en 1989, Molina volvió a la academia luego de adquirir la ciudadanía estadounidense y de incorporarse al Instituto Tecnológico de Massachusetts. El destacado mexicano ha desarrollado numerosas investigaciones sobre problemas ambientales, las cuales han sido publicadas en diversas publicaciones científicas, y le han valido ser considerado como uno de los primeros científicos en alertar acerca del peligro que representan para la capa de ozono los clorofluorocarbonos empleados en aerosoles, tanto industriales como domésticos. En 1995 recibió el Premio Nobel de Química por sus trabajos conjuntos sobre la química de la atmósfera, y en 2006 recibió el título de Doctor Honoris Causa por parte de la Universidad de Chile. Actualmente, Mario Molina se desempeña como académico de la Universidad de California, San Diego.