Mtra. Gloria Nadielly Aguirre Martínez colaboradora de La Voz de Michoacán Educación: Proviene del latín educere que significa conducir, guiar, orientar, aunque también es posible relacionarla con la palabra exducere: sacar hacia fuera, llegando a la definición etimológica de "conducir hacia fuera", y se considera un proceso humano y cultural complejo. Para establecer su propósito y su definición es necesario considerar la condición y naturaleza del hombre y de la cultura en su conjunto. Emociones: Son respuestas o reacciones fisiológicas que genera nuestro cuerpo ante cambios que se producen en nuestro entorno o en nosotros mismos. Estos cambios se basan en experiencias que a su vez dependen de percepciones, actitudes, creencias sobre el mundo; que usamos para percibir y valorar una situación concreta. La educación emocional se entiende como el proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo emocional como complemento indispensable del desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los elementos esenciales del desarrollo de la personalidad integral. Para ello se propone el desarrollo de conocimientos y habilidades sobre las emociones con el objeto de capacitar al individuo para afrontar mejor los retos que se planten en la vida cotidiana. Todo ello tiene como finalidad aumentar el bienestar personal y social. (Bisquerra Alzina, 2005) De esta definición podemos comprender que la educación emocional es un proceso intencional y sistemático, que nos permitiría un conocimiento más amplio y a fondo del desarrollo de las mismas, por lo cual, se entiende que es una innovación educativa que responde a las necesidades de desarrollar competencias emocionales, que nos permitan llevarla a la práctica para generar un ambiente emocional sano donde no solo se implique a los profesores si no a la familia en general, cuyo objetivo será lograr un aprendizaje que les permita expresar los sentimientos y desarrollar habilidades sociales como el autoconocimiento, la expresión de sentimientos, a escuchar, a ser empáticos, etc., lo cual les servirá a lo largo de su vida. La educación para el siglo XXI se concibe como: aprender a conocer, aprender hacer, aprender a convivir y aprender a ser. Los dos primeros se refieren a la educación intelectual, conocimientos y procedimientos, ciencia y tecnología, respectivamente; mientras que los dos últimos tienen que ver con las actitudes, con la formación humanística La educación emocional influye al desarrollo mental e intelectual del ser humano, de esta manera, el sujeto aprende a reconocer los sentimientos propios y de los demás, lo cual, en algún momento, le permite intervenir en las emociones de los demás y adecuar las situaciones necesarias para su vida. Dentro de la educación emocional encontramos la orientación que se le debe de dar hacia el bienestar ético y morales, a esto se le denomina el emotivismo moral. Entre algunos autores que lo mencionan están Aristóteles, que se refería a la eudemonía (o felicidad) como el centro de la vida moralmente virtuosa. Precisamente este concepto (eudemonía) ha sido recuperado para hacer referencia al bienestar eudemónico, también denominado bienestar psicológico, que es el profundo bienestar que se obtiene a través del ejercicio de las capacidades humanas encaminadas a hacer el bien. La ética es una práctica que se debería vivir desde la emoción y no solamente desde la razón. La empatía está en la base de una ética que sólo necesita que las personas vivan sus emociones con plenitud. La emoción es el fundamento de la ética y de la moral. Se trata de vivir, sentir, experimentar la ética, más que pensarla o comprenderla desde el lenguaje: mi felicidad y mi dolor dependen del dolor y de la felicidad de los demás. Tenemos necesidad de compartir las emociones. Por su parte David Goleman (Goleman, 1995) define la inteligencia emocional como: “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones”. Por ello, decide dar un enfoque basado en competencias al cual nombro “Modelo Mixto”, en el que se establecía que el ser humano podía educarse en Inteligencia Emocional basándose en una serie de competencias emocionales que le permitiera adquirir capacidades básicas que le permitieran potencializar el reconocimiento de los sentimientos para motivar y crear un manejo adecuado de las emociones con nosotros mismos y con los demás. Steiner y Perry (Steiner, 1998) la educación emocional debe dirigirse al desarrollo de tres capacidades básicas: “la capacidad para comprender las emociones, la capacidad para expresarlas de una manera productiva y la capacidad para escuchar a los demás y sentir empatía respecto de sus emociones” La educación emocional apunta al desarrollo de competencias emocionales que contribuyan a un mejor bienestar personal y social. Repercute también en una mejora del proceso de aprendizaje curricular. Para poder enseñar algo es necesario poder tener un manejo de eso. A diferencia de lo que pasa con una materia curricular, la educación emocional implica más que un manejo teórico, involucra el manejo de las propias emociones y este punto no es trabajado en la formación curricular del docente. La importancia de este buen manejo es fundamental, ya que como indican las neurociencias, el aprendizaje requiere el modelado del otro. En el caso de aprender a regular mis emociones el modelo que me brinde el otro será "la lección" a aprender. Las emociones constituyen un factor importante al momento de explicar o interpretar el comportamiento humano.