Agencias / La Voz de MichoacánEUA. En ciudades estadounidenses de la frontera con México, por ejemplo en el borde de Texas, ha operado desde hace años una industria extremadamente peculiar. Empresas pagan a personas a cambio de extraerles plasma de su sangre, un producto biológico que luego es usado en la industria médica y que es muy codiciado. CDL Plasma, en Brownsville, Texas, es una de las empresas que en la zona de Estados Unidos fronteriza con México pagan por donaciones de plasma. (Getty Images) El mercado de plasma, del que Estados Unidos tiene las dos terceras partes, está valuado en 24,000 millones de dólares anuales, de acuerdo a cifras citada por Business Insider, y una parte importante del flujo de ese preciado líquido (que es la sangre a la que se le han retirado los glóbulos rojos y blancos) es “ordeñado” de personas que reciben un pago a cambio. Se ha criticado que esa industria usualmente saca provecho de las personas de menores recursos, que venden su plasma para obtener ingresos básicos, y ese comercio está prohibido en muchos países (entre ellos México) y en todo caso se tiende a evitar su ejercicio en países pobres y en desarrollo. Pero en el lado estadounidense de la frontera esa actividad es permitida -pues es legal en Estados Unidos, un país desarrollado- y la cercanía con México ha propiciado que durante años mexicanos crucen a territorio estadounidense para vender su plasma y hacerse de algunas decenas o cientos de dólares. Según una investigación de ProPublica, eso ha sido posible porque mexicanos que residen en el área fronteriza y cuentan con visas que les permiten cruzar a Estados Unidos pueden luego acudir a las instalaciones de una empresa de compra de plasma y hacer su “donación”, a cambio de unos 40 dólares. Dado que en Estados Unidos se permite que una persona donde hasta en 104 ocasiones al año (cerca de una vez cada tres días), un individuo que donara su plasma con esa intensidad podría hacerse de más de 4,000 dólares anuales. Muchos no llegan a tanto, pero sí se embolsan cientos de dólares. Una bolsa de plasma humano, en este caso obtenido de pacientes que se recuperaron de covid-19. Ese suero ha sido usado como tratamiento para pacientes de esa enfermedad. (Reuters) O se embolsaban, pues el gobierno de Estados Unidos está cerrando las zonas grises en la normatividad que permitían ese comercio de plasma. En principio, las restricciones a los cruces en la frontera de México y Estados Unidos a causa del covid-19 han hecho caer el flujo de personas que buscan vender su plasma, aunque cientos de personas aún lo hacen cada día, de acuerdo a fuentes citadas por ProPublica, en algunos cruces fronterizos, como es el caso del de Eagle Pass, Texas. Y en El Paso empresas ofrecen hasta 1,000 dólares al mes para atraer “donantes” de plasma. Ese dinero resulta muy deseable para muchas personas de bajos recursos en México, aunque a gran escala todo ese esquema luzca abusivo, un uso de una población vulnerable para el lucro de una voraz industria. ProPublica comenta que mexicanos que “donan” frecuentemente su plasma, como una forma de obtener ingresos regulares, con frecuencia sufren de bajo peso y falta de anticuerpos. Así, las autoridades estadounidenses han reclasificado esa actividad y la ha considerado ahora una forma de “trabajo contratado”, algo que no les está permitido a los tenedores de visas de cruce fronterizo o visas B1/B2, que permiten a los extranjeros que las tienen practicar el turismo y realizar algunas actividades económicas, pero no el realizar trabajos en Estados Unidos. Si un extranjero con esa clase de visas acude a “donar” su plasma a cambio de dinero, se expone a que su visa les sea cancelada. La industria del plasma está en desacuerdo con esa reclasificación, pues le representa una pérdida de negocio, y al parecer planea cabildear para que sea revertida, indicó ProPublica. Y quien contaba con el dinero que le producía la venta periódica de su plasma, esa nueva norma ciertamente desangrará sus ingresos. Algo problemático al tratarse, con frecuencia, de personas de bajos ingresos que recurren a ese comercio como una forma de sobrevivencia, incluso aunque afecte su salud. Lo cierto es que aplicar la disposición contra ese comercio luce difícil, pues una persona que cruza de Estados Unidos a México puede en la frontera no decir que va a “donar” sangre y simplemente explicar que realizará compras o visitará familiares, lo que es un fenómeno cotidiano en la región. Y aunque las compañías que continúen recibiendo y pagando plasma de visitantes extranjeros que no tienen autorizado trabajar en Estados Unidos pueden enfrentar cargos penales, explicó ProPublica, no es claro si las autoridades actuarán en su caso contra las empresas infractoras.