Redacción / La Voz de Michoacán Ciudad de México. Los gobiernos de México y Guatemala han acordado fortalecer su cooperación para evitar la entrada en sus territorios del gusano barrenador del ganado, una plaga considerada de alto riesgo para la salud humana, según ha informado la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader). El gusano barrenador del ganado, o Cochliomyia hominivorax, es causa de miasis, una parasitosis del cuerpo que afecta a los animales y a los seres humanos. Al alimentarse las larvas de la mosca causan lesiones graves en la piel del ganado, los animales salvajes y los seres humanos. Los efectos son especialmente devastadores en la producción pecuaria debido a la mortalidad y a un menor rendimiento en la producción de leche y carne. Aunque se ha acabado con el gusano barrenador del ganado en Estados Unidos, México y América Central, este sigue presente en varias zonas de América del Sur y el Caribe. Para frenar la entrada de esta plaga, los gobiernos de México y Guatemala han llegado al acuerdo tras un encuentro entre el titular de la Sader, Víctor Villalobos Arámbula, y el ministro de Agricultura, Ganadería y Alimentación de Guatemala, Maynor Estrada, en el que se ha destacado la implementación de este modelo de cooperación internacional para contribuir a contener la dispersión de este organismo. Así, México compartirá, a través del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), conocimientos técnicos y estrategias de identificación y control del gusano barrenador, tanto con las autoridades de Guatemala como con naciones de Centroamérica, con el propósito de contribuir a generar medidas efectivas de contención. Además, se trabaja para habilitar instalaciones de revisión en la frontera sur de México, con la finalidad de aplicar tratamientos sanitarios al ganado que entre desde Guatemala y prevenir la introducción a territorio nacional del gusano barrenador u otra plaga. Villalobos Arámbula ha urgido a establecer medidas regionales, ya que se ha detectado la dispersión del gusano barrenador en países como Panamá, Nicaragua y Costa Rica, lo cual, ha advertido, representa un riesgo latente para el sector pecuario de la región. Ha expuesto además la necesidad de reforzar los mecanismos de colaboración con Panamá, con el propósito de fortalecer la capacidad operativa de la planta de producción de moscas estériles que se encuentra instalada en ese país. Esto con el fin de garantizar la calidad de los insectos e implementar una estrategia efectiva de contención a nivel regional, a través de un modelo de control biológico. El secretario de Agricultura ha detallado que otra de las acciones de cooperación que ofrece México a Guatemala es el telediagnóstico, a través del cual especialistas del país podrán constatar la presencia de gusano barrenador mediante el análisis a distancia de las muestras obtenidas en la nación centroamericana. Esto, ha abundado, mediante imágenes de microscopio que desde Guatemala se pueden enviar a los expertos del Centro Nacional de Servicios de Constatación en Salud Animal (Cenapa) del Senasica, quienes pueden determinar si las muestras corresponden o no a la plaga. Por su parte, el ministro de Agricultura de Guatemala ha mostrado el interés de su país por iniciar en breve este trabajo conjunto, y así prevenir la entrada de la plaga a su nación, y colaborar en una estrategia regional de control del gusano barrenador del ganado que evite que la plaga se siga extendiendo. Ha adelantado que promoverá también una reunión técnica en la que especialistas de la Dirección de la Comisión México- Estados Unidos para la Prevención de la Fiebre Aftosa y otras Enfermedades de los Animales (CPA) del Senasica expongan las acciones y protocolos de control con los que cuenta México, y así puedan implementar medidas de prevención. De acuerdo con el Organismo Internacional de Energía Atómica, perteneciente a las organizaciones internacionales conexas al Sistema de las Naciones Unidas, los costos de las medidas preventivas, las pérdidas a causa de las enfermedades animales, la disminución de la producción pecuaria y los costos asociados a la vigilancia epidemiológica de la enfermedad en los países afectados de la región de América del Sur podrían alcanzar los 3600 millones de dólares al año, sin tener en cuenta el problema de salud pública.