Hace 100 años la influenza española golpeó a México

Errores del gobierno, noticias falsas, la prohibición de besos y de 300 mil a 500 mil muertos: así se vivió la pandemia de influenza en México en 1918.

Foto: Internet. Se le puso el mote de “española” porque el país ibérico, ajeno a la guerra, fue el primero que reportó lo que ya vislumbraba como una emergencia sanitaria.

Redacción / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. El 15 de abril de 1918 muchos negocios comenzaron a cerrar, los teatros cancelaron sus funciones y los comerciantes tuvieron pérdidas nunca antes vistas. En el contexto de la Revolución Mexicana, el país vivía una fuerte crisis financiera, con pobreza y miseria por doquier. En algunas calles la gente comenzaba a morir porque una nueva pandemia atacaba a la población mexicana.

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Foto: Internet.

Se trataba de una rara gripe, de un brote de influenza proveniente de Estados Unidos. De acuerdo con el rastreo, las tropas estadounidenses se contagiaron mientras combatían en Europa en la Primera Guerra Mundial, específicamente en Francia. Para arribar al continente llegaron a través de Tamaulipas por el Golfo de México; ese fue el punto de contagio.

Se le puso el mote de “española” porque el país ibérico, ajeno a la guerra, fue el primero que reportó lo que ya vislumbraba como una emergencia sanitaria.

La expansión del virus dejó 21 mil muertos en Coahuila, 20 mil en Sinaloa y 5 mil en Puebla. Como había desabasto de medicamentos, los enfermos fueron tratados con ácido acetilsalicílico (la base de la aspirina) y bicarbonato, además de medicamentos para la malaria.

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El Universal consignó en sus páginas el 20 de abril de 1918: “La enfermedad es como un estremecimiento que va recorriendo por todas las capas de la sociedad, como una sensación de estupor y luego de horror. La gripe, la simple gripa, ha adquirido inesperados trágicos prestigios, cuyo amago hace temblar las carnes de la pobre humanidad.”

Por su parte, las farmacéuticas hicieron uso de iconografía de la astrología italiana del siglo XVII para su publicidad. Hay quienes sostienen que debido a la creencia de que los astros influían en la generación de pandemias, dicha enfermedad recibió el nombre de “influenza”, sin embargo, otras versiones señalan que hacia el siglo XV, en italiano se empleaba la palabra “influenza” para referirse al contagio de una enfermedad, entendido como la “influencia” que la dolencia de una persona ejercía sobre otra.

Pero a los farmacéuticos no les interesaba continuar con supersticiones, sino más bien divulgar conocimientos científicos y vender sus nuevos y novedosos productos: tabletas de aspirina.

Las calles de las ciudades de México rápidamente se llenaron de cortejos fúnebres y en las iglesias se instalaron ornamentos funerarios ya permanentes.

El papel del gobierno mexicano fue poco responsable, ya que se negó a aceptar la magnitud de la epidemia. Los encargados de la salubridad achacaron la enfermedad a la tala de árboles, lo cual atraía vientos fuertes. Debido a ello, se mandó plantar una hilera de árboles alrededor del lago de Texcoco, pero la enfermedad se expandió cuando los primeros árboles eran plantados.

Debido al desastre, el gobierno decidió cerrar el tráfico ferrocarrilero, no permitió el arribo de buques a Veracruz y clausuró la aduana fronteriza en Laredo, Tamaulipas. De acuerdo con El Universal, el presidente municipal de la capital, José M. Garza, hizo rociar creolina en los puntos de mayor infección en la ciudad. Las calles se regaban dos veces al día y se multaba a quien transitara en esas horas.

Además se prohibieron los besos y los escupitajos y se implementó el uso de pañuelos desechables. Se tenía que evitar tocar el teléfono con la boca y se lavaban las manos de forma constante. Entre las medidas que parecieron más extremas a la población fueron el cierre de iglesias y el aislamiento de familiares, cosa que influyó en la simulación de los enfermos.

Como es común aún hoy en día, las falsas noticias no se hicieron esperar. Corrió la especulación de que el virus viajaba en el polvo de las suelas de los zapatos. Finalmente se implementó un toque de queda de facto, por lo cual la gente no podía salir más allá de las 21:00 horas. No había iglesias, fiestas, centros sociales y se desalentaba el consumo de alcohol.

Los síntomas de la gripe española se parecían a los de cualquier gripe común, con la diferencia de lo violento de sus reacciones.

Los periódicos de la época alertaban a la población y recomendaban alejarse de cualquier enfermo de gripe, además advertían de los síntomas de los contagiados: fiebre alta que llegaba casi a 40 grados Celsius, dolor corporal severo, diarrea, vómitos, fuertes hemorragias sanguinolentas por la boca y dificultad para respirar.

En los informes médicos con los que contaba el Hospital General de la Ciudad de México quedó registrado que, en algunos casos, se observaron hemorragias nasales muy violentas y marcas de sangre en los ojos, así como pigmentación en la piel de todo el rostro de los enfermos, además de evidencias de hemorragias pulmonares.

Uno de los datos interesantes de esta epidemia fue la población afectada. Muchas de sus víctimas fueron jóvenes y adultos saludables, y animales, entre ellos perros y gatos. La población entre 20 y 40 años se vio mayormente afectada por la enfermedad. Desde el inicio de ésta, los periódicos insistieron en la necesidad de llevar a cabo una desinfección de los basureros de las colonias, los cuales debían ser incinerados para evitar focos de infección. Con títulos como “¡¡ANTE EL PELIGRO!!”, las propagandas recomendaban a la población comprar medicamentos contra la pulmonía y bronquitis en las droguerías.

Fue hasta el 2 de enero de 1919 cuando El Universal publicó una noticia: “Medio millón de muertos… ¡Pasó su majestad la influenza!”, en referencia a que la enfermedad había sido más mortífera que las armas de la Revolución Mexicana. Autores que estudiaron el tema hablan de casi medio millón de mexicanos muertos por la influenza y otros indican que la cifra más aproximada es 300 mil fallecidos, 7 mil de ellos en el entonces Distrito Federal. Los más afectados por la pandemia fueron los adultos mayores, y adultos de entre 20 y 40 años de edad.