Uno de los problemas característicos en el ejercicio de la función pública de mando y gobierno, es confundir las palabras con los hechos. Hay quienes se preocupan desde el poder en dar muchas explicaciones de por qué están ocurriendo las situaciones que perjudican a la población y ni se acuerdan de atender su trabajo para encontrar las soluciones. Se dan cifras de los hechos delictuosos y se esgrime un discurso evasivo, de diagnóstico, sin abordar para nada las acciones concretas. En preparación seguramente para crear condiciones favorables para su Primer Informe de Gobierno, el titular del Poder Ejecutivo, Fausto Vallejo Figueroa, le ha tenido que entrar directamente al tema de la estrategia contra la violencia. Aunque esa misión debería ser desarrollada por sus colaboradores, en el marco de la entrega de uniformes a los elementos de diferentes policías municipales, el gobernador instó a sus funcionarios para dar resultados, en lugar de discursos. La presión social es grande. Sin excepciones, no hay día tranquilo. Un día matan a una mujer por arrebatarle el bolso. Otro acribillan los delincuentes a otra señora por el rumbo de las oficinas de la CFE de Morelia. En otra jornada violenta, dan muerte cerca del Bosque Cuauhtémoc a una señora que iba acompañada de su hija y nieto. Esos brotes diarios de violencia arrancan la vida de un joven atleta en el momento que su madre iba a ser despojada de su vehículo. Parece que ya ardió Troya porque la sangre derramada es por todos lados, al punto que de los niños muertos de la Tenencia Morelos ya no se acuerdan las autoridades para esclarecer los hechos y castigar a los responsables. Pero no solamente es en la capital del Estado. En los otros municipios es lo mismo, la extorsión, el secuestro, los levantones y la privación de la vida tienen atemorizada a la gente de paz. El gobernador puso el dedo en la llaga en un punto muy delicado. Quizá para ahuyentar el fenómeno de los chivos expiatorios, ha dado instrucciones de legalidad muy precisas. Dijo que se buscará que las actuaciones que realicen los agentes del Ministerio Público sean las adecuadas para evitar que por mala integración de las averiguaciones previas los presuntos delincuentes puedan quedar en libertad, aprovechando cualquier hueco jurídico. Indudablemente que el gobernador pone los puntos sobre las íes. No cabe duda que sus colaboradores deben orientar su trabajo hacia los hechos, las declaraciones, los discursos, las opiniones y los dichos en nada ayudan a contener la violencia. Que cada quien haga su trabajo con profesionalismo, responsabilidad y oportunidad. La lógica que hace falta es esa, la de que cada quien atienda las funciones que la ley le marca a cada funcionario. Ya basta de que se vean unos a otros y la violencia crezca sin parar.-