Notimex/La Voz de Michoacán México. El hallazgo realizado por la organización ambientalista Sea Shepherd, el 12 de marzo pasado, del primer ejemplar de vaquita marina muerto y atrapada en una red de pesca dentro de una zona de refugio en el Alto Golfo de California, prendió una vez más las alertas para salvar al cetáceo del peligro de extinción en que se encuentra, como una herencia de administraciones pasadas. Las implicaciones que traería para México la extinción del único mamífero endémico en nuestro país, serían muchas y de graves consecuencias, como la suspensión de todo el comercio internacional con especies de flora y fauna silvestre amenazadas hasta un posible embargo al camarón en el Golfo de México. Investigadores del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), coinciden que la crítica situación en que se encuentra la marsopa se advirtió en la administración de presidente Enrique Peña Nieto y años atrás, "los programas para su conservación nunca pudieron revertir a su principal amenaza: la pesca ilegal". Reconocieron que, si bien ésta podría ser la “última llamada”, aún se puede revertir la pérdida del único mamífero marino originario de México, cuya población fluctúa entre los 6 y 22 ejemplares, y con ello, evitar un posible embargo internacional a productos como el camarón, por su mortandad incidental a consecuencia de la pesca de la totoaba. Y es que la pesca furtiva de la totoaba –a cuya vejiga natatoria se le atribuyen curaciones milagrosas, se utiliza como dote o incluso como inversión financiera-, ha diezmado la población de vaquitas, que, al quedar atrapadas en las redes de enmalle de pesca, mueren asfixiadas. El investigador de la Máxima Casa de Estudios, Rodrigo Medellín, confirma que el problema de la vaquita proviene de anteriores administraciones. “Desde hace 30 años tenemos el problema de la vaquita marina y hoy tenemos la última oportunidad para salvarla”, acotó. "Fue un descuido sistemático", precisó. Refirió que, si bien “tenemos la última llamada”, debe quedar claro que la marsopa sí puede recuperarse. Ejemplo de ello, dijo, es el hurón de patas negras -vive en las praderas del norte de México y en el sur de los Estados Unidos-, que en 1960 contaba con cerca de 18 animales vivos en el mundo y hoy cuenta con más de 700. O bien, el elefante marino del norte, una especie que se refugió en la Isla Guadalupe, localizada en la península de Baja California, de los cuales en 1990 sólo había 20 y ahora hay más de 200 mil. “La vaquita nos ha demostrado que si nosotros le quitamos la presión (la pesca ilegal), ella se empieza a reproducir. Tan sólo en noviembre de 2018 se encontraron en el Alto Golfo de California, dos hembras con sus crías”, añadió el profesor adjunto de la Universidad de Columbia en Nueva York. Medellín Legorreta, también investigador Asociado del American Museum of Natural History y del Arizona–Sonora Desert Museum, indicó que el crimen organizado ha permeado en la sociedad al grado de estar detrás de la pesca furtiva en esa zona. “El crimen se encuentra detrás de la pesca de la totoaba y la vaquita ha sido víctima de ello”. Durante el sexenio pasado, agregó, se estima que el cetáceo se redujo 85 por ciento, al pasar de 200 ejemplares en 2012 a menos de 30 en 2017. Actualmente la población está entre 6 y 10 ejemplares, según el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita Marina (CIRVA). “No es que la pasada administración lo hiciera bien o lo hiciera mal, es que la pasada administración todavía estaba haciendo algunas cosas. Nosotros venimos solicitando, pidiendo y exigiendo, rogando en algunos casos y de muchas maneras, la atención a la vaquita, no solamente de las autoridades sino de muchos otros sectores del país”, establece. Además, “no es que el problema haya sido algo que empezó a suceder hace tres o siete o diez años. Hace más de 30 años tenemos el problema de que la vaquita está en una declinación clara y es el momento en el que hoy tenemos la última oportunidad de salvarla”. Sobre las implicaciones que traería para México la extinción de una especie endémica como la vaquita, advierte que serían muchas y de graves consecuencias. En principio, “la comunidad internacional va a tomar cartas muy severas en el asunto con implicaciones muy serias para todos los mexicanos”. En primer lugar, la Convención del Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestre ya anunció que, si México no hace todo lo que está en sus manos para detener la extinción de la vaquita, uno de los escenarios posibles es suspenderle todo el comercio internacional con especies CITES”. “En México tenemos miles, miles de especies Cites, esto es, amenazadas como la cera de candelilla que se utiliza para el maquillaje, el bile, las sombras, etcétera en todo el mundo. La cera de candelilla sale de México”, enumera. Además, está la madera de caoba, los cactos ornamentales, las orquídeas, las pieles de cocodrilo que benefician a muchos mexicanos de zonas rurales, entre otros. “¡Todo se va ir a la borda!”, añade desde Londres, donde actualmente se encuentra. La UNESCO podría retirarle al Alto Golfo de California la denominación de región considerada patrimonio mundial de la humanidad por su gran riqueza biológica, dado que ahí conviven especies endémicas como la totoaba y la vaquita, entre otras. Y, “la otra implicación que viene es que además de las redes agalleras de totoaba, también las redes de camarón están matando vaquitas y ya en los Estados Unidos anunciaron que si se muere la vaquita va a venir un embargo del camarón”, lo que traería graves afectaciones económicas para el país. El también investigador del Instituto de Biología de la UNAM. Gerardo Ceballos, sin negar los esfuerzos que se hicieron en la administración pasada, precisó que ha sido “la miopía” de las autoridades de pesca, la que mantiene a la vaquita en la endeble situación en que se encuentra. “Y es que (el Instituto Nacional de Pesca (INAPESCA)”, se ha negado a usar los artes de pesca que serían compatibles para que sobreviva la vaquita marina y que los pescadores puedan seguir con sus labores en el mar, pero por una necedad no han querido poner en marcha esta técnica”, acotó. “El gobierno actual ante la gran presión que se ha metido, ha empezado a hacer ese esfuerzo. Yo creo que la única manera sería poner en un estado de excepción a un área en el Golfo de México, una zona cero, para que no pueda entrar ninguna embarcación, es la única manera que podríamos parar esto”. En la pasada administración, “se hicieron esfuerzos, pero no fueron suficientes. Se hizo mucho, aunque no con los resultados que se querían. Esperemos que (en este gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador) se siga trabajando”, refirió el investigador universitario. Sobre los apoyos recibidos durante la pasada administración, estableció que los hubo como también “mucha corrupción no solamente del gobierno, aunque hay muchos pescadores, también tenemos que ser claros, que han hecho las cosas bien y se les sataniza”. Es decir, hay una comunidad de pescadores honestos, correctos que quieren que se salve la vaquita. “Evidentemente, también hay delincuentes que han llevado a mucho el papel fundamental en la pesca incidental de la vaquita, por obtener la vejiga natatoria de la totoaba”. Ceballos González, quien tiene una Licenciatura en Biología en la Universidad Nacional Autónoma de México (UAM), plantel Iztapalapa, consideró que un problema tan puntual como el de la marsopa, pudo haberse solucionado en administraciones pasadas “si hubiera voluntad política y ética”. Para ello, debió y debe atacarse a la delincuencia organizada “de una manera dura, fuerte, precisa y, por el otro lado tiene que haber concertación de los que quieran hacer bien las cosas, que se les atienda de la manera correcta”. “Queda muy poquito tiempo, no creo que pasaría de este año en que se extinga (la vaquita marina). Ya estamos demasiado tarde. Es importante que se vea lo que se tiene que hacer”, advirtió. Sobre su visión sobre la clonación de la vaquita marina, precisó que “como una última posibilidad me parece que es correcta, pero me parece que tampoco es la salida”, sobre todo cuando “he trabajado toda la vida en esto y ese es mi objetivo en la vida, salvar al mayor número de especies en peligro de extinción”. La pérdida de una especie, “es una llamada de atención y para mí lo que implica, es que tenemos que redoblar el trabajo, meterle más fuerza. Es una patada, una bofetada muy fuerte. Es un bajón a nuestro optimismo”.