Agencias / La Voz de MichoacánMéxico. Una fue la primera en implementar acciones y estrategias que hoy día siguen usando los grandes cárteles de la droga. La otra fue la primera en infiltrar a los cuerpos de inteligencia en el país para corromperlos. Se trata de Ignacia Jasso, “La Nacha”, y María Dolores Estévez Zulueta, “La Chata”. Dos mujeres que durante la primera mitad del siglo pasado dominaron el mundo del narco en México y establecieron las bases para un negocio que capta parte importante de los USD 52. 844 millones de dinero ilícito que al año se mueven en México (según el dato de Global Financial Integrity a 2013) y que representa entre 2 y 3% del Producto Interno Bruto (PIB). “La Nacha” puede presumir que fue la “primer narcotraficante” en el país en disputar una plaza, en exportar droga a gran escala y en establecer dentro de su organización criminal una estructura familiar que hoy en día siguen manteniendo importantes grupos como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), Los Arellano Félix y Los Beltrán Leyva, entre otros. También fue el primer narco, de cualquier género, en controlar el trasiego de drogas en un paso fronterizo. “La Chata” también tuvo sus hazañas: fue pionera en infiltrar los cuerpos de inteligencia en México para sobornarlos y corromperlos, una muestra son sus siete ingresos y salidas de distintas prisiones en las que sólo cumplía sentencias cortas. Hasta ahora ha sido el único criminal declarado enemigo público número uno por un decreto del Presidente de México. Sin embargo, hay quien considera que su aportación al mundo del narco está sobrevalorada, pues mientras Ignacia Jasso llegó a controlar el comercio de drogas en estados importantes, como Sinaloa y Chihuahua, el dominio de Estévez Zulueta se limitó a la zona del popular barrio de La Merced, en la Ciudad de México y sus operaciones se concretaban al narcomenudeo. La importancia de “La Nacha” “‘La Nacha’ creó el primer cártel transnacional mexicano. Es ella quien establece las primeras rutas de abastecimiento hacia Estados Unidos, de las que se servirían el Cártel del Pacífico, el Cártel de Juárez y el Cártel de Sinaloa; estos dos últimos siguen operando; el primero se partió en muchas piezas que son la base de los grupos que operan en México hasta el día de hoy, incluyendo el más poderoso: el Cártel Jalisco Nueva Generación”. Era esposa de Pablo González, “El Pablote”. Los dos empezaron a controlar el tráfico de marihuana y morfina en la zona fronteriza de El Paso, Texas, y Ciudad Juárez, en Chihuahua México, en los años veinte del siglo pasado. La pareja logró el control en estados Chihuahua, Sonora y Sinaloa después de disputar el territorio a un narco de origen chino llamado Sam Ching, quien había llegado a México huyendo del terremoto de San Francisco en 1906. “La preeminencia de los asiáticos en la distribución y venta de drogas finalizó cuando, a mediados de los años veinte, fueron asesinados (en Ciudad Juárez) 11 inmigrantes chinos dedicados a dicho comercio ilícito. El responsable de las muertes fue un individuo apodado ‘El Veracruz’, al parecer integrante del grupo de ‘La Nacha’ y su esposo ‘El Pablote’. Se inició así la larga historia de las ejecuciones asociadas al narcotráfico”, señaló en un texto Adriana Linares, investigadora de la Universidad Autónoma de Juárez. A partir de esa masacre no sólo creció su fama sino que el negocio se extendió a la heroína y cocaína. “El Pablote” fue asesinado en 1931, pero lejos de perder el negocio, su esposa se consolidó al frente de la organización delictiva y afianzó alianzas en estados como Michoacán. “Sam Ching manejaba un negocio de drogas a través de cafeterías y lavanderías en las que vendía opio. Empezó a hacer negocio comprando a un grupo integrado por Gil Caro, Manuel Caro y Rafael Fonseca (abuelo de Ernesto Fonseca Carrillo, uno de los fundadores del Cártel de Guadalajara en los ochenta)y ellos son los primeros narcotraficantes de la región que tienen parentesco con Rafael Caro Quintero (uno de los narcos más buscados por EEUU, ellos le vendía la marihuana a ‘La Nacha’ y cuando matan a Ching ella se queda con todo el negocio”, explicó Jesús Lemus, autor del libro “Tierra Sin Dios” en el que un capítulo describe la importancia de esta mujer en el mundo del narco. Su negocio de exportación se fortaleció a finales de los años treinta cuando se convirtió en proveedora del Ejército de Estados Unidos, que necesitaba comprar marihuana para distribuirla entre sus tropas destacamentadas en Europa. En México también era protegida por un alto mando del Ejército, pero en 1943 fallaron sus contactos, fue detenida y enviada a las Islas Marías, en el Pacífico donde entonces cumplían condena los criminales más peligroso del país. Harry J. Anslinger, director de la Oficina Federal de Narcóticos en EEUU pidió al gobierno de México su extradición, pero con la ayuda de sus hijos continuó manejando el negocio desde la cárcel. Jasso no murió en prisión, cumplió su condena y al salir de la cárcel se retiró del negocio y lo heredó a sus hijos y sus descendientes lo mantuvieron vigente hasta los ochenta. La hija del traficante“La Chata” vendía drogas a personas de sociedad de la capital mexicana. María Dolores Estévez “La Chata” vendía de pequeña chicharrones (piel de cerdo frita), en el barrio de La Merced. Su padre era traficante de marihuana y heroína. A la edad de 13 años se inició en el negocio, a partir de entonces fue detenida por lo menos en siete distintas ocasiones, pero sólo cumplía condenas cortas y al salir retomaba el control. Durante su adolescencia se mudó de la capital mexicana a Ciudad Juárez en Chihuahua, donde conoció nuevas formas de traficar drogas, para finalmente regresar a La Merced donde se convirtió en la dueña absoluta del negocio. Gracias a su matrimonio con Enrique Jaramillo, un ex policía y exitoso narcotraficante de un estado vecino pudo hacerse de protección e infiltrarse hasta las policía secreta mexicana. “A ella le debemos el principio de la infiltración del narco en los cuerpos de seguridad, las bases de la corrupción y la impunidad que estamos padeciendo hasta ahora”, aseguró Lemus. Su fama se disparó en 1945 cuando el entonces presidente Manuel Ávila Camacho, publicó un decreto para declararla como enemigo público número uno, como una medida del gobierno para detener la infiltración del narco en sus organismos de inteligencia. “Se hizo famosa por el grado de corrupción e infiltración del gobierno, le pagaba a todo el sistema de inteligencia y ahí radica su importancia, pero algunos investigadores le han dado importancia histórica que no tiene”, agregó Lemus. “En 1945, el Presidente Manuel Ávila Camacho promulgó un decreto para la Secretaría de Gobernación y organismos policiacos de todo México, con el fin de que arrestaran a la “enemiga pública número uno”: ‘Lola la Chata”’ quien operaba en la ciudad de México, principalmente en La Merced. De acuerdo con nuestras fuentes, ‘La Chata’ pagaba grandes sumas a empresarios y elementos de la policía para que la protegieran y la dejaran ‘trabajar’”. “La Chata” fue detenida en 1947 y condenada a 11 años de cárcel, para finales de la década de los cincuenta su influencia ya había desaparecido, aunque de su legado surgieron tres generaciones de mujeres dedicadas al negocio. De acuerdo con Lemus no existe evidencia de que “La Nacha” y “La Chata” se hayan conocido alguna vez.