La lucha libre mexicana, la eterna batalla entre el bien y el mal, cumplió este 21 de septiembre 82 años de historia, de emociones y pasión por el legado que dejó Salvador Lutteroth González. Aunque el arte del pancracio tuvo sus inicios al final del siglo XIX, llegó a México en el XX, primero con esporádicas apariciones, pero ya en forma el 21 de septiembre de 1933, cuando se realizó la primera función de la Empresa Mexicana de Lucha Libre (EMLL), ahora Consejo Mundial (CMLL). Don Lutteroth conoció este deporte-espectáculo en Texas, Estados Unidos, cuando quedó sorprendido por la actuación de Gus Papas, por lo que comenzó a soñar y planear la llegada de esta disciplina al país. Tras un primer intento fallido, Don Lutteroth persiguió su sueño y, en sociedad con Francisco Ahumada, consiguieron prestada la Arena Modelo, la cual remodelaron y rebautizaron como Arena México, donde arrancó una historia que sigue vigente. El sonorense Yaqui Joe, campeón de peso medio ligero, superó al californiano Bobby Sampson, un ex monarca de la marina de su país, mientras que en la semifinal el Chino Achiu doblegó al irlandés Ciclone Mackey, en aquella histórica primera función. La construcción de la Arena Coliseo y su apertura en 1943, además de la nueva Arena México, que abrió sus puertas en abril de 1956, fueron pasos que ratificaron a la lucha libre como una de las actividades más populares para la gente. El desfile de grandes figuras comenzó, algunos como El Santo, Blue Demon, Black Shadow, Cavernario Galindo y Gori Guerrero fueron elevados a condición de ídolos por mucha gente que semana con semana acudía a los diversos inmuebles. Años después, entre las décadas de los 70 y 80, surgieron nombres como los del Perro Aguayo, Satánico, Negro Casas, Rayo de Jalisco, los “Hermanos Dinamita”, Hijo del Santo o Atlantis, aún vigente, que llegaron a dar un nuevo aire a la empresa. Mientras, en el Toreo de Cuatro Caminos, los enfrentamientos eran entre luchadores como Mil Máscaras, Dos Caras, los Villanos, los Brazos, Fishman, los Misioneros de la Muerte y muchos más, también grandes ídolos de la afición. Al inicio de los 90, la Empresa Mexicana cambió su nombre a Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL), el cual tiene hasta la fecha, y surgió Triple A, su competencia directa, que innovó con algunas situaciones más adelante, como un ring de seis lados, por mencionar alguna. El personaje de Místico provocó un “boom” en el inicio del siglo XXI y llenos cada semana en el inmueble de la colonia Doctores, la afición vivía un sueño con ver a su ídolo luchar ante gladiadores como Hijo del Perro Aguayo, Black Warrior y Doctor Wagner Jr. El deporte de los “costalazos” vivía un romance con la gente. Las coloridas vestimentas y equipos, las máscaras y el eterno combate entre rudos y técnicos se mantiene. Ahora hay diversas ofertas, pues además del CMLL y la Triple A hay diversos lugares donde se ofrecen emociones y espectacularidad cada semana, con gladiadores de ambas empresas y hasta independientes. Así, el mundo de la lucha a ras de lona, de las llaves y contrallaves, del espectáculo aéreo y hasta del extremo, se conjugan en decenas de lugares en el país, e incluso fuera de México, para mantener vigente este deporte que ya es parte de la cultura nacional. La Arena México, que ha visto celebrar y llorar a decenas de luchadores, fue el escenario donde se festejó un año más de la lucha libre mexicana, siendo la batalla entre Atlantis y La Sombra la “cereza del pastel” y de la cual salió victorioso y con la máscara de su rival “el Rey de los Mares”.