Redacción / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. En 2018, las autoridades estadounidenses y mexicanas comenzaron a rastrear a varios químicos que trabajaban bajo las órdenes del Cártel de Sinaloa y estaban tratando de sintetizar fentanilo en México. Las investigaciones incluían interceptaciones telefónicas en las que los operadores criminales hablaban abiertamente de fabricar precursores de fentanilo para sintetizar este opioide sintético, según dos agentes antinarcóticos que trabajaron en el caso y que fueron entrevistados por los expertos de InSight Crime bajo la condición de anonimato. Los investigadores estimaban que había tres “químicos legítimos” y “muchos más” químicos clandestinos, o “cocineros”, trabajando en el proyecto. Su objetivo era entrenar a los cocineros para trabajar en lo que los agentes mexicanos luego dirían eran los lugares de “confección”, donde podían usarse precursores de fentanilo, como la 4-anilino-N-fenetilpiperidina (ANPP), o preprecursores de fentanilo, como la 4-anilinopiperidina (4AP), para fabricar fentanilo de manera relativamente sencilla. El público pudo vislumbrar algo del caso en diciembre de 2018, cuando las autoridades allanaron una instalación clandestina en la Ciudad de México y detuvieron a cuatro personas. Associated Press, citando a la Fiscalía General, dijo que el laboratorio se encontraba en una “colonia de clase media en el sector norte de la Ciudad de México” y tenía su propia “prensa automática de pastillas”. El caso fue notable en muchos aspectos, quizás el más notable porque fue la única vez que los investigadores de Insight Crime pudieron registrar al gobierno mexicano admitiendo sin reservas que se estaba sintetizando fentanilo en México y no que se fabricaba en otros países. Desde entonces, el gobierno mexicano ha adoptado como máxima declarar que no cabe la menor duda de que el fentanilo no se está sintetizando en México a pesar de la montaña de evidencia que indica lo contrario. El presidente Andrés Manuel López Obrador declaró en una de sus conferencias diarias que el opioide sintético “ni se producía ni se consumía” en el país. El 5 de mayo, durante su conferencia matutina, AMLO dijo que la Marina había decomisado un cargamento de fentanilo proveniente de Qingdao, China, decomisado en el puerto de Lázaro Cárdenas. Para el presidente, esto es evidencia de que el fentanilo no se sintetiza en México. “¡Ya tenemos las pruebas!”, exclamó. Lo más probable es que en China, India y otros centros de la industria química se siga produciendo el fentanilo y los análogos de fentanilo que se llevan ilegalmente a lugares como México, Estados Unidos y Canadá, pero la evidencia de dominio público muestra que probablemente los grupos criminales mexicanos están produciendo una cantidad importante de fentanilo también, aun cuando lo hagan de manera rudimentaria. Con base en ello, InSight Crime expone estos argumentos y suministra la evidencia que los sustenta. La investigación completa puede consultarse y descarger en este link. Un análisis de los decomisos En su balance de amenazas más reciente, la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus iniciales en inglés) señala que las organizaciones criminales mexicanas “participaban de manera importante en la producción de fentanilo” y que actores como el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Jalisco estaban “aumentando la producción de cantidades al por mayor de fentanilo en sus presentaciones en polvo y en tabletas”. Y en una aparición reciente ante el Congreso de Estados Unidos, la directora de la DEA Anne Milgram, reiteró esta afirmación. “Están produciendo fentanilo en masa”, dijo refiriéndose a los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG). Los últimos informes sobre el fentanilo respaldan esta afirmación. La Comisión para Combatir el Tráfico de Opioides Sintéticos, citando entrevistas con delegados de las fuerzas de orden público en Estados Unidos, sostuvo que la producción de fentanilo en México estaba aumentando y que actualmente hay actores chinos enviando precursores de fentanilo y sustancias menos reguladas a México, más que producto terminado. Y un informe presentado en 2022 por el Brookings Institute —citando a un “experto internacional en política de drogas” y a agentes de seguridad activos y en retiro, entre otros— indicó que las organizaciones criminales mexicanas estaban contratando químicos para desarrollar precursores y producir fentanilo. El consenso de funcionarios y agentes antinarcóticos estadounidenses de que los grupos criminales radicados en México están acumulando precursores y preprecursores de fentanilo y sintetizando la gran mayoría de fentanilo en México viene de dos fuentes: datos de decomisos e investigaciones criminales del tipo citado anteriormente. Desde 2019, cuando China fiscalizó una serie de análogos de fentanilo y precursores de fentanilo, se han disparado los decomisos de fentanilo que llega por tierra, en su mayoría por la frontera entre México y Estados Unidos, a la par que han caído considerablemente los decomisos llegados por vía aérea, gran parte de los cuales procedían de Asia. Así, los decomisos de sustancias con fentanilo hechos por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) ascendieron a unas 6.6 toneladas en 2022. De ellos, se incautaron 6.4 toneladas a lo largo de la frontera suroeste, y se detectaron 6.35 toneladas en puntos de ingreso terrestres. Por otro lado, han bajado consistentemente los decomisos en instalaciones de correo internacional. También se han disparado los decomisos de fentanilo en México en los últimos cinco años. En 2017, las autoridades reportaron decomisos de sólo 3 mil 147 tabletas de fentanilo; en 2021, ese número aumentó a 5.13 millones de tabletas, según datos compartidos por la Fiscalía General. Según las estimaciones de InSight Crime, asumiendo que cada tableta contiene 1.6 mg de fentanilo puro, los decomisos de 2017 representaron sólo 5 gramos de fentanilo puro, mientras que los decomisos de 2021 representaron 8 kilos de fentanilo puro. Sin embargo, hay problemas con los datos. Las autoridades mexicanas son visiblemente opacas en las estadísticas sobre narcotráfico y decomisos. InSight Crime solicitó a la Marina datos sobre decomisos de precursores en los puertos, y compartieron muy poca información. Algunos de los decomisos, como un decomiso de N-fenetil-4-piperidona (NPP) y 4-anilino-N-fenetilpiperidina (ANPP) en 2020 —dos químicos usados para la síntesis de fentanilo— en el puerto de Ensenada de los que informó la prensa, no aparecían siquiera en la base de datos. Otros datos de decomisos fueron actualizados misteriosamente por el gobierno de López Obrador, incluidos decomisos ya informados sobre laboratorios de drogas, que aumentaron de un momento a otro cuando el ejército incluyó de manera retroactiva cientos de “laboratorios inactivos” en sus cifras, como informó Reuters. Más aún, Estados Unidos y México no ajustan sus estadísticas sobre decomisos de fentanilo con base en la pureza. La pureza del fentanilo procedente de México por vía terrestre se sitúa por debajo del 10%, mientras que el grado de pureza del fentanilo que llega por correo internacional o por mensajería expresa como FedEx se acerca más al 90%. Como lo dice la misma Comisión para la Lucha contra el Tráfico de Opioides Sintéticos, al considerar la pureza, es considerablemente menor la disparidad entre las dos posibles fuentes de fentanilo terminado y análogos de fentanilo —China versus México—. La diferencia en peso decomisada en Estados Unidos, por ejemplo, fue de tres kilos de fentanilo procedentes de México por cada dos llegados de China, es una prueba importante pero difícilmente irrefutable de una gran disparidad. El enigma del fentanilo Los decomisos, por supuesto, no son un indicador empírico, sino una expresión de tendencias, que podrían reflejar una pequeña parte de la historia. Esto es especialmente cierto con el fentanilo, pues los distribuidores solo necesitan una pequeñísima cantidad para obtener sus objetivos y por ende distorsionan el mercado de maneras sin precedentes. Como lo señaló la Comisión para la Lucha contra el Tráfico de Opioides Sintéticos, la ilustración más clara de estas distorsiones se observa en los decomisos en tierra procedentes de México. Las organizaciones narcotraficantes por lo general tratan de maximizar la pureza al cruzar fronteras hacia países de consumo de mayor valor, para maximizar su eficiencia y sus ganancias. Pero los decomisos de fentanilo en la frontera entre Estados Unidos y México y en México, contienen en promedio, entre 95% y 97% de adulterantes y aditivos, según fuentes antinarcóticos de la DEA y mexicanas, lo que indica que estos grupos criminales no ven esa necesidad en lo que respecta al fentanilo. La incongruencia del fentanilo con el resto del mercado de drogas puede ayudar a explicar la falta de transparencia y consenso en lo que respecta al origen de la producción de fentanilo. El alza en los decomisos de fentanilo en México, por ejemplo, debería ir acompañada de un aumento en los decomisos de laboratorios de fentanilo en el país. Pero en respuesta a las solicitudes de información de dominio público, la Sedena, la Guardia Nacional y la Fiscalía General, que compartieron sólo datos generales sobre “laboratorios de drogas sintéticas”, indicaron que tenían “cero” registros de laboratorios de fentanilo hasta finales de 2022. Funcionarios de gobierno retirados y activos de diferentes organismos de seguridad en México, así como diversos actores criminales que fueron entrevistados para el informe, señalaron que esta información por lo general correspondía con su noción sobre la capacidad de producción de fentanilo en México también. Lo que aparece en abundancia son “laboratorios” que comprimen en tabletas el fentanilo terminado. Un agente de la Policía Estatal de Sinaloa y un exagente federal de México declararon a InSight Crime que sólo habían hallado instalaciones donde se comprimían pastillas y que todos los laboratorios confiscados se usaban para producir metanfetaminas. Esto constituye la esencia de la postura del gobierno mexicano, reiterada por el mismo presidente López Obrador en diferentes oportunidades, entre ellas una conferencia de prensa matutina en marzo: que las organizaciones criminales en México reciben el fentanilo terminado y lo transforman en píldoras adulteradas. “Sostengo que llega más fentanilo de manera directa a Estados Unidos y Canadá de lo que llega a México", señaló. “Aquí se hacen pastillas, [luego] las troquelan”. Hay cierta lógica detrás de este argumento. Como se señaló, el fentanilo puede traficarse en pequeñísimas cantidades. También es difícil producirlo desde cero. Eso significa que los laboratorios industriales que se dedican a producir otros compuestos, pero pueden usarse para producir fentanilo en secreto, como las instalaciones de China e India, tienen una ventaja económica decisiva sobre las operaciones improvisadas en las remotas regiones de México. Es más, los costos altos comparativamente de los preprecursores, como el NPP, que se usa casi exclusivamente para elaborar fentanilo, harían extremadamente costoso para los grupos criminales mexicanos abastecerse de estos ingredientes necesarios. Sin embargo, el debate se ha politizado ferozmente. Por su parte, México acusa a Estados Unidos de dar fácil acceso a los grupos criminales a armas adquiridas en ese país y desde tiempo atrás culpa de sus problemas de violencia al voraz apetito de Estados Unidos por las drogas ilícitas. También hay una convulsionada historia entre Estados Unidos y México, en especial en lo que respecta a la política de drogas. Los dos países se han enfrentado por temas de seguridad desde hace años, y la actual retórica sobre la designación de las organizaciones criminales mexicanas como grupos terroristas y el posible despliegue de efectivos militares estadounidenses a México está nublando la lógica y los datos. De hecho, existe un tercer método de abordaje, algo entre fabricar el fentanilo de cero y obtener el fentanilo terminado del exterior. A continuación se describe en detalle este proceso, pero las autoridades de México y Estados Unidos parecen estar de acuerdo en que este método, que en términos simples toma un precursor y lo convierte en fentanilo, es algo prevalente en México. La cuestión, señala InSight Crime, no es si se está sintetizando fentanilo en México, es cuestión de cuánto se sintetiza. Independientemente de la postura pública del gobierno mexicano, hay abundante evidencia que indica que México importa cantidades importantes de precursores y preprecursores para sintetizar fentanilo en México, más evidencia que indica que hay grupos criminales mexicanos sintetizando fentanilo en México. También está la historia: las organizaciones criminales mexicanas pasaron por un proceso similar con las metanfetaminas, experimentando con recetas y químicos hasta hacerse autosuficientes en términos de producción y distribución de metanfetamina. Ese proceso parece en marcha en lo que respecta al fentanilo. La obtención de fentanilo y precursores en México Si bien es imposible decir cuánto fentanilo se produce en México y cuánto se adquiere en el exterior, las redes criminales consiguen los precursores y el fentanilo terminado de la misma forma. En primer lugar, usan buques de carga o aviones comerciales. En mayo de 2020, por ejemplo, oficiales de la Marina mexicana descubrieron casi 170 kilos de NPP y ANPP escondidos entre un cargamento de jabón procedente de China en el puerto de Ensenada, Baja California. Más recientemente, en febrero de 2023, las autoridades mexicanas incautaron 304 kilos de un “polvo que contenía la molécula piperidina” en el aeropuerto de Ciudad de México, compuesto que puede usarse como preprecursor del fentanilo en cualquier procedimiento de síntesis, y 3.3 toneladas de cloruro de propionilo en el puerto de Manzanillo, sustancia usada como preprecursor en lo que se conoce como el método Gupta, uno de los más prevalentes en la síntesis de la droga, pero también en las industrias agroquímica y farmacéutica. En segundo lugar, los delincuentes desvían los químicos de las líneas de producción empresariales o se apropian de las importaciones. En un reciente caso muy sonado, las autoridades mexicanas congelaron docenas de cuentas bancarias del Grupo Pochteca, gigante químico en México. La investigación la coordinaron la Unidad de Inteligencia Financiera de México, la Marina y la DEA, las cuales hallaron que la empresa importaba los preprecursores de fentanilo NPP y 4-piperidona y el precursor norfentanilo, antes de desviarlos hacia actores criminales. Los detalles del informe, publicado en Milenio, no decían cuánto o por cuánto tiempo habían venido dándose estas importaciones y los consiguientes desvíos. En un reportaje posterior que citaba un documento de inteligencia del gobierno mexicano, Milenio mencionó que el grupo Pochteca y otras dos empresas —Corporativo Escomexa y Corporativo y Enlace Ram— desviaban estas sustancias al Cartel de Sinaloa y al CJNG. En noviembre de 2022, InSight Crime presentó una solicitud amparada en la libertad de información en relación con este caso ante la Fiscalía General de México, pero se negaron nuestras solicitudes, aduciendo que la investigación estaba en curso. También solicitamos comentarios del grupo Pochteca sobre estas denuncias, a lo que respondieron por correo electrónico que ni la empresa ni sus subsidiarias han “comercializado, vendido, almacenado ni promocionado” precursores de fentanilo. Y agregaron que se adhieren a todas las regulaciones nacionales e internacionales y que rechazan cualquier señalamiento que los vincule con actividades ilícitas. Tercero, los químicos llegan desde países vecinos. En 2017, por ejemplo, un exagente de la patrulla fronteriza fue capturado cuando llevaba ANPP en un vehículo entre California y México. En 2018, el exagente se declaró culpable de conspirar para distribuir el preprecursor. Para el fiscal y el agente antinarcóticos que trabajó en el caso, esto demostró que la producción de fentanilo está muy extendida en México de la mano de las organizaciones criminales de ese país —los registros mostraron que el agente había recibido otros 13 paquetes de la misma oficina de correos de California procedentes de China. Un gran número de expertos y autoridades también nos dijeron que era posible que otros cargamentos de precursores estuvieran pasando por Centroamérica, principalmente por Guatemala, antes de introducirse a México. Las autoridades guatemaltecas decomisaron recientemente varios cargamentos de una sustancia que contenía fentanilo en el puerto de Barrios, en Izabal, sobre el Atlántico, los cuales al parecer venían del este de Europa. Las redes necesarias para importar fentanilo y precursores de fentanilo pueden incluir también a funcionarios de gobierno. En junio de 2022, en una de las conferencias de prensa matutinas del presidente López Obrador, el titular de la Comisión Federal de Prevención de Riesgos Sanitarios (Cofepris), Alejandro Svarch Pérez, mencionó la presencia de corrupción en el “sótano” del organismo, su metáfora para las “zonas oscuras” donde ocurren actividades ilícitas. Un tipo de corrupción tenía que ver con las solicitudes de empresas para la importación de drogas controladas, como el fentanilo para uso médico en México. Svarch señaló que estos esquemas operaban bajo la lógica de “el que paga manda”. Procesamiento del fentanilo: lugares de “confección” Al llegar a México, los precursores o el fentanilo terminado se llevan a laboratorios clandestinos para su procesamiento. Allí, el fentanilo terminado se prensa para convertirlo en tabletas y en el caso de los precursores, pasan por un proceso rudimentario de síntesis de fentanilo antes de prensarse para convertirlos en píldoras. El fentanilo es muy difícil de manejar sin algunos de los precursores o preprecursores claves. Según un funcionario del gobierno federal mexicano entrevistado por InSight Crime, la producción de fentanilo también es considerablemente más peligrosa que la producción de metanfetaminas. Requiere una estricta disciplina de laboratorio para evitar sobredosis accidentales, mantener cierto grado de control de calidad e, incluso, realizar algunas de las reacciones químicas requeridas con condiciones controladas, como nos explicó la doctora Silvia Cruz, química farmacobióloga del Instituto Politécnico Nacional de Ciudad de México. Pero puede no ser esto lo que están haciendo los cocineros mexicanos. Fuentes estadounidenses nos relataron que las organizaciones criminales mexicanas están tomando 4-AP y lo están usando para preparar ANPP, y luego fentanilo; o simplemente reciben la ANPP y elaboran fentanilo. Ambos métodos son infinitamente más sencillos que producir fentanilo desde cero usando los métodos conocidos. Los funcionarios mexicanos no fueron específicos. Pero en respuesta a una pregunta de si el fentanilo se sintetizaba en México, funcionarios de la Marina de México mencionaron que habían identificado un pequeño número de instalaciones donde parecía que se había sintetizado fentanilo a partir de ANPP. Y desde 2019, el ejército mexicano ha registrado dos decomisos de ANPP —ambos en la ciudad de Culiacán— que sumaron 900 litros, y cuatro decomisos de NPP, dos en Baja California, uno en Puebla y otro en Jalisco, que sumaron 172 litros, según información compartida a InSight Crime por la Secretaría de Defensa. Los decomisos causaron sorpresa. Según el desglose de la producción de fentanilo hecho por la JIFE, esa cantidad de precursores podría servir para la producción de casi una tonelada de fentanilo que, según nuestros cálculos, sería suficiente para abastecer entre una tercera y una quinta parte del mercado estadounidense. Las autoridades mexicanas se refieren a estos sitios como lugares de “confección”. Es decir, lugares donde se realiza cierta química básica, además del prensado en tabletas o la mezcla de otras drogas con fentanilo. Confección no es un término científico. Parece un medio por el cual el gobierno mexicano puede sustentar su débil argumento: no quiere admitir que hay laboratorios pero intenta admitir que algo pasa. Es difícil mantener esa imagen. En parte por los decomisos citados anteriormente y en parte porque también ha habido al menos dos reportajes de medios desde zonas donde se producen drogas sintéticas, que parecen ilustrar que los “cocineros” preparan fentanilo, y otro reportaje sobre un químico de la Universidad Nacional Autónoma de México, que fue detenido al parecer por trabajar en un laboratorio clandestino de fentanilo. Una nota posterior del Wall Street Journal parecía mostrar al menos una versión rudimentaria de un laboratorio de fentanilo con una jarra marrón que decía, “químico chino”. El cocinero declaró que estaba desarrollando su propia “fórmula”. ¿En camino a convertirse en productores independientes? En 2008, México impuso controles más estrictos sobre la importación y el uso de la efedrina, la pseudoefedrina y la fenilpropanolamina, que habían sido hasta entonces los principales precursores en la elaboración de metanfetamina. Desde entonces, los traficantes han migrado a un método basado en 1-fenil-2-propanona o P2P. Aunque este precursor no es fácil de manejar y su síntesis y transformación en metanfetaminas de alta calidad requiere cierta pericia, se ha convertido en el método dominante de producción en México. Es seguro que las redes criminales mexicanas están produciendo en masa la metanfetamina de mayor pureza y potencia del planeta. P2P y lo que se conoce como metilamina alimentan este mercado. Y aunque ambos químicos se consiguen en el mercado negro —y las redes criminales mexicanas están abasteciéndose de algunos de sus precursores allí— el consenso es que las redes criminales mexicanas ahora producen la mayoría de sus precursores usando preprecursores y químicos esenciales no clasificados o menos regulados. Parte de la evidencia de este giro se observa en los datos de decomisos. En años recientes, las autoridades mexicanas han incautado casi todo el P2P y la metilamina en las zonas y laboratorios de producción y no en los puertos de entrada, pasos fronterizos o cruces ilegales. Aunque este patrón puede deberse a la forma como México ha organizado sus entes reguladores, fuerzas de seguridad y organismos de orden público —más la corrupción en el movimiento de mercancías por los puertos de entrada y en sus alrededores—, esto indica que las redes criminales no están importando P2P en grandes cantidades. En lugar de eso, parecen sintetizarlo a partir de químicos menos regulados o preprecursores no controlados en México. Lo mismo puede estar pasando en relación con el fentanilo. La investigación de 2018 por parte de agentes mexicanos y estadounidenses en Ciudad de México citada al inicio de esta historia parecía un indicador preocupante en este aspecto. Después del anuncio sobre los decomisos iniciales, no se divulgaron más detalles, pero uno de los operadores antinarcóticos dijo a InSight Crime que uno de los capturados era un profesor de química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El operador antinarcóticos añadió que el operativo incluyó “dos o tres laboratorios”, donde se elaboraba fentanilo. Los grupos criminales tenían en bodega 300 kilos de fentanilo terminado que habían sintetizado en uno de esos lugares, señaló la fuente, pero las autoridades mexicanas postergaron el operativo, y para cuando confiscaron la propiedad ya el fentanilo había desaparecido. El operador antinarcóticos añadió que las autoridades también allanaron “dos o tres laboratorios” donde intentaban producir precursores desde cero usando los métodos conocidos como Janssen y Siegfried. De ser cierto eso, sería una señal de que los grupos mexicanos llevan largo tiempo buscando independizarse de proveedores químicos en el exterior, tal como lo hicieron con las metanfetaminas. Ese relato fue corroborado en público por un exagente de la DEA, Terry Cole, quien declaró a un medio que había docenas de químicos tratando de “cambiar el análogo molecular del fentanilo para crear una nueva versión sintética”. “El propósito es usar diferentes precursores químicos; dejar de depender de la importación de químicos de China”, reveló Cole al medio informativo. Los decomisos más recientes, mencionados arriba, indican que todavía hay un largo camino por recorrer. En efecto, los sitios rudimentarios de "confección" parecen sugerir que las redes criminales mexicanas todavía dependen de precursores que se producen fuera de México. Parte de esto tiene que ver con la falta de experticia y equipamiento. Pero lo más seguro es que haya una explicación más simple: es más barato y más efectivo conseguir en el extranjero los precursores, preprecursores e incluso el fentanilo.