Redacción / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. México se ha convertido en un campo de guerra. A comparación de décadas atrás, la violencia se ha recrudecido como resultado de la reconfiguración de la delincuencia organizada, que ahora cuenta con sus propios grupos de batalla designados. Sin importar la organización delictiva a la que pertenecen, se ha vuelto común ver a civiles fuertemente armados, con equipo táctico, radios e incluso uniformes similares a los de las Fuerzas Armadas de México patrullando por las plazas que controlan con un solo objetivo: proteger los negocios ilegales de sus patrones. De acuerdo con la Real Academia Española (RAE), un brazo armado se define como una facción violenta dentro de un grupo político no reconocido, lo que se puede interpretar como una cuadrilla designada para cometer actos violentos en defensa de algún interés. En México, la delincuencia organizada ha adoptado los brazos armados como parte de sus propias estructuras para seguir expandiéndose y dominando nuevos terrenos clave, protagonizando enfrentamientos violentos entre grupos rivales o con las mismas autoridades. Los mini ejércitos de la delincuencia organizada La hegemonía de la delincuencia organizada ha ido cambiando con el paso de los años, ya sea por la captura o abatimiento de sus líderes, la alternancia política o las modificaciones en el mercado internacional de las drogas. Los grupos delincuenciales han encontrado la forma de mantenerse vigentes gracias a las modificaciones realizadas en sus estructuras, de modo que sus brazos armados han sido una de sus principales herramientas para continuar expandiéndose en el territorio mexicano. Aunque existen grandes líderes -incluso algunos exmilitares- que coordinan estas células, lo cierto es que la mayoría de la “tropa” se encuentran en el eslabón más bajo de las organizaciones. Una cruda realidad, pues si llegan a morir en combate no implicaría un golpe fuerte para el negocio ilegal que tanto protegen. CJNG, la hidra del Mencho Un claro ejemplo de la reconfiguración de grupos delictivos es el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) el cual, de acuerdo con documentos del Servicio de Investigaciones del Congreso de Estados Unidos, ha logrado marcar su presencia en más de la mitad de los 32 estados que conforman a la República Mexicana. La organización delictiva que encabeza Nemesio Oseguera Cervantes, alias El Mencho, cuenta con al menos nueve brazos armados, a los cuales se les han asignado tareas y zonas de operación específicas. Uno de ellos que opera bajo el nombre de Los Duendes en poblaciones como Tala, Jalisco. Las actividades de dicha célula no se limitan únicamente a los ataques armados, pues también se ha constatado que son los encargados de contratar a los llamados “halcones”. Luego de que el grupo de hacktivistas conocido como Guacamaya hackeara los servidores de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), se hizo público un informe de inteligencia militar elaborado para la Guardia Nacional en el que se detalla quiénes son y dónde operan los otros brazos armados del CJNG. Uno de los que mayor relevancia ha acaparado tras la difusión de sus integrantes fuertemente armados y con uniformes militares es el Grupo Delta, cuyas operaciones se concentran en la Zona Metropolitana de Guadalajara. En el bastión del cártel de las cuatro letras también opera el brazo armado denominado como Grupo Élite Delictivo de Reacción Inmediata (GEDRI), el cual coordina operativos en Los Altos, Jalisco, y ha sido señalado por estar detrás de la reciente desaparición de cinco jóvenes en Lagos de Moreno, sin embargo, autoridades no han confirmado su responsabilidad en el caso. Por su parte, las Fuerzas Especiales Mencho se encuentran desplegadas en los límites de Jalisco y Michoacán, donde la organización delictiva de Nemesio Oseguera Cervantes mantiene disputas con La Nueva Familia Michoacana y escisiones de Los Caballeros Templarios. Para mantener el control de territorios en el sur y sureste del país -específicamente de Oaxaca a Quintana Roo- el Cártel Jalisco Nueva Generación asignó a la célula conocida como Brazo Armado del 15. Al norte del país el grupo CJNG 2000 es el encargado de disputar plazas, en tanto que la célula Gente del Mencho se ha asentado en la Región Costa Sur, la cual comprende de Jalisco a Guerrero. Los sicarios que son enviados a distintos puntos de la República Mexicana para disputar los territorios a organizaciones rivales son conocidos como Fuerzas Especiales del CJNG-Grupo Élite. En redes sociales se han difundido múltiples imágenes tanto del armamento como del equipo táctico que esta célula utiliza en combate, mismas que suelen llevar impresas o bordadas las cuatro letras del autodenominado cártel. Nemesio Oseguera Cervantes, mejor conocido como El Mencho o El Señor de los Gallos, figura como uno de los fugitivos más buscados tanto por autoridades mexicanas como estadunidenses. Ante la latente posibilidad de su captura -o asesinato por parte de grupos rivales- dentro de su propia organización también asignó una célula encargada de garantizar su protección, la cual es conocida como Fuerza Especial Alto Mando. Todo aquel que forme parte de ese brazo armado tiene la tarea de ser escolta personal del líder y fundador del CJNG. Tentáculos del Cártel de Sinaloa El Cártel de Sinaloa se ha consolidado como una de las organizaciones delictivas más poderosas y peligrosas del mundo. Su estructura y meticulosos métodos le permitieron colocarse en la cúpula del tráfico de drogas en México, negocio que fue resguardado por múltiples brazos armados en diferentes partes del país. Una de esas células fue la de Los Ántrax, que bajo el mando de José Rodrigo Aréchiga Gamboa, mejor conocido como El Chino Antrax, logró coordinar múltiples embestidas en la ciudad de Culiacán, Sinaloa. Tras la captura y extradición de Joaquín “El Chapo” Guzmán, del también llamado Cártel del Pacífico, surgieron tres importantes facciones: la primera la encabezan los hijos del otrora narcotraficante, a quienes se les ha denominado como Los Chapitos; la segunda la encabeza Ismael “El Mayo” Zambada, quien continúa coordinando las actividades de su parte del negocio al igual que Aureliano Guzmán Loera, mejor conocido como El Guano. Pese a dicha situación, el Cártel de Sinaloa ha encontrado un equilibrio para mantenerse vigente, aunque los brazos armados de cada facción ha protagonizado diversos enfrentamientos y rencillas al interior de la propia organización delictiva. En el caso de Los Chapitos, el 19 de octubre de 2017 uno de sus brazos armados -identificado como Los Ninis- desató una jornada de terror y violencia en Culiacán luego del fallido operativo con el que fuerzas federales intentaron detener a Ovidio Guzmán López. El Culiacanazo expuso tanto a aquel “mini ejército” de sicarios al servicio de los hijos de El Chapo, como su armamento, tácticas y conocimiento de estrategias militares que poseen para contrarrestar ataques. Este no es el único brazo armado al servicio de Los Chapitos, pues en Sonora se han aliado con la familia de Los Salazar, quienes además de apoyarlos en su prolífica red de tráfico de fentanilo, también combaten a cualquier grupo rival que trate de “calentarles la plaza” en los municipios en los que tienen presencia. La facción que encabeza Ismael Zambada García cuenta con brazos armados como las Fuerzas Especiales Barrera (FEB), cuyas operaciones se concentran en Zacatecas y Durango. En este último estado también operan para El Mayo -en combate y tráfico de drogas- el grupo conocido como Los Cabrera. Otra célula al mando del también llamado Señor del Sombrero que ha acaparado la atención de la opinión pública al ser identificada como una de las responsables de la ola de violencia que azota a Zacatecas es el Grupo Operativo Flechas MZ. En redes sociales circulan múltiples videos de sus integrantes, su armamento, equipo táctico y los enfrentamientos que protagonizan en el estado. Una situación similar se presenta en Sonora, en donde el brazo armado de Los Rusos -también al mando de Zambada García- han protagonizado múltiples enfrentamientos con células del Cártel Jalisco Nueva Generación e, incluso, con Los Ninis en otros estados de la República Mexicana. Más allá de las principales facciones mencionadas, de acuerdo con múltiples reportes periodísticos, el Cártel de Sinaloa continúa identificándose como una sola organización delictiva en algunos estados en donde brazos armados se disputan territorios con grupos rivales. Por ejemplo, en el estado de Chihuahua cuentan con células como Gente Nueva -que se posicionó en el ojo de la opinión pública tras el asesinato de dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas en Cerocahui-, Los Artistas Asesinos y Los Mexicles, que aunque han sido ligados al Cártel de Sinaloa han mantenido rencillas con brazos armados de Los Chapitos. En el estado de Sonora, el brazo armado de Los Cazadores también combate en nombre del Cártel de Sinaloa en tanto que en Coahuila se ha desplegado el llamado Cártel del Poniente, quienes también coordinan otras actividades delictivas además de los enfrentamientos. De autodefensas a brazos armados Aunque el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación son los que acaparan un mayor número de brazos armados al ser las organizaciones dominantes en el país, en algunos estados otros grupos han comenzado a hacerles frente y a reclamar el control de "sus" territorios. Para ello, se han valido de brazos armados que enfrentan a sus rivales con tácticas y estrategias bélicas. Y es que, en estados como Guerrero o Michoacán, muchas de estas células han pasado de ser autodefensas a convertirse en estos "mini ejércitos" que desatan balaceras y masacres en nombre de determinadas organizaciones delictivas. Un claro ejemplo son los Comunitarios por la Paz y la Justicia en Guerrero, quienes se asumen como supuestas autodefensas aunque trabajan para el grupo delictivo de Los Ardillos. En ese mismo estado, Los Tlacos también surgieron como autodefensas, para posteriormente convertirse en el brazo armado de la Policía Comunitaria General Heliodoro Castillo, un grupo de supuestos guardias locales que terminó por involucrarse también en el tráfico de drogas y múltiples delitos. Actualmente Los Tlacos ya no solo son un brazo armado, sino una organización delictiva que ha sembrado terror en Chilpancingo y zonas aledañas con los enfrentamientos que han protagonizado en contra de Los Ardillos. Tras la caída del Cártel de Los Beltrán Leyva surgieron múltiples facciones que buscaron mantener el control del puerto de Acapulco. El grupo delictivo de La Barredora fue uno que logró acaparar parte del legado de Arturo Beltrán Leyva y, para apartar de su camino a grupos rivales, designaron a un brazo armado que es conocido como el Comando del Diablo. Otra de las escisiones del Cártel de los Beltrán Leyva que sobresalió tras el declive de la organización delictiva es la de Guerreros Unidos, al cual se le vincula con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Para hacer frente a grupos rivales y autoridades, cuentan con un brazo armado denominado como Los Tilos, cuyas operaciones se tienden a concentrarse en Iguala. En lo que refiere a Michoacán, desde 2010 se creó una alianza entre varias células pertenecientes al Cártel de Sinaloa, la Familia Michoacana, el Cártel del Golfo y los Caballeros Templarios, con el objetivo de expulsar a Los Zetas del estado. Poco después y con la inminente expansión del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), la organización delictiva de Cárteles Unidos designó un grupo armado que, al igual que en casos anteriores, comenzaron haciéndose llamar Grupos de Autodefensa Comunitaria para posteriormente convertirte en Los Viagras. La temida célula delictiva fue señalada de estar detrás del asesinato del líder de autodefensas Hipólito Mora el pasado mes de junio. Actualmente Los Viagras han pasado de ser un brazo armado a ser una de las múltiples organizaciones delictivas que operan en Michoacán. Del lado este de México, el Cártel del Golfo se consolidó durante décadas como la organización delictiva dominante en esa región, aunque también como una de las que más se ha fraccionado a lo largo de su historia. Desde Los Zetas, hasta Los Escorpiones o Los Metros, dichas células se han encargado de hacer de los estados de Tamaulipas y Nuevo León un campo de guerra. Pese a ello, es el Cártel del Noreste -también escisión del Cártel del Golfo- uno de los pocos que ha designado a un grupo específico para ser su brazo armado. La llamada Tropa del Infierno es la encargada de protagonizar enfrentamientos bélicos con grupos rivales en territorios que buscan controlar y en Nuevo Laredo. Otro de los brazos armados que ha acaparado gran relevancia al norte del país es La Línea, el cual presta sus servicios al Cártel de Juárez y se distingue por haber creado alianzas con pandillas estadunidenses como es el caso de Barrio Azteca. Esta célula delictiva también fue señalada por estar involucrada en la masacre de la familia LeBarón en noviembre de 2019, hecho en el cual perdieron la vida tres mujeres y seis menores de edad. Aunque las organizaciones criminales se sostienen también gracias a su millonario negocio ilegal y sus habilidades en el lavado de dinero, son sus múltiples brazos armados los encargados de garantizar su seguridad y prevalencia en zonas específicas del país, aún y cuando ese implique sumergir a México en una incesable violencia que continúa cobrando vidas.