Ciudad de México. Además del Jueves Santo y el día de la Ascensión, el de Corpus Christi es uno de los jueves más importantes de la Iglesia Católica pues recuerda la forma en que Jesús institucionalizó la misa en la Última Cena, al convertir el pan en su cuerpo y el vino en su sangre. El Corpus Christi –el cuerpo de Cristo, en latín- se celebra en muchas regiones del mundo para proclamar la eucaristía, aunque el festejo se ha extendido hacia afuera de las puertas y paredes de las iglesias, pues con procesiones se muestra a la gente la hostia consagrada en una custodia. Así celebra Bolivia la misa de Corpus Christi. Mientras el Jueves Santo celebra la Última Cena de Jesús con sus 12 apóstoles para despedirse de ellos antes de su muerte, en el día de la Ascensión se conmemora, 40 días después del domingo de resurrección, la subida del Señor al Cielo. “Tomen y coman; esto es mi cuerpo…” rezan en misa los fieles para recordar la frase con la que Jesús hizo partícipes de su sacerdocio a los apóstoles, a quienes les mandó que hicieran lo mismo para dar gracias a Dios por sus beneficios. De acuerdo con la Agencia Católica de Informaciones ( ACI), en el Derecho Canónico de la Iglesia ninguna otra festividad recibe tanta atención como la Solemnidad del Corpus Christi, que es una de las cinco ocasiones en el año en la que un obispo no puede estar fuera de su diócesis, salvo por una urgente y grave razón. Señaló que la Iglesia manda comulgar al menos una vez al año, en ayuno eucarístico (al menos una hora antes de la comunión) y confesarse para poder comulgar y recibir la hostia. Refirió que la solemnidad del Corpus Christi fue establecida en 1246 por el obispo Roberto de Thorete y a sugerencia de Santa Juliana de Mont Cornillon.