EFE / La Voz de Michoacán Ciudad de México. Desde que era niña, Mónica González del Pliego asumió que su destino era ser “gorda” pues así es como su pediatra, a veces en broma, la etiquetaba y ya en su adolescencia y gran parte de su edad adulta formó parte de los millones de mexicanos que padecen obesidad y sobrepeso, un problema difícil de resolver. “Me compré esa idea. Desde chiquita creí que era una niña obesa, gorda. Si bien siempre fui gruesa, alta, esa forma de decir las cosas me afectó”, dice a Efe la mexicana de 39 años con motivo del Día Mundial de la Obesidad que se conmemora el 4 de marzo. El sobrepeso y la obesidad constituyen el problema de salud más importante en México que afecta a la población desde temprana edad y hasta la vida adulta. Ambos son el principal el principal factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades no transmisibles o crónico degenerativas como la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial, las dislipidemias, las enfermedades cardiovasculares, las enfermedades osteoarticulares, ciertos tipos de cáncer como el de mama, próstata y colon y apnea del sueño, entre otras enfermedades. El reporte Panorama de Salud 2019 publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señala que el 72.5 % de los adultos y el 37.7 % de los niños mexicanos tienen sobrepeso u obesidad. “Nos falta dar más atención, más espacio, a esta problemática. No nos estamos asegurando que la ayuda llegue a toda la población”, apunta Gaby Argumedo, investigadora del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP). NO ALCANZAN ESTRATEGIAS En 2013, la Secretaría de Salud del gobierno de Enrique Peña Nieto diseñó la Estrategia Nacional para la Prevención y el Control del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes (Enpcsod), herramienta que ha definido hasta hoy la política de salud frente a la emergencia que representan los padecimientos crónicos como el sobrepeso, la obesidad y la diabetes. En noviembre de 2016, dada la gravedad de la situación, las autoridades sanitarias mexicanas declararon dos emergencias epidemiológicas: una para sobrepeso y obesidad y otra para diabetes. México se mantiene hasta ahora como el líder en obesidad infantil en el mundo y el segundo lugar en obesidad de adultos, pero pese a la alerta emitida, las estadísticas epidemiológicas para esas enfermedades han empeorado. “Uno de los principales retos es un mejor sistema alimentario, dejar de centrar el problema en los individuos y verlo más a nivel estructural. ¿Por qué queremos resolver el problema desde la curación si podemos hacerlo desde la prevención?, menciona Liz Tolentino, también investigadora del INSP. Aunque en las últimas décadas se han puesto en operación programas, estrategias públicas y privadas para atender esta problemática, lo cierto es que, según los expertos, no han funcionado como deberían. Además, las estrategias ya establecidas, como el etiquetado frontal de advertencia para alimentos y bebidas procesados que entró en vigor en México en octubre de 2020, con el objetivo de prevenir el aumento de casos de sobrepeso y obesidad en el país, son tardadas y los especialistas consideran que deben ir acompañadas de otras iniciativas. “Tardamos 14 años en lograr que se habilitara un impuesto al refresco y a la comida chatarra, fueron unos 11 años de trabajos relacionados con el etiquetado de advertencia y, bueno, lo que hemos aprendido es que son esfuerzos que tardan mucho”, reconoce Simón Barquera, director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud. Para los expertos, pese a que se trata de enfermedades complejas, con causas multifactoriales que se deben analizar e intervenir con un enfoque integral, de sistemas, las estrategias de intervención sólo han sido parciales e incompletas. “La dieta es buena elección, pero hay otras cosas que influyen como la falta de sueño, el tiempo que pasan las personas frente a las pantallas, la falta de especialistas”, considera la doctora Argumedo. ENCONTRAR EL CAMINO Aunque para Mónica el camino fue duro, sobre todo en lo que respecta a la aceptación de sí misma, actualmente ha logrado equilibrar su peso y ha aprovechado la pandemia para cambiar su estilo de vida. “En el último año he bajado unos 12 kilos. Es duro, pero me he quitado de la cabeza la idea de que soy gorda, de que soy la “gordibuena”, afirma. La clave, dice, es contar con un especialista que te lleve de la mano y entender que la obesidad y el sobrepeso no son solo “un tema estético”. Señala que todavía el problema es que la obesidad no suele considerarse una enfermedad por lo que se pasan por alto sus consecuencias y el abanico de complicaciones que perjudican la calidad de vida y la salud física y mental de quienes la padecen. “Lo más importante es aceptar que es un problema, que sí es una enfermedad y entender que si tomas la decisión de que vas a cambiar tu vida es porque tú lo quieres, no por entrar en los parámetros sociales, hay que dejar de obsesionarnos en el tema estético y construir la pérdida de peso en un hábito”, concluye.