“En algún momento sentí ganas de llorar por ver tanta esperanza en un pueblo tan sufrido, confesó el papa Francisco en su despedida, al término de la misa en Ciudad Juárez. Agradeció la acogida, el cariño, la fiesta, la esperanza de “la gran familia mexicana”, por haberle abierto las puertas de sus vidas, de su nación. La noche puede ser oscura, pero existen muchas luces que anuncian esperanza, dijo Francisco, al constatar en muchos rostros la presencia de Dios que sigue caminando en esta tierra. Recordó que en sus recorridos muchos papás levantaban a sus niños para mostrárselos. “Son el futuro de México, cuidémoslos, amémoslos”, exhortó. Previamente, el obispo de la diócesis de Ciudad Juárez, José Guadalupe Torres Campos, expresó al pontífice su agradecimiento por haber realizado esta visita en un momento clave, debido a los acontecimientos difíciles que han dejado heridas en muchas familias; “los niños, los hombres y las mujeres de esta tierra y de gran parte de nuestra nación hemos sentido en carne propia las consecuencias de una violencia y una ambición desmedidas”. El prelado le dijo que ha encontrado un pueblo de gran fe y fortaleza admirables, y le agradeció por su ejemplo de vida y su mensaje que reanima aun en la diversidad. El papa Francisco se despidió del México que “es una sorpresa, que siempre sorprende” encomendando a los mexicanos a la Guadalupana: “Que María de Guadalupe siga visitándonos, siga caminando en esta tierra, porque México no se entiende sin esta madre. Gracias por esta gran cálida hospitalidad mexicana”. Concluyó con la petición expresada a todas las personas con las que se encontró en los diversos eventos en México: “Y les pido que no se olviden de rezar por mí”. Cabe señalar que en su mensaje Citó versos del poema Hermandad de Octavio Paz: “Soy hombre: duro poco y es enorme la noche. Pero miro hacia arriba: las estrellas escriben. Sin entender comprendo: también soy escritura y en este mismo instante alguien me deletrea”.
La Voz de Michoacán
