Notimex / La Voz de Michoacán Mérida, 10 Ago- La tercera visita de Juan Pablo II a México, el 11 de agosto de 1993, representó desde el ámbito de lo jurídico, restablecer la relación Iglesia-Estado, pero también dar inicio al mejoramiento de la misma en los últimos 20 años. Para el ex obispo de Tijuana y hoy IV arzobispo de Yucatán, Emilio Carlos Berlie Belaunzarán, la visita de Juan Pablo II a Yucatán, marcó una nueva relación entre el gobierno mexicano y la Santa Sede, rompiéndose la tensión tras el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. En entrevista con Notimex, el arzobispo de Yucatán recordó que en el ámbito religioso, la recepción del Papa viajero por el entonces presidente Carlos Salinas, fue también un reconocimiento oficial a la creencia católica de la mayoría de los mexicanos. "Nosotros estábamos como obispo de Tijuana; entonces el señor arzobispo de Yucatán Manuel Castro Ruiz nos invitó a todos los obispos de México y venimos con mucha alegría. Era la primera vez que el Papa venía como jefe de Estado", dijo. Las veces anteriores, expresó, lo recibieron con todo respeto a la mayoría creyente de México. Esa vez aquí lo acompañó la señora Dulce María Sauri, ex gobernadora del estado y vino el ex presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, los dos lo recibieron. Ese día, refirió, se dieron los 21 cañonazos que se da oficialmente en honor a un jefe de Estado, pues en 1992 habían sido modificados los elementos de la Constitución para restablecer las relaciones entre Iglesia y Estado. Entonces, indicó, 1992 es un año sumamente importante desde el punto de vista jurídico, año crucial, se restablecen las relaciones Iglesia-Estado, hay un reconocimiento jurídico y diplomático, la venida del Papa el año siguiente fue solemnísima y fue la primera vez que vino a México como jefe de Estado. "Ya antes lo había acompañado el señor José López Portillo como presidente de la República, pero lo acompañó extraoficialmente, como una figura emblemática, pero no como esa vez que según las reglas diplomáticas, se deben dar los cañonazos". Cuestionado respecto a la tensión que se vivía entre el gobierno mexicano y el Vaticano por el asesinato del cardenal Posadas Ocampo en mayo de 1993, consideró que la visita del Papa Peregrino vino a distender la relación. Recién había ocurrido el asesinato del cardenal Jesús Posadas Ocampo, "¿Vino esta visita a mejorar la relación entre ambos? Sí, yo pienso que sí", afirmó. Indudablemente, el hecho de esa interrelación del gobierno y la Iglesia favorece, facilita el diálogo; dificultades siempre las hay, pero que importante que haya un diálogo permanente entre Iglesia y Estado, eso es importantísimo. Hoy, detalló, ha mejorado y poco a poco lo que se llama la jurisprudencia va perfilando y mejorando el tipo de relaciones que se establecen entre ambas entidades de gobierno. Quien fuera designado por Juan Pablo II para ser consultor del pontificio consejo para la pastoral de los migrantes e itinerantes de la Santa Sede, así como miembro de la Comisión Episcopal de Movilidad Humana, expuso la necesidad de ver el componente salvífico de la visita del Papa polaco a favor de las etnias en las Américas. Fue un hermosísimo encuentro porque en México están oficialmente catalogadas 62 etnias, entonces ofrecer un espacio a las plantas de la Santísima Virgen, fue algo muy hermoso. Desde luego, dijo, hubo un llamado en primer lugar a respetarlas, en segundo lugar a hacer lo posible por conservar la lengua que es algo tan difícil y conservar las tradiciones y costumbres porque son muy respetables y venerables. Sin embargo, llevado el mensaje a la actualidad cobra una mayor importancia dado que "uno entiende que ahora los jóvenes están muy llevados lógicamente a irse de sus lugares, a lugares donde pueden, obviamente desarrollar más sus capacidades, sus potencialidades". "Entonces se necesita hacer un esfuerzo de parte de todos, gobierno, iglesia, las otras denominaciones religiosas, para conservar y preservar el patrimonio cultural y lingüístico de las etnias. Indudablemente un reto muy grande". En este ámbito, resaltó la consagración de las etnias y de Yucatán a la Virgen María, en su advocación de "nuestra señora de Izamal", una imagen que fue hecha en 1547 por un religioso franciscano en Guatemala. "Esto tiene un alto significado, pues imagínate es de los albores, de los inicios de la evangelización, una imagen bellísima. Yo traigo una imagen siempre conmigo en mi libro de oraciones, con todo respeto, no he encontrado ni una imagen más exquisita que la de Izamal", expuso.