Rogelio Arellano/ La Voz de Michoacán Uruapan, Michoacán. El desplome de entre el 50 y 60 por ciento en la elaboración y comercialización de artesanías durante los últimos 20 años, es producto de menos visitantes por efecto de la crisis económica, inseguridad y piratería, panorama con tendencia a mantenerse en el mejor de los casos pero con repercusiones peores de no frenarse la espiral inflacionaria y el agresivo comportamiento de los grupos delictivos así como las importaciones de “fayuca”. Durante estas dos décadas la comunidad de artesanos, al menos en Uruapan, se ha reducido de al menos 500 artífices a escasamente 100 activos, pero de ellos el 60 o 70 por ciento están obligados a realizar otras actividades desde taxistas, hasta cocineros, albañiles, cortadores de aguacate u otro oficio para completar el gasto familiar, señaló en entrevista Edgar Venegas Ángel, miembro de la asociación de artesanos “Arte Indígena”. El también integrante de la Unión Estatal de Artesanos de Michoacán (Uneamich), relató que anteriormente, los más de 40 talleres que operaban en Uruapan se mantenían activos los siete días de la semana; “hoy los escasamente 10 que sobreviven trabajan en su mayoría medio día o de plano uno o dos días por semana para confeccionar recuerdos y otros artículos pequeños que no rebasan los 20 o 50 pesos para su venta al público”. Biombos tejidos en madera labrada, bateas de gran tamaño con la técnica de maque incluso con incrustaciones de oro y plata o guitarras de excelente calidad así como rebosos, gabanes, muebles rústicos, adornos en pasta de caña, cofres laqueados, paquetes de juegos didácticos y hasta pinturas al óleo en grandes marcos labrados, han dejado de estar a la vista; “su precio es elevado y pues nadie los compra porque la mayoría de visitantes corresponde al segmento de turismo social”, señaló. Venegas Ángel quien pertenece a la tercera generación de una familia de artesanos y propietario de uno de los puestos ubicados frente al acceso principal del parque nacional “Barranca del Cupatitzio”, señaló que como parte de generar un entorno seguro en esa zona y brindar confianza al visitante, se han organizado con los lavacoches para vigilar la zona. “En los últimos años no existen reportes de cristalazos o robo de vehículos ni asaltos a turistas”, comentó. “Hace poco mandaron unos tránsitos según para agilizar el tráfico y un turista que circulaba por la calle Culver City en dirección de norte a sur se internó un pequeño tramo en sentido contrario por la calle Pino Suárez; de inmediato lo acosaron con amagos de multarlo, afortunadamente intervenimos y se evitó este abuso porque en principio las calles carecen de señalamientos. Esa es la realidad, tenemos que cuidarlos hasta de la policía”, dijo. El turismo extranjero no existe por ahora, la mayoría de visitantes son de estados vecinos como Jalisco, Estado de México y Guanajuato, en su mayoría feligreses que arriban al parque nacional luego de visitar el santuario del Señor de los Milagros en la vecina comunidad de Nuevo San Juan, “pero imagínate ahora con el conflicto que existe allá (bloqueos carreteros y toma de alcaldía), pues menos gente viene a pesar de que todavía estamos en vacaciones de verano”, señaló el entrevistado. Con el paso de los años, se ha establecido que el principal fenómeno que ahuyenta al turismo es la quema de vehículos durante los bloqueos carreteros. “Eso si nos pega porque la mayoría de visitantes vienen en autobuses de pequeños empresarios dedicados al flete de turistas quienes no están dispuestos a perder quizá su único patrimonio”, indicó. “Te aseguró que el narcotráfico y los homicidios entre bandas, en esencia no son el factor que inhibe el flujo de turistas. Si hiciéramos pequeñas figuras que ilustren esa actividad, ten la plena seguridad que se venderían, sin embargo los ataques directos a la población civil es lo que no permite el flujo”, acotó. Por su parte la también artesana y comercializadora, Guillermina Vargas señaló que efectivamente ha quedado atrás los tiempos de auge de los artesanos. “Hoy solamente operamos uno de tres talleres que teníamos con mi papá Ramiro Vargas quien desde hace más de 50 años se dedica a esta actividad heredada a su vez su papá”. La migración hacia otras actividades es real, “mira, por ejemplo, mi hermano Fernando dejó el taller y ahora se emplea como chofer de autobuses y pues en mi caso, ya crecieron mis hijos y sólo estamos con mi esposo y lo que sacamos nos alcanza para sobrellevarla pero abrimos toda la semana”, acotó. ¿Quieres saber más de este tema? Las páginas de tu periódico La Voz de Michoacán también te informarán.