Martín Equihua/Colaborador La Voz de Michoacán. Nahuatzen.- El Fuego Viejo partió, al filo de las cinco de la mañana, de la plaza de este pueblo rumbo a la comunidad indígena de Tarejero, en el municipio de Zacapu, en donde por la noche fue apagado para cerrar un ciclo vital. Hoy, pasado un día de oscuridad y reflexión, encenderá una vez más ante la algarabía de miles, con un resplandor que iluminará y renovará todo, y que se multiplicará en sinfín de varitas de ocote y manos ávidas de sentirse parte de una historia común. Se trata de kurhíkuerik´uinchekua, la fiesta del fuego, según el ceremonial renombrado por el Consejo de Excargueros, un órgano colegiado al que se adhieren quienes participan en la organización del ritual festivo en las comunidades, los que durante el año desarrollan un programa que pone por delante la promoción de la cultura del pueblo purépecha. El Consejo es el motor de este movimiento cultural. Un espacio de convergencia de un núcleo importante de la inteligencia purépecha de nuestros días, donde no hay nada resuelto de una vez y para siempre, sino que, en todo caso, mediante investigación, debate, pasión, especulación…ha formulado y reformulado este ritual que alude al corazón de la espiritualidad prehispánica sustentada en la veneración del fuego-como tantas culturas del orbe-, pero donde su mayor mérito bien podría ser su contribución al acercamiento de comunidades, muchas de las cuales no terminan de sacudirse una telaraña de conflictos por la tierra o los recursos forestales. Se trata de un recorrido de más de tres décadas, desde 1983, al que hay que sumar la travesía de 65 kilómetros que se realizó ayer, según cuentas del párroco Francisco Martínez, pero que en todo caso y expresado en tiempo, fue cubierto en el lapso de cinco de la mañana a nueve de la noche.