José Luis Ceja Guerra / La Voz de Michoacán Jiquilpan. Como una actividad adicional mediante la que se preserva la tradición de su terruño y que puede generar además algún beneficio económico, migrantes jiquilpenses crean y comercializan artesanías en los Estados Unidos. Es el caso concreto de las máscaras que en el municipio de Jiquilpan se elaboran de manera exclusiva para la celebración de la Danza de los Negros en la que se conmemora la enemistad entre las comunidades indígenas de esta región y los hombres de raza negra que fueron traídos como esclavos a la Hacienda de Huaracha en el actual municipio de Villamar. DE hecho, la tradición de “mascareros” esto es los que elaboran las máscaras está reservada a apenas una media docena de hombres que tradicionalmente las elaboran del tamaño de un rostro humano con facciones burdas y nariz ancha para simular la cara de los esclavos; estas máscaras se pintan de negro y se adornan con una montera de piel de borrego para simular el pelo rizado y se complementan con un tocado de flores de Noche Buena y se utilizan de manera exclusiva del 24 de diciembre al 2 de febrero de cada año. Hijos de estos mascareros tradicionales que han emprendido la búsqueda del Sueño Americano han retomado principalmente en ciudades de California la tradición de la elaboración de estas máscaras a manera de mantener los lazos con su comunidad pero respetando también el sentido místico de estas máscaras que para su comercialización en Estados Unidos han tenido que ser estilizadas y realizadas en gran formato para establecer claramente que se trata de artículos decorativos y no con fines rituales. Las máscaras que se producen y comercializan por parte de artesanos jiquilpenses en Estados Unidos carecen de los matices cromáticos y de los rasgos faciales así como de los tocados y monteras de las utilizadas por la comunidad indígena de Jiquilpan para la realización de las danzas en honor a la imagen del Niño de la Cofradía; prácticamente, señala Vicente Ceja, uno de estos migrantes, lo que se vende a quienes compran estas máscaras es el saber que fueron elaboradas por integrantes de las familias que cuentan con la autorización tradicional para hacerlas.