Carlos Casillas/La Voz de Michoacán. Lázaro Cárdenas.- En la isla de La Palma hay una inusual calma. Trituradoras, apiladores, trascabos, camiones y demás equipos usados en la logística del mineral, están frenados, no hay en el ambiente la permanente nube de oxido ferroso que acompaña a esta actividad, hoy considerada ilegal, fuera de norma y proscrita del comercio internacional. Los vastos patios de almacenamiento de mineral en trozo, en breña, como es apenas extraído de las minas de Guerrero y Michoacán, lucen vacios, desolados, prácticamente sin que nadie cuide los accesos, ni siquiera aquellas fuerzas federales que los inmovilizaron el lunes y clausuraron el martes por delitos ambientales. Hay, efectivamente un golpe financiero a la economía que la exportación de minerales representa, al control quien la controle, pero también, supone un golpe duro para un sector de la economía, que no es poco, y que depende de esa actividad. Haber incautado los patios de mineral, equivale a haber estrangulado una manguera por donde fluye una economía, “ni para atrás, ni para delante”, cortar apenas un eslabón de la logística intrincada, confusa y diversa. Todo está detenido, la explotación de las minas, el acarreo de mineral a los patios, de los patios a los barcos, pero también afecta a una cadena de suministros de un valor no considerado. Fondas, comedores a lo largo de las carreteras, por donde circulan con esa carga poco más de mil camiones, vulcanizadoras, refaccionarias, combustibles y unos 3 mil 600 empleos directos en toda la cadena logística, están también afectadas en este momento.