Jorge Manzo/La Voz de Michoacán Petatán, Michoacán. Los santuarios del pelícano borregón, en los límites de Michoacán y Jalisco, se han convertido en un atractivo natural que ha atrapado la atención de miles de personas, quienes visitan la pequeña isla de un centenar de habitantes para adentrarse al mundo de las parvadas de aves con plumas blancas y picos amarillos, que al igual que la mariposa monarca se desplazan desde el norte del continente para hibernar en las cálidas aguas del lago más grande de México. Los fines de semana el pueblito enclavado en el Occidente, al pie del lago de Chapala, es el punto de encuentro de centenares familias que se trasladan desde otros puntos del país para convivir con los centenares de “pájaros” que a pesar de que no tienen contacto físico con los curiosos, se dejan consentir con desperdicios de pescados que les dan de comer. Los más fieles visitantes son los lugareños de Sahuayo y Jiquilpan, quienes han encontrado la armonía de la naturaleza y el pueblo pintoresco que se dedica a la pesca para disfrutar de un día agradable. De hecho, la pesca es la principal actividad económica de los habitantes de este poblado que pertenece al municipio de Cojumatlán de Régules. Los habitantes consideran que sería imposible la subsistencia por las actividades agrícolas, derivado de que son limitados los espacios para la siembra de frutas u hortalizas, mientras que el arribazón de las aves procedentes de Canadá sólo se da entre los meses de noviembre y marzo, que es cuando repuntan los ingresos de las familias que tienen sus “changarritos” u ofrecen comida y golosonias a los visitantes. De Morelia a Petatán son aproximadamente 3 horas de camino, considerando que se desplazarán sobre la autopista de Occidente, aunque también está la opción de la carretera libre que atraviesa los llamados Once Pueblos. En estos momentos, se mejoran las vialidades para ingresar al malecón, y propiciar caminos más seguros y rápidos para adentrarse al mundo de los pelícanos borregones. “Ellos llegan aquí, porque encuentran las condiciones perfectas para desenvolverse, para vivir. Hay mucha comida, mucha agua, y la gente los consiente”, compartió Ismael Ayala, un longevo lanchero que conoce perfectamente las aguas que han sido el hogar de una treintena de peces nativos. En la isla operan al menos 6 fileteras, grandes empresas que se encargan de la compra de pescado. Al día se llegan a extraer hasta 50 toneladas del producto fresco que es trasladado a Guadalajara y al Estado de México para su comercialización. “Producimos material de calidad, por algo están aquí las más grandes fileteras”, destacó el habitante de esta localidad, tras realizar un recorrido por la ribera del lago de Chapala. Ahí confesó que buscan que la Secretaría de Marina les otorgue los permisos para navegar en las aguas que abastecen a la zona metropolitana de Guadalajara. Para más información checa nuestra edición impresa del 18 de enero.