AP/La Voz de Michoacán Texas. Décadas después de que se dejase de internar a los menores en orfanatos atestados porque eso les causaba traumas duraderos, se está repitiendo esa práctica, ahora con niños migrantes: El gobierno nacional ha alojado a los 14.300 migrantes menores de edad que tiene a su cargo en centros de detención y otras residencias en las que habitan cientos, si no miles, de niños. A medida que se acerca el fin de año, unos 5.400 migrantes menores duermen en refugios con más de 1.000 niños. Unos 9.800 están en instalaciones con al menos 100 menores, de acuerdo con información confidencial del gobierno obtenida y corroborada por la Associated Press. Tres meses después de que Donald Trump asumiera la presidencia, el mismo programa del gobierno tenía 2.720 menores, la mayoría en refugios con pocas docenas de niños o en programas de hogares temporales. Hasta ahora, se sabía poco acerca de la cantidad de menores que había en cada instalación supervisada por la Oficina de Reubicación de Refugiados (ORR). La información obtenida por la AP incluye la cantidad de menores en cada centro de detención, refugio y hogar temporal cada semana los últimos 20 meses y ofrece detalles de un programa que es un componente vital de la política del gobierno de Donald Trump destinada a combatir la inmigración ilegal. Los menores permanecen bajo la custodia de la ORR el doble del tiempo que permanecían en enero del 2016, un promedio de dos meses, en parte porque el gobierno incorporó más requisitos para los padres y familiares que se harán cargo de ellos. Eso cambió el martes, cuando las autoridades dejaron sin efecto el requisito de que todos los adultos que viven en un hogar que recibe a niños migrantes presente sus huellas digitales. Todos deben todavía someterse a controles de antecedentes y los padres sí deben presentar sus huellas. Pero las autoridades dicen que ahora podrán procesar los casos más rápidamente y esperan reducir el tiempo que los menores permanecen bajo su custodia, evitando que los chicos se pregunten si sus padres los han abandonado, como hacen algunos ahora. “Es un trauma que no vamos a olvidar”, dijo Cecilio Ramírez Castañeda, un salvadoreño que fue separado de su hijo de 12 años, Omar, cuando ambos fueron detenidos en junio bajo la política de “tolerancia cero” del gobierno, que hizo que casi 3.000 menores fuesen separados de sus familias. Omar temía que su padre se hubiese desentendido de él porque permaneció cinco meses en un refugio de Texas. Ramírez se reunió con Omar el mes pasado y se enteró de que su hijo había estado hospitalizado con síntomas de depresión y que se había roto un brazo mientras estuvo a cargo del gobierno. “Es un sistema que causa daños irreparables”, sostuvo Ramírez. Expertos afirman que la ansiedad y la desconfianza que sufren los menores cuando están encerrados puede causar trastornos mentales y físicos duraderos. Sobre todo con los más pequeños, los que pasan bastante tiempo en esos centros y los que son alojados en sitios atestados donde reciben poca atención personal. “Esto es un desastre moral”, manifestó Jack Shonkoff, director del Centro para el Desarrollo Infantil de la Universidad de Harvard. “Estamos aplicando castigos a niños inocentes que se harán sentir toda su vida”. Funcionarios del gobierno dicen que se han visto obligados a ampliar la cantidad de camas disponibles para menores migrantes de las 6.500 de hace un año a las 16.000 de hoy. Alojar a los menores en sitios grandes, si bien no es lo preferible, es mejor que la alternativa, que sería tenerlos más tiempo en instalaciones de la Patrulla de Fronteras, de acuerdo con Mark Weber, vocero del Departamento de Salud y Servicios Humanos, que supervisa la ORR. Hay una gran cantidad de niños, es una situación compleja. Nos esforzamos por asegurarnos de que se los atiende bien y se los ubica responsablemente”, aseguró.