Roberto Huitrón/ La Voz de Michoacán Los Reyes, Michoacán. El drama de las 11 familias migrantes damnificadas en la localidad de San Sebastián, por las lluvias del pasado viernes, vienen a poner en evidencia la falta de protección social y el abuso que sufren la mayoría de los jornaleros, que trabajan en los sectores más rentables de la agricultura de la región: las frutillas y el aguacate. Resultando paradójico que el cultivo menos rentable, como lo es la caña de azúcar, sí tenga protegidos a los jornaleros que ocupa tanto en las labores cotidianas del cultivo (aguadores, mayordomos, aplicadores de fertilizante, entre otros) como de cosecha o corte la mayoría de estos procedentes de otros estados, quienes junto con sus familias, están protegidos del servicio médico, desde que parten de sus lugares de origen. El sector cañero es un ejemplo de esquema de protección social, donde gobierno y cañeros han conjugado esfuerzos para brindar la mínima protección social, pues en un esquema especial desde el momento en que salen de su lugar de origen pasan a ser derechohabientes del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), además de contar con una red de albergues, donde cuentan con todos los servicios a cargo de los cañeros y que año con año antes de iniciar la zafra les da mantenimiento. En contraste la gran mayoría de los trabajadores del campo de los cultivos del aguacate y las berries, solo reciben su salario, corriendo por su cuenta el servicio médico y en el caso de jornaleros migrantes su hospedaje. En este sentido las 17 familias damnificadas con un total de 27 personas entre ellas una embarazada, tres menores de edad y dos personas de la tercera edad, además de no recibir ningún tipo de protección social por parte de sus patrones, son abusados por personas que les rentan jacales. Los jefes de familia revelaron a La Voz de Michoacán que les cobran 200 pesos semanales (800 pesos al mes) por chozas de 3 metros por 3 metros con muros de triplay láminas de metal, algunas cuantas con pisos de cemento, cocinando en fogones a no más de dos metros de las chozas con todo lo que implica el riesgo de incendio y “baños” colectivos, a unos cuantos metros de la ribera del río Itzícuaro o de “El Chivo”. Para más información consulta la edición impresa de este 4 de septiembre de 2017.