José Luis Ceja / La Voz de Michoacán Ciénega. Odiado, ridiculizado y satanizado como ejemplo de traición, la figura bíblica de Judas es, en la Ciénega de Chapala, motivo de discordia y vía para descubrir conductas sexuales reprimidas entre los pobladores de Los Remedios. La tradición judeo-cristiana dice que Judas fue apóstol de Jesús de Nazaret en la predicación realizada por Palestina; los textos bíblicos lo señalan de haber sido quien reveló al Sanedrín el lugar donde podrían detener a Jesús sin riesgo de que los demás discípulos intervinieran. Por su traición fue recompensado con 30 denarios, pero al poco tiempo se arrepintió, intentó devolver las monedas a los sacerdotes que se las habían dado y al no aceptarlas éstos, las arrojó en el templo. Luego, desesperado ante la magnitud de su delación, se suicidó ahorcándose de un árbol. Es esta traición la que ha provocado que en las festividades de Semana Santa, la figura de Judas Iscariote sea utilizada como objeto de escarnio; en la tenencia de Los Remedios, del municipio de Jiquilpan, así como en los municipios de Pajacuarán y Venustiano Carranza, la figura de Judas va más allá del muñeco de cartón saturado de explosivos que se quemará durante la noche del Sábado de Gloria. Tenencia de Los Remedios La figura de Judas carece actualmente de su entorno religioso en la comunidad de Los Remedios, en la que el personaje bíblico no es sino un pretexto para el uso de disfraces que no guardan ya relación cercana a los pasajes religiosos. La tenencia de Los Remedios es una población ubicada a un par de kilómetros al sur de Jiquilpan, cabecera municipal a la que está sujeta desde su fundación. De acuerdo con José Luis Preciado Guerra, exjefe de Tenencia, sin contar chivos, vacas y borregos, son cerca de 10 mil almas las que nacieron en esta comunidad, de las cuales muchas partieron rumbo al norte embarcados en la ilusión del sueño americano, por lo que regularmente esta comunidad es como muchas otras en las que durante la mayor parte del año los escasos habitantes fijos ven la salida y la puesta del sol sentados en las bancas de la plaza principal que comparte barda de por medio con el atrio de la iglesia de Nuestra Señora del Refugio. Los Remedios es una comunidad con una fuerte vena de sangre africana pues era ahí donde los esclavos negros fugados de la Hacienda de Huaracha se refugiaban dentro de los jacales y debajo de las enaguas de las mujeres para esconder sus negros cuerpos y empezar a blanquear su descendencia a través del mestizaje durante el periodo colonial. Sin embargo, para los ancianos de la comunidad indígena de Totolán, ahí nomás cruzando la carretera nacional, con la que guardan ancestral pero cordial enemistad, Los Remedios se fundó como un caserío para la gente non grata de la comunidad del Barrio de San Martín Totolán; ahí se destinaba a vivir a las madres solteras, los flojos y a las mujeres que ejercían el arte de curar con hierbas y pomadas; de ahí, dicen, viene el nombre de Los Remedios. Gran parte de la población es de tez morena, nariz ancha y pelo rizado; una comunidad de carácter alegre y bullanguero muy distante de la actitud hierática de sus vecinos de Totolán, con los que, pese a que ha habido cruces de sangre a través de matrimonios, no han logrado establecer una verdadera comunión. Parte de la particularidad de esta comunidad se da en estas fechas, pues si bien es una comunidad en su mayoría católica, no todos observan las tradiciones o sus costumbres como algo inamovible, para el habitante de la tenencia de Los Remedios lo más importante es divertirse. Judas se viste de mujer Mientras que en municipios como Pajacuarán y Venustiano Carranza los Judas de Semana Santa son personajes intocables en cuanto a la vestimenta, danzas y ornamentos, en la localidad de Los Remedios el Judas es, quizá, sólo un pretexto para exteriorizar una parte que guardan celosamente durante el resto del año. En esta localidad los Judas no llevan una vestimenta especial, no llevan máscaras de madera o papel con significados intrincados, ni llevan sogas o látigos; en esta comunidad el Judas se viste de mujer. Por la tarde del miércoles de Semana Santa, los varones vestidos de mujer comienzan su recorrido en las calles de la comunidad acompañados de una camioneta con una bocina amplificada para avisar a la población que al día siguiente dará inicio el Carnaval; cerca del mediodía del Jueves Santo los varones se ponen de nuevo los vestidos de sus mujeres, madres o hermanas, usan una máscara de hule y peluca y comienzan a recorrer las calles hasta la carretera nacional para dar apertura al Carnaval de los Judas, cuya principal motivación es reunir el dinero necesario para comprar el enorme Judas que será quemado en la plaza. Rodrigo Guerra Guerra, encargado de los Judas, señala que sin tener el dato preciso, sí se puede establecer que esta tradición cuenta ya al menos con medio siglo de antigüedad; destacó que quizá la tendencia de los hombres por vestirse de mujer durante estas actividades tiene que ver con el hecho de que, en el origen, se carecía de vestimentas que pudieran parecer túnicas. Pese a esto, durante la evolución de este festejo la vestimenta va más allá de lo exterior, pues parte de las cosas que van solicitando con anterioridad los varones son prendas de ropa íntima de mujer que usarán durante ese festival que, reconoce, se realiza de manera muy independiente de las actividades religiosas; de hecho, a las turistas o visitantes los Judas les solicitan aportar alguna prenda de ropa interior a manera de pago para ingresar, cuando la prenda es entregada, entonces el varón que la solicitó deberá usarla. En la tradición judeocristiana, Judas es la representación de lo maligno, es el perverso, es el traidor, el avaricioso, el pecador, y a lo largo de la historia se le ha representado como un enemigo declarado de quienes creen en Jesús; aquí ser denominado Judas es un honor. Semanas antes de la realización de este festival, los encargados buscan a una persona de la comunidad con características especiales: debe ser popular, querido y respetado para solicitarle que sea el Judas de ese año. Cuando la persona elegida acepta debe entregar entonces una muda de ropa completa para que el Judas que será quemado sea hecho a la medida; se toman también fotografías de su rostro para pegarlo en la cara del muñeco de tal suerte dice Guerra Guerra: “Es un honor que pidan que seas el Judas”. Lucha por el ‘patrimonio’ Judas En medio de una batalla legal no declarada entre los municipios de Venustiano Carranza y Pajacuarán por el ‘patrimonio’ que representa la tradición de los Judas vigente de los años de 1800, Javier Patiño Guerrero, uno de los defensores de esta tradición en Pajacuarán, señala que la participación de estos hombres de colorido atuendo se da lunes, martes y miércoles previos a Jueves y Viernes y Sábado santos, en que suspenden actividades para reanudarlas el domingo. Enfatiza que la vestimenta y la misma tradición pajacuarense no guarda relación alguna con la que se conmemora en Venustiano Carranza /San Pedro Caharo), de la que dijo, se trata de Barrabás. “Es una tradición muy importante para nosotros porque parte en dos nuestro año, de diciembre a Semana Santa, y luego las demás festividades”, recordó Patiño Guerrero que esta tradición nace en la Iglesia; sin embargo, la participación de los hombres en los recorridos no guarda relación con el tema de pago de mandas religiosas como se da en la Danza de los Tlahualiles o de Los Negros en los municipios de Sahuayo y Jiquilpan, respectivamente. “El traje del Judas es la representación del bien con el mal”, señaló el entrevistado al hacer notar que en la indumentaria se utilizan, por ejemplo, la sotana , el sobrepelliz y el cono de sacerdote; se trata de la representación del que traicionó a Jesús, por lo que la indumentaria guarda también elementos humanos y de malignidad como el paño rojo lleno de monedas que porta el Judas en la siniestra. El traje se complementa con objetos que el labriego de Pajacuarán usaba, como los huaraches de cuero y el chirrión (especie de látigo que se utilizaba haciéndolo tronar con golpes de aire para espantar las aves de los sembradíos. “Lo hemos desvirtuado quizá un poquito con tanta participación de Barrabás, que tampoco son parte de nuestra tradición, antes salía uno o dos y ahora son una chusma”. Otra versión de esta tradición refiere que Los Judas se disfrazaban de esta manera para llevar a los niños a recolectar flores de esta región para adornar el altar de la virgen durante el Viernes de Dolores. El disfraz era también utilizado para hacer declaraciones amorosas o llevar a cabo ‘raptos de doncellas’ al amparo de este festival, aunque esta última referencia es considerada por los tradicionalistas una exageración.