Angélica Ayala / Colaboradora La Voz de Michoacán Tzintzuntzan, Michoacán. La flagelación es una muestra de la devoción que le tienen a la imagen del Santo Entierro, que se venera en el templo de La Soledad, por los penitentes que cada viernes santo salen a las calles de este poblado. La mayoría lo hace por agradecimiento, por un milagro que recibieron; los penitentes, solamente utilizan un cendal que les cubre de la cintura a la rodilla y una capirota que cubre su rostro, están descalzos y de sus tobillos cuelgan los grilletes, que los hacen sangrar. Por la noche la penitencia es más dolorosa, ya que cargan una cruz y corren por las calles que los conducirán a la comunidad de Ojo de Agua, en cada estación se detienen y se flagelan, se golpean la espalda con los silicios. En el atrio de Los Olivos, lugar donde se encuentra la Iglesia de La Soledad, se llena de gente, visitantes que se asombran al ver a los penitentes recorrer el lugar y las calles aledañas, en sus manos sostienen un rosario y una charola, donde piden limosna para llevársela al Cristo del Santo Entierro, figura elaborada con la técnica ancestral de pasta de caña y que data del siglo 16. No importa el dolor, ni el calor, tampoco que sangren o que los pies se cuarteen, la fe los mueve y el agradecimiento. La gente del lugar desconoce cuándo iniciaron los penitentes a honrar al Cristo del Santo Entierro, quienes participan son solo hombres que cumplen una manda de agradecimiento por algún favor o milagro recibido. Ellos, llegan al atrio del templo y esperan su turno, al ser llamados los ingresan a un cuarto, donde en compañía de los cirineos, son dos hombres que los apoyan en el trayecto, les ayudan a colocar el cendal y la capirota que cubre el rostro del penitente, al salir se persignan frente a la cruz atrial, y después se dirigen a ver la imagen del Cristo, se arrodillan y empiezan su peregrinar. El tintineo de los grilletes se escucha por todas partes, los cirineos los ayudan a arrodillarse y a caminar para que no se tropiecen, piden la limosna que después ofrendarán al Señor del Santo Entierro, cuando los penitentes se llegan a encontrar de frente, hacen una reverencia y continúan con su camino; el tintineo alerta a las personas, abren paso y guardan silencio, algunos sacan monedas de sus bolsas y le entregan al hombre que está haciendo la penitencia.