Carlos Casillas/La Voz de Michoacán Lázaro Cárdenas, Michoacán.- No hay un estudio que lo certifique, pero la contaminación en la parte final del río balsas, acentuada por la actividad de los propios pescadores y la actividad comercial que ahí se realiza, es más que notoria en el brazo derecho del mismo. La contaminación del otrora caudaloso brazo izquierdo del Delta del Balsas, inicia aguas debajo de la Presa de La Villita, donde el gobierno municipal a través del rastro, contribuye con las descargas de agua usada en el proceso de matanza, completamente “cruda” y ocasionalmente esquilmos del ganado que ahí se sacrifica. Adicionalmente, la mancha urbana de Guacamayas aporta una considerable cantidad de aguas grises que descargan al afluente, cuya corriente está controlada por una presa que evita los escurrimientos por ese cauce, para evitar azolve de los canales de navegación del puerto industrial ubicado justamente en la desembocadura de las balsas. A los largo de ocho kilómetros, desde la presa derivadora de Guacamayas, la falta de oxigenación del afluente ha permitido la proliferación del pernicioso lirio que a su vez evitado la reproducción de especie de peces y crustáceos como son el camarón “pacotilla”, la lisa, la mojarra robalo, cuatete, langostino rallado y otras que prácticamente han desaparecido para dar paso a otras especies no comerciales. Lea la nota completa en la versión impresa...