El Pueblo Mágico de Tlalpujahua vivirá la Semana Santa con fervor y pasión religiosa, pues ya se prepara en este tópico; por lo que la esencia del pueblo dará paso a esa fusión de creencias. “No es extraño que esa religiosidad tan arraigada, sea un motivo para que los turistas lleguen a Tlalpujahua. En pocos lugares se centra ese aire de nostalgia, misticismo y al mismo tiempo de belleza colonial”, informó Gabriela Marín Colín, directora de Turismo Municipal. Tlalpujahua fue fundada en 1460, por lo que –históricamente tiene un cúmulo de vivencias que la enriquecen. “Durante ese periodo, los distintos escenarios transportan al que lo ve, al lugar sagrado donde ocurrieron los hechos, por lo que Tlalpujahua se convierte en un set de cine o una máquina del tiempo”, explicó. Una semana antes de la Semana Mayor, de las comunidades de Tlalpujahua, poco a poco llegan con sus Cristos, sus Juanes y Dolorosas a la iglesia de Nuestra Señora del Carmen. El Miércoles Santo, los feligreses, con fe acompañan las 43 figuras religiosas que recorren las principales calles.. Algunos Cristos son acompañados de encapuchados anónimos, quienes hacen menores sus culpas, cargando sobre sus hombros las figuras santas. Los Cristos y Dolorosas, ya llegada la noche, vuelven a coincidir en el templo de Nuestra Señora del Carmen (pues de ahí salen y ahí regresan). “El sincretismo ejemplificado está en esa mezcla de más de 200 años, muestra de la evangelización española, fundida con los sagrados cultos de ceremonias indígenas”, recalcó Gabriela Marín. Cristos destacados Entre estos Cristos se destacan: El Señor de Los Carrillos, el cual posee un tamaño natural, fue realizado con pulpa de caña de maíz y su hechura data del siglo XVI. Aparece vestido con un braguero bordado con hilo de oro y un resplandor en la cabeza. La actitud que tiene es de un Cristo agonizante. El Señor de Zapateros, llamado así porque a mediados del siglo XVIII, con el auge minero se formó al suroeste de Tlalpujahua,El Barrio de Zapateros, porque la mayoría de sus habitantes tenían éste oficio. “En ese tiempo había una capilla grande de cal y canto, en el interior se dotó de un retablo dorado dedicado a una imagen de Cristo Crucificado, teniéndolo por milagroso y muy venerado. “El culto al Cristo de Zapateros es de los más antiguos de la región. Una semana antes de la Semana Mayor, se realizaba la ceremonia con la cooperación y las limosnas de los vecinos del barrio para ‘el paso del Señor’ en su camino a Tlalpujahua, para la procesión del Miércoles Santo, convirtiéndose en una tradición que ha llegado hasta nuestros días”. El Cristo del Señor del Monte es también una escultura de pasta de caña de maíz, lo cual revela su antigüedad. Se encuentra acompañado por la Virgen de Dolores. Las santas figuras llegan a principio de la Semana Mayor al templo del Carmen, haciendo acto de presencia en la procesión del Miércoles Santo. El Cristo de San Pedro Tarímbaro, el cual es tres veces mayor que San Juan y la Virgen (es de tamaño natural), el cuerpo enjuto y laceradomuestra el costillar. Este Cristo desde centurias atrás ha sido objeto de gran veneración. Se vive la Semana Santa También, en la Semana Santa, entre los atractivos religiosos, se encuentra la cabalgata de la ‘Guardia pretoriana’ (el Jueves Santo), imponiendo respeto a su paso y anunciando la búsqueda del Nazareno. Ya entrada la noche, el palacio municipal es parte del escenario de la Ultima Cena y la aprehensión de Jesús. Paralelamente, está la tradición de los fariseos, haciendo mofa de la vestimenta e imagen del Santo Señor vendado y amordazado, lo exponen por el pueblo, que con gran pesar lo ve de lejos, en el camino a su mazmorra para esperar el juicio final. En la mañana del Viernes Santo, la multitud espera la llegada de Jesús, justo en el palacio de Poncio Pilatos. “La plaza Rayón con sus edificaciones, son la escena perfecta para emular el triste y dolido pasaje, donde Jesucristo es condenado a la cruz; y así entre la muchedumbre escandalosa, los fariseos y soldados romanos enardecidos, los caballos que a su paso imponen silencio, va el contingente con el retumbe de los tambores, abriéndose paso a la muerte que paradójicamente la envuelve la belleza del Santuario del Carmen, joya arquitectónica de mediados de S. XVIII. Ya entrada la tarde la Procesión del Silencio acapara miradas llevando en el féretro, el Cristo inerte, a su última morada. El sábado es de folclore popular, una fiesta de color, los fariseos en una incesante carrera buscan por los rincones al cómico Judas, que durante el día los burla y se ríe, pero que llega a su destino, que es la horca.