Angélica Ayala / La Voz de Michoacán. Angahuan, Mpio. de Uruapan, Mich.- “Fíjate bien y escucha bien lo que te voy a decir, ya somos pocos los que conocemos esta historia de cinco que éramos solo quedo yo, cuando explotó el volcán tenía apenas 14 años, faltaba un mes y medio para cumplir los 15”, así inicia su relato don Raymundo Acosta Correa, un hombre de 85 años de edad, el guía más antiguo de Angahuan donde sentado bajo la sombra de un árbol espera a la gente para contarle su historia. Hoy el volcán del Paricutín cumple 70 años de haber hecho erupción, los testigos de tal acontecimiento son pocos, al lugar donde la lava sepultó al pueblo de San Juan Parangaricutiro, Paricutín y Zirosto, la lava sepultó a estos poblados por fortuna no hubo ninguna víctima que lamentar, las personas fueron desalojadas a tiempo y reubicadas en el poblado de San Juan Nuevo, antes San Juan de los Conejos. Las tres señales Sentado en una piedra hecha de lava el sombrero lo protege del sol, conoce bien el lugar sabe dónde pisar y donde no, “cuidado con las piedras que se ven licitas porque esas son resbalosas”, don Raymundo Acosta recuerda bien lo que pasó antes de la explosión del volcán, “verá una noche estaba el cielo muy estrellado, salí al patio y había una estrella muy roja y grande entré a la casa y le dije a mi abuelo, él salió y respondió que era un cometa, que algo iba a pasar, habrá una guerra, como cuando ocurrió con la revolución”. Seguro de sus palabras el guía de turistas más viejo del lugar rememora que fueron tres señales las que anunció el nacimiento y explosión del volcán, primero fue el cometa, después una plaga de “animales que nunca se habían visto aquí, parecían chapulines pero muy grandes, nos dijeron que era la plaga de la langosta”, la plaga se comió toda la cosecha de maíz de Paricutín y comunidades aledañas, “la plaga acabó con todo, después regresaron al lugar donde habían nacido y ahí todas se murieron”, lugar donde nació el cráter del volcán. En 1942 dijo se empezaron a sentir los temblores “la tierra crujía, yo me acuerdo que brincaba como olas de mar así pequeñas, se movían, cuando iba de regreso del cerro con mi papá la tierra se iba desmoronando y se sentían los movimientos”. Para don Raymundo estas fueron las señales previas al nacimiento del volcán, “eso siempre lo platico a las personas, algunas me creen otras no, pero eso fue lo que pasó”. Narró que fue don Lázaro Cárdenas del Río “Tata Lázaro como le llamamos nosotros”, estuvo al pendiente de toda la población, “el vino aquí dos veces para llevarse a la gente y después para acomodarla en otra comunidad que fue San Juan Nuevo, donde antes se conocía como San Juan de los Conejos porque así había una empresa con ese nombre”. Orgulloso de haber estrechado la mano de Tata Lázaro, “pues no podía decirle nada porque no sabía hablar el español, sólo lo saludé”, don Raymundo narra cómo un milagro ocurrió cuando la lava cubría todo el poblado y entró a la iglesia donde se veneraba a San Juan Bautista. El milagro Para llegar a las ruinas de San Juan Parangaricutiro en necesario montar a caballo para agilizar el viaje, o caminar poco más de dos horas, los caballos conocen bien el camino. Durante el recorrido don Raymundo narra cómo la lava hace figuras “mire ahí esa roca antes parecía una lengua, una lengua de fuego que se convirtió en piedra, ahora parece un gusano, ¿a poco no?”, pregunta y continúa en el camino. La torre de la iglesia se asoma imponente entre todas las rocas de lava seca, la otra torre está a la mitad y queda parte del muro, “desde aquí se puede ver como la lava entró por la puerta y como no subió más por eso las torres siguen en pie junto con los muros”, señala mientras camina entre los senderos de las piedras de lava, sus guaraches protegen sus pies, “mire por aquí es más sencillo vamos a donde estaba el altar”. “¿Usted cree en Dios, porque yo sí, sólo un milagro pudo haber salvado la imagen del Señor de los Milagros de la lava y la imagen de la Virgen María y de San José, fíjese hasta ahí llegó la lava como si el Señor le ordenará que hasta ahí, donde estaban las imágenes”, con su dedo señala el sitio y efectivamente la lava dejó intacto el altar y los dos nichos donde estaban las imágenes, “yo me acuerdo bien y no hay otra explicación que un milagro”. El altar tiene tres imágenes no son las originales, la original según Don Raymundo se la llevaron a San Juan Nuevo, “no sé cómo llegaron esos Cristos aquí, pero ya tienen muchísimos años”. Los Cristos son morenos y en cada nicho hay un sinfín de accesorios que la gente deja como recuerdo o como muestra de un milagro recibido, ahí hay cartas, pulseras, flores artificiales, anillos, veladoras, playeras, “la gente lo trae como agradecimiento, yo creo”.