Erika Aguilar /Corresponsal La Voz de Michoacán. Zamora, Mich.- Entre los iconos que han dado reconocimiento a la ciudad de Zamora, se encuentran algunas obras inconclusas, las que por cuestiones económicas, socio – políticas y teológicas se han visto detenidas en el tiempo de su terminación, lo que incluso ha dado el Mote a Zamora de una ciudad ‘inconclusa’. En el primer cuadro de la ciudad, sobre la avenida Cinco de Mayo, se encuentra ubicado el principal ícono a la inconclusión, el Santuario Guadalupano, una obra que quedó pendiente por varias décadas, siendo en fechas recientes cuando el párroco Raúl Ventura, un grupo de empresarios y la feligresía retomaron la obra, logrando avanzar en la construcción del templo, quedando solo pendientes detalles y la construcción de un comedor, un velatorio, área de consultorios, baños y estacionamiento en la parte trasera del templo. Santuario Guadalupano El hoy nombrado Santuario Guadalupano, magna obra arquitectónica, y uno de los principales atractivos teológico turísticos en la ciudad, es uno de los edificios que han dado el mote de ‘Zamora Inconclusa’ a la ciudad, esto debido a la historia que rodea al edifico que fuera ideado e iniciado en 1989 por José María Cázares y Martínez, quien lo planeó como una nueva cede de la catedral Diocesana, amplio y espacioso para las ‘necesidades del futuro’, pues la entonces y hasta hoy iglesia diocesana es pequeña y de capacidad limitada. Fue en 1862 que se plateo la construcción de la nueva catedral para la Diócesis del Valle de Zamora, iniciando las obras hasta el 2 de febrero de 1989, cuando se tenían planos de amplios espacios para celebración de la misa, sacristía y otros espacios amplios para los diversos servicios que podría prestar la nueva cede diocesana. El proyecto, de estilo Neogótico, obra del arquitecto zamorano, Jesús Hernández Segura, inició con planos de elevadas torres, así como una cúpula, sin embargo él frenó de la obra que se diera por motivos económicos, de revoluciones y movimientos en el país y en la región del Valle, mermó y modificó los planos iniciales, los que se perdieron entre 1914 y 1984. Entre los informes que cuenta el registro del patronato del Santuario Guadalupano, se observa que hasta 1914 se terminaron 4 de las 5 naves de los planos originales, estructura que igual que las paredes, pisos y demás partes de la iglesia se vieron afectados cuando el ejército ocupara en la revolución mexicana y el movimiento cristero la iglesia, donde irónicamente una de las paredes sirvió de paredón para los creyentes católicos perseguidos en la época cristera. Tras más de 70 años de cese de la obra, tiempo en que se dieron usos diferentes al fin original de la nueva catedral diocesana, se integró un patronato que buscó recursos y retomó la obra, esto en el año de 1988, cuando Monseñor José Esaú Robles Jiménez, recuperó el edificio en obra negra e inició con un grupo de zamoranos católicos y laicos, la captación de recursos económicos y en especie. Aunque se terminaron las torres elevadas del templo, se colocó piso, se instaló el órgano gigantesco y único en su género en América, actualmente aún faltan detalles por terminar del que fuera nombrado Santuario Guadalupano, ya que no se ha concretado el cambio de sede de la catedral diocesana a dicho espacio físico. Los detalles pendientes están dentro del edificio y fuera de este, en especial en la parte trasera, donde se planean diversas obras. En dicho lugar se situaba la Casa de la Cultura del Valle de Zamora que ya fuer reubicada, quedando solo pendiente la reubicación del Centro de Salud, el que está en proceso del cambio, lo que daría paso a los proyectos que tiene pendiente el actual patronato y el rector del Santuario Guadalupano, Raúl Ventura Navarro, quien desde el 2010 reforzó su gestión ante autoridades municipales, estatales y federales para que se liberará la parte trasera de la iglesia, donde se planteaba la construcción de baños públicos, sacristía, albergue, dispensario médico e incluso estacionamiento.