Este videoreportaje es la tercera parte de una serie de artículos con trabajo de campo que se han realizado sobre el Lago de Cuitzeo.

Por Omar Cuiriz Fotografía: Christian Hernández, Omar Cuiriz

El lago está vivo. Vio la muerte navegando en sus aguas para luego traer una de las sequías más severas de las que se tenga memoria. Los kilómetros de tierra y hierba de más de dos terceras partes del lago, provocaron que algunos declararan casi su extinción.

Las tormentas de arena y salitre [tolvaneras] por el desierto que se creó, enfermaron mortalmente a pobladores de varias localidades, los cuales no recibieron apoyo significativo de los gobiernos. Pero esto no sólo afectó la salud, sino también al comercio que abunda en la carretera para llegar a Huandacareo y del que dependen cientos de familias.

La tragedia no pudo ocultarse y se convirtió en un suceso mediático que anunciaba la desaparición del lago.

Fueron 3 años de sequía extrema en los que las voces de activistas y académicos fueron casi las únicas que se escuchaban. Los tres órdenes de gobierno mantuvieron un extraño silencio que en ocasiones se rompía para emitir comunicados protocolarios. Pero no hubo una sola propuesta real, una preocupación genuina, ni mucho menos acciones o recursos para la recuperación del lago o para atender a los habitantes que están en la primera línea de tragedia.

EL LAGO NO HA MUERTO

La vida ha regresado al lago de Cuitzeo, quizá de manera esporádica, pues nada asegura que lluvias abundantes como las del año pasado regresen en éste y en los próximos años, para hacer que el agua inunde los kilómetros que lo hacen ser el segundo lago más extenso.

Las condiciones actuales elevan la probabilidad de que el cuerpo se quedé sin agua, al menos, en varias décadas.

Por ahora, el lago respira por los esplendidos diluvios que cayeron desde julio de 2021 y que ese mes encharcaron el enorme desierto que había quedado. La abundancia hizo correr a los cauces naturales que van desde la parte oriente del lago [límites con Guanajuato], la cual mantuvo siempre agua aún en el punto más grave de la sequía,hacia el centro del cuerpo de agua.

Para el mes de octubre de ese año, kilómetros que estuvieron secos por al menos dos años, se inundaron alcanzando 1.40 metros de profundidad en la lonja pesquera de Mariano Escobedo y el centro del lago.

Contra pronósticos académicos, la predicción que hicieron pescadores a La Voz de Michoacán, se cumplió. Los conocimientos ancestrales que cargan en la memoria y la mirada no sólo confirmaron que ese año el lago volvería a tener agua, sino que aseguraron que no se evaporaría y que resistiría a la temporada de lluvias de este 2022. Pocos creyeron, incluso investigadores manifestaron que sólo era un enorme charco que se evaporaría y que estaba remotamente lejos de las funciones que representa un lago.

Esto último era cierto: no había peces en Capacho, ni el Mariano Escobedo; no había grandes bandadas de aves ni estaban activos varios procesos ecológicos.

Sin embargo, pasaron las semanas y el agua resistía. Otra vez los pescadores fueron los que explicaban que cuando el agua supera el 1.20 centímetros en el centro del lago, el agua resiste hasta las lluvias del siguiente año.

Al término del primer trimestre de 2022, luego de 8 meses con agua, no quedó otra cosa más que los escépticos comprobarán el ‘milagro natural’.

LAS FUNCIONES ECOLÓGICAS BROTAN DE NUEVO

El agua no se fue, pero la euforia mediática sí. Ahora que la tragedia se ha matizado, no hay más titulares en los medios anunciando que el lago no ha muerto, ni mucho menos investigaciones periodísticas para presionar la intervención de las autoridades. Los gobiernos, siguen en silencio.

En abril una noticia sobre el lago hizo ruido: la alta probabilidad de que el área del lago cuente con reservas de litio, que de confirmarse, una revolución minera invadiría al estado. Una palabra sobre su rescate, no hubo.

Mientras tanto, el agua evidencia que con ella siempre hay vida.

Las aves regresaron y su vuelo sobre el lago durante los amaneceres y atardeceres, vuelve a ser un común y bello escenario. No sabemos si este año será el último que vivan en el lago más o menos lleno, pero por ahora, estas aguas nuevas están aportando alimento suficiente para que las aves y otras especies hagan sus hogares y comiencen a aparearse, iniciando de nuevo las bondades naturales de las que todos nos beneficiamos.

Pero el tiempo se agota. Las altas temperaturas calientan el territorio y evaporan la humedad lograda, sin embargo, la temporada de estiaje no es la responsable, siempre ha sido parte de la vida, pero a medida que el planeta se calienta y el ser humano usa tanta agua, las sequías se vuelven más frecuentes y severas.

El hombre mantiene los cuerpos de agua altamente contaminados y usa tanta agua que está dejando sin alimentos y sin hogar a las otras especies con las que compartimos la tierra.

Pese a este tenso escenario, queda el saber de qué cuando el agua nueva de las lluvias llega la vida reaparece rápidamente. Siempre.

NO, EL LAGO NO HA MUERTO

Comenzó el segundo trimestre de 2022 y el agua sigue con niveles suficientes para servir a peces, patos, culebras, ranas, tortugas y cientos de insectos. No estamos solos en nuestra necesidad de agua.

Por su diversidad, la cuenca endorréica del Lago de Cuitzeo ha sido catalogada como un Área de Importancia para la Conservación de las Aves y ha sido considerado como un sitio destacado por las poblaciones de aves migratorias que lo usan como sitio de hibernación.

Entre las familias, destacan por su número los patos, gansos y cercetas (Anatidae), las garzas (Ardeidae) y la de los tordos y bolseros (Icteridae).

No debemos ser tan malos anfitriones.

En un nuevo recorrido por toda la ribera del lago, se confirmó la profundidad del lago, la presencia de peses, algunos arrojados por una discreta campaña de autoridades, las familias de aves migratorias y residentes y la alegría de los pobladores, quienes nos repiten que esta agua que cayó de mayo a septiembre de 2021 esperará a la temporada de lluvias de este 2022 que está por comenzar y que juntas harán que el nivel de agua crezca aún más, asegurando la abundancia y la vida por más tiempo

Faltan unas semanas para las lluvias y los pescadores esperan diluvios abundantes como el año pasado: los conocimientos empíricos de los pobladores, nos comunicaron en esta ocasión que los sonidos de insectos como hormiga ‘chancharra’ y las chicharras se comenzó a escuchar a mitad de marzo, indicador de que se aproximan las lluvias. Los cerros junto al lago, en Irámuco suenan tan fuerte que el canto de estos insectos se escucha hasta unos 500 metros de distancia.

Pero, si cae poca lluvia, el agua actual no resistirá. Las aves huirán. Los peces desaparecerán, volverá el enorme desierto, las tolvaneras regresarán y con ellas la muerte.

Entre las especies, sólo nosotros tenemos la posibilidad de asegurar que el agua siga llegando. También nosotros tenemos la habilidad para decidir cómo compartirla

Faltan sólo unas semanas para que seamos testigos de si el agua que hoy cubre esperanzadoramente al lago de Cuitzeo se evapora o permanece.

Si llegan las tormentas y resiste, será por la magnificencia natural, porque del humano, no obtuvo nada.

Nota:

Agradecemos las aportaciones de los pescadores Ruperto Huazano y Leonel Huazano, quienes nos han llevado a recorrer los rincones de este lago milenario y a quienes agradecemos la invaluable aportación de sus conocimientos sobre el Lago.