La noche del 15 de septiembre de 2008, minutos después de que el entonces gobernador Leonel Godoy Rangel encabezara el acto del Grito de Independencia, desconocidos lanzaron granadas de fragmentación contra los asistentes al festejo. Los hechos, que fueron calificados como atentados, dejaron un saldo de ocho muertos y más de 100 lesionados, varios de los cuales aún padecen los estragos. Aunque varios reciben pensión del gobierno del estado, argumentan que ésta es insuficiente, mientras que otros siguen haciendo gestiones para ser apoyados ante la imposibilidad de trabajar, con el caso de Salvador Hernández Herrera, quien tiene alojadas esquirlas en la espalda. Otro caso es el de Rafael Bucio quien después de 12 intervenciones quirúrgicas, perdió su pierna derecha.