Jorge Ávila / La Voz de Michoacán tabletas Morelia, Michoacán. Este viernes 18 de septiembre, durante la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador, el secretario de la Defensa Nacional (Sedena), Luis Cresencio Sandoval, informó que de cinco rutas internacionales para el tráfico de fentanilo, dos pasan por los puertos de Manzanillo, Colima, y Lázaro Cárdenas, Michoacán. El mando castrense además señaló que el fentanilo llega a México en polvo, y ya en territorio nacional se elaboran las tabletas que son enviadas al mercado estadounidense. Sobre las rutas que pasan por nuestro país, el funcionario dijo que “las que nos afectan son China-México e India-México, llegan a nuestras costas en el Pacífico y aquí tenemos los puertos de entrada: Manzanillo y Lázaro Cárdenas, y esta ruta es donde se hacen los aseguramientos. El movimiento del fentanilo va hacia el norte, aquí tenemos en Sinaloa un área importante de generación de tabletas de fentanilo; es movimiento terrestre y movimiento aéreo”. Además de las rutas ya mencionadas, el titular de la Sedena señaló que están la China-Alaska, China-Canadá y China-Estados Unidos. Entre los cárteles con mayor presencia en el negocio del fentanilo están, dijo Luis Cresencio Sandoval, el Cártel de Jalisco Nueva Generación, los grupos delictivos que operan en Michoacán y “todas las organizaciones que trabajan en parte del Pacífico”. Llama la atención que, siendo el Cártel de Sinaloa uno de los principales productores de esta droga en México, el titular de la Sedena no lo mencionó, como sí habló del CJNG, y se limitó a señalar a los grupos que operan “en el Pacífico”. No sólo hay chinos, estadounidenses entran al juego Además del mercado asiático, que surte de materia prima para la elaboración de fentanilo, se ha detectado el desvío a gran escala de químicos producidos por firmas estadounidenses, los cuales se usan en la producción de narcóticos se introducen al mercado de Estados Unidos. “No importa que sean empresas estadounidenses. Pueden ser de cualquier país del mundo, pero eso nosotros no lo permitimos”, anunció el presidente de México Andrés Manuel López Obrador durante su conferencia de prensa matutina el 7 de septiembre. Eso se supo después de que una investigación de Bloomberg, publicada el 26 de agosto, revelara cómo los cárteles mexicanos están adquiriendo químicos precursores —usados para la elaboración de heroína y la droga sintética metanfetamina— a firmas estadounidenses que abastecen el mercado legal del país. Y es que, aunque los químicos para la elaboración de narcóticos están regulados por las autoridades estadounidenses, su jurisdicción acaba en la frontera mexicana, por lo que quedan fuera de vigilancia las subsidiarias locales de empresas estadounidenses. Según Bloomberg ha detectado, operadores del CJNG han robado al menos 30 mil litros de monometilamina, compuesto central para la producción de metanfetaminas, a la subsidiaria mexicana de la firma Celanese Corp., con sede en Dallas, Texas. Según la ley estadounidense, si una farmacéutica sufre robo o extravío de sustancias, debe denunciarlo, y no hacerlo es delito federal, pero las subsidiarias de esas empresas en México quedan exentas por lo laxo del marco regulatorio de este lado de la frontera, por lo que la supervisión de químicos muchas veces desviados para la producción de narcóticos carece de regulación. El impacto es mayúsculo, pues esos precursores químicos regresan a Estados Unidos en forma de drogas, lo que entre 2010 y 2018 causó la muerte de más de 142 mil personas por sobredosis de heroína y metanfetaminas elaboradas en México. Y es que las acciones del gobierno estadounidense para impedir el flujo de precursores químicos de China, país que también ha establecido más regulaciones, no ha detenido la producción de enervantes, ya que los cárteles han buscado nuevas rutas y han creado nuevos compuestos para evitar restricciones legales, tan es así que las autoridades mexicanas ya han hecho decomisos de cargamentos de precursores químicos enviados desde Corea del Sur, camuflados entre cargamentos legales de fertilizante. Ante restricciones, de donde sea y como sea No sólo se han hecho decomisos en los puertos marítimos, sino que el gobierno de México también ha asegurado precursores químicos en la capital del país. El pasado 18 de agosto, agentes aduanales y personal de la Secretaría de Marina aseguraron 113.5 kilogramos de fentanilo en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. El cargamento estaba oculto en contenedores, aunque no se identificó el origen del envío. Ya el 12 de agosto, en la misma terminal aérea, las autoridades aduanales incautaron 220 kilogramos de precursores para elaborar fentanilo. Los químicos venían de España, según un comunicado del gobierno federal. Foto: GN. Al interior del país, los cárteles buscan distintas formas de trasladarla, por ejemplo en grúas. Aunque estos decomisos harían pensar que se ha dado un cambio en las dinámicas de los cárteles, no hay pasar por alto que la terminal aérea de la capital mexicana ha sido un importante centro de operaciones del Cártel de Sinaloa. Y aunque en el mes de marzo de este años la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD) informó que la “reducción del comercio desde el sureste asiático” por la pandemia del coronavirus había “limitado el suministro de precursores químicos en México, donde parece haberse interrumpido la fabricación de fentanilo y metanfetaminas”, los decomisos que se han hecho indican que los traficantes están encontrando salidas a esos contratiempos. Incluso en Puebla, la Guardia Nacional decomisó 240 cápsulas de vidrio de fentanilo medicinal en julio, que podían haber sido sustraídas de una farmacia o un hospital, según Associated Press, y a comienzos de mayo se decomisaron 60 frascos de fentanilo para uso medicinal en el estado de Querétaro. Foto: Guardia Nacional. Un ejemplo de pastillas incautadas en México. Estos decomisos reflejan, en el caso del proveniente de España, que los grupos delictivos han intentado establecer rutas por otros países de trasbordo para sortear los cierres fronterizos y las restricciones al transporte a causa de la pandemia, según Bryce Pardo, investigador de RAND Corporation. “Con menos tráfico comercial desde China en el momento, los traficantes pueden estar tanteando el terreno para ver qué otras rutas ofrecen más fácil acceso”, comentó Pardo. “Es mucho más rápido mover el producto por vía aérea que marítima”. Otro factor importante es que, como se ha demostrado, los grupos criminales mexicanos pueden presumir de una gran capacidad para adaptarse a las circunstancias, pues con todo y las restricciones a la producción de fentanilo impuestas desde 2019 en China, que es el mayor productor de drogas sintéticas y sus químicos precursores, las redes criminales lograron evadir los controles, para lo cual se han valido de nuevas variantes químicas. Para los analistas en el tema, el que ahora se opte por usar más el transporte aéreo para el tráfico de sustancias puede obedecer a la decisión de Andrés Manuel López Obrador de entregar al Ejército las aduanas y los puertos marítimos, por lo que el campo de acción de los cárteles se ve acotado. Aunque Bryce Pardo señala que los traficantes son eficaces a la hora de esquivar los controles y no es muy improbable que, si ven a militares en aduanas, eso los disuada, pues si, por ejemplo, en 2019 se importaron más de 19 millones de toneladas de carga legal que ingresó por el puerto de Lázaro Cárdenas en Michoacán, en medio de esas cantidades es muy fácil ingresar ilegalmente unos cuantos kilos de drogas sin que sean detectados. Ovidio Guzmán, de esos “que operan en el Pacífico” Como se decía más arriba, el titular de la Sedena, en la mañanera de hoy, no se refirió por su nombre al Cártel de Sinaloa, sino que se limitó a señalar a grupos “que operan en el Pacífico”. Luego de la detención y extradición del Chapo, el control del cártel quedó en disputa entre Ismael Zambada y los hijos de Joaquín Guzmán Loera, entre ellos Ovidio Guzmán, hijo menor del excapo dentro del mercado de la droga. Desde los 18 años, Ovidio Guzmán López no es un narcojunior más, sino que ha forjado su propia carrera criminal en el Cártel de Sinaloa, donde con sus hermanos controla Culiacán y gran parte del estado. También apodado como El Ratón, a finales de octubre de 2019 fue catalogado como “el rey del fentanilo”, luego que el secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, lo etiquetó como “uno de los principales” traficantes de drogas a Estados Unidos, en especial metanfetaminas y fentanilo. Ovidio y su hermano Iván Archivaldo, conocido como “El Rey de la Cocaína”, es dueño de los grandes laboratorios de fentanilo en Culiacán. Ovidio Guzmán es hijo de Joaquín Guzmán Loera y Griselda López Pérez, su segunda esposa, con quien El Chapo también procreó a Joaquín, Édgar y Griselda Guadalupe. Griselda ayudó en varias ocasiones a que El Chapo escapara de la justicia y Ovidio fue señalado en 2012 por el gobierno de Estados Unidos como parte de la organización criminal de su padre. Sin embargo, en los últimos años ha logrado mantener un perfil más bajo que sus hermanos Iván Archivaldo y Jesús Alfredo. Estados Unidos incluyó a Ovidio, junto con su medio hermano Iván Archivaldo Guzmán Salazar, alias “Alejandro Cárdenas Salazar”, “El Chapito”, “César”, “Jorge”, o “Luis”, en la lista de narcotraficantes más buscados. También su otro hermano Joaquín Guzmán López, alias El Güero, Moreno, o Güero Moreno, de 34 años, ambos fueron acusados de conspiración para traficar cocaína, metanfetaminas y marihuana de México a otros países y a Estados Unidos entre 2008 y 2018. La operación para capturar a Ovidio Guzmán el 17 de octubre de 2019, que derivó en el llamado Culiacanazo, desató balaceras e incendios en Culiacán, pero también dejó ver una serie de inconsistencias en las estrategias del gabinete de seguridad mexicano luego de que en conferencias de prensa explicaran de forma diferente cómo se había realizado el operativo. Ante la respuesta violenta del Cártel de Sinaloa, el gobierno optó por liberar al más joven de Los Chapitos, según justificó el presidente Andrés Manuel López Obrador, para evitar un mayor derramamiento de sangre. Desde entonces, el más joven de Los Chapitos y el Cártel de Sinaloa se ha convertido en uno de los principales dolores de cabeza del gobierno de López Obrador, pues continuamente se pone en tela de juicio su decisión de liberarlo. El intento de detención de Guzmán se debió a una orden de extradición emitida por el gobierno estadounidense. Los papeles fueron emitidos por un gran jurado del Distrito de Columbia. En ellos se acusa a Ovidio Guzmán López y a su hermano Joaquín de traficar droga a Estados Unidos desde abril del 2008. “A sabiendas, intencional y deliberadamente, combinaron, conspiraron, confederaron y acordaron distribuir: cinco kilos o más de una mezcla o sustancia que contiene cantidades de cocaína (...), 500 gramos o más de una mezcla o sustancia que contiene cantidades de metanfetaminas, (...) y mil kilos o más de una mezcla o sustancia que contiene cantidades de marihuana”, dice uno de los documentos emitido en abril de 2017. La información sobre la intención de aprehender a los hermanos, presuntos miembros del Cártel de Sinaloa, se mantuvo en secreto. “La divulgación pública de dicha información podría poner en peligro la investigación y pone a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, sus fuentes de información y sus familias en riesgo”, dictó el Departamento de Justicia. Sin embargo, en diciembre del año pasado fue solicitado que se desclasificara el caso para pedir la extradición de Ovidio Guzmán. Él además aparece en la lista de lavadores de dinero del Departamento del Tesoro estadounidense, pero no Joaquín, su hermano.