Omar Cuiriz / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. En Uruapan, Michoacán, fueron asesinadas nueve personas, incluidos cuatro menores, en un local de maquinitas el pasado 3 de febrero, este suceso forma parte de las atrocidades recabadas por la organización Causa Común durante el primer semestre de 2020 y que además cataloga como “La Galería del Horror” La organización se basó en notas periodísticas sobre profanación de cadáveres, masacres, torturas, descuartizamiento, calcinados, asesinato de menores de edad, mutilación, entre otras “atrocidades” que en total suman 2 mil 124 hechos de extrema violencia y 2 mil 802 víctimas. Las principales “atrocidades” registradas por medios periodísticos fueron profanación de cadáveres, especialmente en Jalisco (donde se registraron 110 víctimas); masacres, particularmente en Guanajuato (con 105 casos); tortura, principalmente en Michoacán (con 53 víctimas); descuartizamiento, especialmente en Guanajuato (con 57 víctimas); y calcinamiento, en particular en Baja California (con 40 víctimas). En el periodo se presentó un alto número de asesinato de niñas, niños y adolescentes, especialmente en Guanajuato, con 27 víctimas. Los estados donde se registraron más noticias de violencia extrema fueron Guanajuato (con 203), seguido por Chihuahua y Michoacán (con 97 cada uno), Estado de México (con 85), Puebla y Guerrero (ambos con 77). En cuestión de víctimas de atrocidades (un suceso puede tener varías personas afectadas), Michoacán ocupa el puesto número 2 con 270, mientras que Guanajuato está por encima con 537 y el tercer lugar Jalisco con 205 víctimas. En Michoacán la atrocidad más practicada según el estudio, es la tortura, con 53 casos registrados durante el primer semestre de 2020. También se resalta el asesinato del periodista Fidel Ávila Gómez. Los medios locales informando el horror Entre enero y junio de 2020 se detectaron, al menos. ● 1,272 notas periodísticas sobre eventos que pueden catalogarse como “atrocidades”. ● 2,124 “atrocidades”. ● 2,802 víctimas El estudio es sólo un estimado, debido a que varios medios locales no reportan eventos que pudieran ser asociados al crimen organizado, por temor a ser agredidos. “Hay eventos que, para efectos de este estudio, se consideran de alto impacto y que, sin embargo, no son reportados usualmente por medios periodísticos”, aclara Causa Común. “Hay estados en los que hay una clara correspondencia entre la estadística delictiva y registros periodísticos de atrocidades. Por ejemplo, Guanajuato encabeza el número de asesinatos en el país (incluidos policías), y también el listado de atrocidades registradas por la prensa”. Causa en Común definió “atrocidad” como el uso intencional de la fuerza física para causar muerte, laceración o maltrato extremo; para causar la muerte de un alto número de personas; para causar la muerte de personas vulnerables o de interés político, y/o para provocar terror: a) Asesinato de un alto número de personas o masacre: asesinato de tres individuos o más. b) Asesinato de personas vulnerables o de interés político: defensores de derechos y activistas de causas sociales o ecológicas; periodistas; niñas, niños y adolescentes; personas con discapacidad; funcionarios y actores políticos. c) Muerte, laceración o maltrato extremo: feminicidio agravado, descuartizamiento, linchamiento o intento de linchamiento, profanación de cadáveres (fosas clandestinas y desintegración de cuerpos), mutilación, tortura, esclavitud, violación agravada o calcinamiento. d) Terrorismo. Causa Común advierte que el mosaico de atrocidades muestra lo equivocadas que son las explicaciones generalizantes y reduccionistas sobre las violencias en nuestro país. Más allá de factores comunes obvios, como la producción social de patologías y la impunidad, la mitología prevaleciente, sintetizada en imágenes como las de “el narco” o los “carteles”, nubla y distorsiona realidades complejas en las que interactúan instituciones, grupos criminales, liderazgos de distinto tipo, mercados formales e informales, y comunidades lastimadas por una vida social y política que se expresa mediante acciones y relaciones frecuentemente violentas”. “Desde luego, se requieren políticas nacionales que permitan elevar y homologar capacidades y procedimientos policiales y ministeriales, pero igualmente son indispensables las aproximaciones sociológicas que trasciendan los enfoques meramente policiacos, que permitan la comprensión de las realidades locales, y que contribuyan a la construcción de 8 políticas de seguridad, de prevención y sociales, que respondan a las realidades de cada comunidad y región del país.”