Abril García / La Voz de Michoacán Ciudad de México. Se han reportado 46 mil 769 mujeres desaparecidas, 11 mil 685 de las cuales no han sido localizadas hasta la fecha, en México. Según las cifras de la Secretaría de Gobernación, diariamente desaparecen 26 mujeres en promedio. En los datos comprendidos en el periodo de diciembre de 2018 hasta diciembre de 2023, se registró un promedio de 25.53 desapariciones diarias en el territorio. Los estados en donde se concentran estos sucesos son Estado de México con 27 mil 656, Nuevo León con 7 mil 766, Puebla con 7 mil 483 y Tamaulipas con 6 mil 316. Por su parte, en Michoacán se registraron 2 mil 678 denuncias ante las autoridades, que no corresponde a la cifra total de las desapariciones, debido a la impunidad y a la desconfianza que puede generar presentar las denuncias. Las cifras han sido utilizadas en medios de comunicación para referirse al incremento de la inseguridad durante el sexenio. Sin embargo, los indicadores de violencia contra las mujeres se encuentran en records históricos en distintos países, por lo que no pareciera ser una cuestión relacionada con el partido en turno. En vez de ello, como apuntan especialistas en el tema, se trata de una cuestión de violencia sistemática de los hombres en contra de las mujeres. Este sistema deriva en la objetualización de las mujeres para la satisfacción del placer de los hombres, lo cual se manifiesta en la creciente demanda de negocios sexuales virtuales y presenciales. El secuestro es una de las modalidades que constituyen el reclutamiento, parte fundamental de la trata de personas. Como apunta la investigadora Scherezada Marroquín, existe una cadena organizativa encargada de secuestrar, engañar y transportar a personas en contra de su voluntad para realizar trabajos forzados de diversos tipos. Para los hombres, las labores que se les obliga a realizar están orientadas hacia grupos armados o plantaciones de droga; mientras que a las mujeres se les fuerza a la prostitución, la pornografía y la mendicidad. Factores de riesgo para el reclutamiento La antropóloga señala que la pobreza es uno de los factores responsables del aumento del engaño laboral, ya que hace creer a las víctimas que están en un proceso de conseguir un empleo digno y acrecentar su economía. Tales centros de trabajo fantasmas ofrecen un alto sueldo y solicitan una baja escolaridad. En el caso de las mujeres, frecuentemente se trata de agencia de modelaje. Otros de los métodos eficaces para el secuestro de mujeres es el engaño mediante parejas ficticias, en persona o en internet. Recientemente, se han reportado casos de jóvenes enganchadas mediante la comunicación en servidores de videojuegos y en redes sociales. Les hacen pensar que se encuentran en una relación afectiva con la persona para acceder a sus datos personales. Esta cuestión a su vez deriva de la precariedad del país, donde los familiares de las víctimas deben abandonarlas en sus hogares durante múltiples horas para asistir a jornadas laborales extensas. Esto las sitúa en una situación de desatención y de vulnerabilidad. Sin embargo, las personas que se encuentran en un riesgo alarmante para ser víctimas de la trata son las migrantes. Al atravesar su tránsito migratorio desde los países latinoamericanos hacia territorio estadounidense, resultan vulnerables para acceder a cualquier empleo que pueda derivar en una privación de la libertad. Así mismo, debido a su situación, son amenazadas con ser reportadas para regresar a su país de origen, lo que las fuerza a acceder a situaciones de violencia económica y de abuso sexual. El panorama de violencia en México La información recopilada al respecto proviene de grupos de mujeres activistas, muchas de las cuales realizan esta labor debido a la desaparición o al asesinato de un familiar suyo. Tales colectivas han visibilizado las negligencias gubernamentales cometidas por las diferentes administraciones (municipales, estatales y federales) en las investigaciones de desapariciones forzadas y asesinatos sistemáticos de mujeres. El periodista Javier Rodríguez, señala como Ciudad Juárez y Estado de México se han convertido en espacios que ejemplifican la impunidad existente tras un sistema patriarcal extremo que permite y consolida una red de poder basada en el odio hacia la mujer para justificar, con todos los medios a su alcance, un genocidio sistemático de mujeres. Las cifras observadas no se tratan de casos aislados, sino de un sistema que forma parte de la cultura misógina colectiva sustentada en un imaginario social que se manifiesta en la impunidad de los crímenes como feminicidios y en la permisión de las redes de trata de personas, principales fuentes de las desapariciones de mujeres en México.